ESTER
Fecha de escritura: Entre el 485 y el 435 A.C.
Período que abarca: Alrededor de 10 años.
Título: Es el nombre del personaje principal del libro: Ester.
Trasfondo: La historia de Ester tiene lugar durante el período entre los dos regresos a Jerusalén dirigidos por Zorobabel y Esdras ( entre los caps. 6 y 7 del libro de Esdras). Después de 70 años en cautividad, alrededor de 50.000 israelitas regresan a su tierra en Jerusalén, pero la mayoría decide permanecer en Media y Persia. Este es el marco de la historia de Ester, en el palacio real de Susa, la capital persa. Rut y Ester son los únicos libros de la Biblia que llevan nombres de mujeres. Ester es una mujer judía que se casa con un gentil; Rut, una mujer gentil que se casa con un judío.
Lugar de escritura: Desconocido (probablemente Media -Persia).
Destinatarios: Los judíos que permanecen en Media-Persia en vez de regresar a Jerusalén.
Palabras claves: “Belleza”; “Providencia.” Dios ha bendecido a Ester con gran “belleza” física, pero es por la “belleza” de su corazón que la “providencia” de Dios se manifiesta. No es por casualidad que esta muchacha judía va de ser una total desconocida, a convertirse en reina del imperio más poderoso del mundo. El nombre de Dios no aparece ni una sola vez en el libro de Ester, pero el cuidado y dirección de Dios son innegables.
Temas: • Dios puede tener para nuestras vidas planes más grandes de los que nosotros mismos tenemos. • Dios puede ponernos en posiciones de liderazgo o influencia para que podamos lograr sus propósitos de manera más completa. • Dios contesta la oración y el ayuno permitiéndonos triunfar sobre obstáculos humanos. • Dios provee para los suyos de manera providencial. • Dios usa a gente común para realizar cosas extraordinarias para El. • Dios a veces tiene que disciplinarnos. . . pero nunca nos abandona.
Bosquejo:
1. Ester se convierte en reina. ( 1:1 -2:18)
2. Amán conspira para destruir a los judíos. ( 2:19 -5:14)
3. Mardoqueo es honrado a expensas de Amán. ( 6:1 -8:2)
4. Los judíos triunfan. ( 8:3 -10:3)
Aspectos Generales del Libro de Ester
“UNA REINA EN CONTROL”
Esta pequeña joya, oculta en un rincón oscuro del Antiguo Testamento, es un libro sumamente rico y además es histórico. Aunque lamentablemente sigue habiendo actualmente personas que afirman que algunos de los relatos del Antiguo Testamento son leyendas, existe evidencia substancial de que los acontecimientos que se cuentan en Ester sucedieron de verdad. Tuvieron lugar durante los días de la cautividad de Israel cuando estuvo sometida como nación a esclavitud en Babilonia. Durante los tiempos de aquella cautividad surgió un hombre que, como primer ministro de Babilonia, lanzó un ataque contra los judíos e intentó borrar a este pueblo de la faz de la tierra, de la misma manera que Hitler lo intentó en época más reciente, pero Dios se movió de manera maravillosa para librar a su pueblo por medio de Ester, que se convirtió en reina de este reino extranjero.
Resulta interesante descubrir en las Escrituras que el hombre fue creado para ser rey de este mismo modo. Es un modelo que nos hemos encontrado con anterioridad. A cada uno de nosotros nos ha sido concedido un reino sobre el que gobernar y nuestra alma es nuestro reino, incluyendo las facultades de la mente, las emociones y, sobre todo, el derecho a escoger. El cuerpo del hombre es la capital de este reino. El imperio incluye todo aquello sobre lo cual ejerce su influencia o lo que toca. El rey, sentado sobre el trono de ese reino, es la voluntad. También hay, como veremos, un miembro oculto en nuestra vida, la vida interior o el espíritu. Esta es la parte más profunda y sensible de nuestro ser, la parte diseñada para tener comunión con Dios, el lugar en el que Dios mismo ha de residir.
Como ya hemos visto, este rey no tenía nada más que hacer que exhibir la gloria de su reino y el hombre, al aparecer al principio en la tierra, no tenía otra cosa que hacer tampoco que exhibir la gloria de Dios, que moraba en su interior, y ejercer dominio sobre la tierra que le había sido dada. Pero este rey se levantó en su orgullo e intentó destruir a su reina. Es decir, intentó dejarla en desgracia al pedirle que mostrase su belleza ante toda la corte.
Esta es una imagen de nosotros, como un paralelo de la caída del hombre, cuando este optó por hacer valer su razón por encima de la supremacía de la revelación. En el palacio del espíritu del hombre, simbolizada por la reina en este relato, habita la gloria y la verdad de Dios. Fue allí donde fueron guiadas la mente, las emociones y la voluntad del hombre por medio de la comunión con un Señor viviente, que habitaba en la residencia real del espíritu. El hombre debía someter su razón a la revelación y al hacerlo podría llevar a cabo su destino y utilizar todos los poderes de su humanidad para realizar el propósito para el cual debía usarlos. Sin embargo, como usted sabe, se introdujo en la vida un principio que tentó al hombre a aseverar su poder de razonamiento sobre la revelación. El hombre comenzó a escoger lo que él mismo deseaba hacer, en lugar de lo que Dios deseaba que hiciese, y por esta causa se produjo la caída.
