“No” es lo único que tengo siempre claro. El “Sí” es más complicado, implica riesgo, implica voluntad, implica hacer. Aunque “No” sea también a veces difícil, reconozco en él a mi aliado a la hora de ir buscando caminos. Es despierto, es subversivo, es molesto, es selectivo. Le tengo cariño.
Cuando dices “No”, se abre la puerta a infinitos “Sís”. De hecho, una única vez me he acercado a un colegio electoral; la única mañana de invierno que pude votar sin taparme la nariz, la única vez que pude votar NO. Así que deja de insistir. Pásame el vino, apaga esa vela y tráete la manta… tenemos que arrimarnos mucho que ya se acerca el frío.