En el capítulo 2 se recibe al Espíritu cuando Ester, bajo el control de su primo Mardoqueo, es traída ante la presencia del rey que se enamora de ella. Debido a su gran belleza la escoge de inmediato para ser su reina y la exalta, haciendo que ocupe el segundo lugar en el reino. En esa escena tenemos una imagen de lo que podríamos llamar la conversión del rey. Este recibe un nuevo espíritu, sin entender que el Espíritu Santo también está involucrado, algo que muchos de nosotros no entendimos en el momento en que nos hicimos cristianos, pero Mardoqueo se encuentra situado en el trasfondo y veremos de qué modo llega a convertirse en uno de los personajes más destacados en este relato de la maravillosa liberación del reino.
En el capítulo 3 de este libro aparece en escena el villano, el personaje vil que se llama Amán, el agageo. Si examinamos los antepasados de este hombre en las Escrituras descubriremos que un agageo es una amalecita y Amalec era la raza de descendientes de Esaú, contra los cuales Dios había dicho que lucharía para siempre. (Ex. 17:16) Se le había ordenado al Rey Saúl que eliminase para siempre a este pueblo, pero en su insensatez prefirió perdonarle la vida a Agag el rey de los amalecitas y eternizar, de este modo, a esta fuerza impía en Israel. Por todas las Escrituras, esta tribu de los amalecitas representa el lugar dónde moran en nuestros corazones los deseos que continuamente se oponen a todo lo que Dios quiere que hagamos. Esto es lo que llama el Nuevo Testamento “la carne y siempre que el Espíritu de Dios comienza a moverse con el propósito de bendecirnos, la carne se manifiesta y se opone al Espíritu haciendo todo cuanto puede, de una manera sutil y astuta, para impedir que se realice la obra de Dios y ese es Amán.
En el capítulo 3 leemos que tan pronto como Amán empieza a ejercer su poder en un lugar destacado, justo debajo del rey, se muestra de inmediato antagónico hacia Mardoqueo. Estos dos personajes chocan de modo conflictivo en seguida porque Amán era “enemigo de los judíos. Al enterarse de que Mardoqueo es judío, jura eliminarle del reino y en todo el relato leemos una y otra vez que lo que caracterizó a Amán fue el odio hacia los judíos. ¿Pero por qué odiaba a los judíos? El capítulo 3, versículo 8 dice:
Luego Amán dijo al rey Asuero: –Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de cualquier pueblo. Ellos no observan las leyes del rey, y el rey no tiene ventaja en dejarlos vivir.
“Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente para que no hagáis lo que quisierais.” (Gál. 5:17)
Amán va inmediatamente a convencer al rey para que éste, en su propio beneficio, elimine a este pueblo. Amán, se convierte de este modo en el poder que se oculta tras el trono, controlando al rey. El rey hace lo que Amán quiere que haga y emite un edicto para eliminar a los judíos de todo el reino. De igual manera, encontramos en nuestras vidas que la carne se esfuerza continuamente por eliminar el control que ejerce el Espíritu Santo y hacer que andemos siempre siguiendo el principio de servirnos a nosotros mismos, siendo egoístas y satisfaciendo nuestros propios deseos, algo que prevalece en el mundo que nos rodea. Leemos que esta enemistad surge tan pronto como Amán y Mardoqueo se encuentran cara a cara, haciendo que aparezca la oposición al Espíritu y, al final del capítulo 3, Amán ha conseguido convencer al rey para que le del anillo real, que es la marca de la autoridad y del poder, y que además emita un edicto que destruya a los judíos por todo el reino.
Después de hacer esto, el rey se cree en su insensatez que Amán es su amigo y le invita a un refresco y le golpea cariñosamente la espalda, felicitándose a sí mismo por ser tan listo en su trato con Amán. También nosotros creemos con frecuencia que hemos sido muy listos al defender nuestros propios derechos y no permitir que nadie nos atropelle. Estamos seguros de haber actuado con sabiduría y nos felicitamos por ejercer el control sobre una determinada situación. Pero al mismo tiempo no somos conscientes de que en nuestra terrible insensatez hemos hecho precisamente aquello que continuará haciendo estragos en nuestras vidas y nos colocará a merced de este mortal enemigo que llevamos en nuestra interior: la carne.
En el capítulo 4 encontramos la historia de cómo empieza Dios a actuar. Mardoqueo se siente apesadumbrado. ¿No ha pasado usted por esta experiencia de vivir con un Espíritu contristado? Lo primero que hace el Espíritu de Dios cuando empezamos a andar en la carne, es crear en nosotros una sensación de inquietud, un sentimiento de aflicción. Es algo que sentimos en lo más hondo de nuestro ser y nos resulta incluso difícil definirlo. Sabemos que algo no anda bien, pero no sabemos qué es. Ester se da cuenta de que Mardoqueo se siente muy angustiado y, no sabiendo qué hacer, le manda una muda de ropa, con la esperanza de que eso resuelva su problema. En muchas ocasiones, cuando nos sentimos afligidos y angustiados de espíritu, por causa de nuestras actitudes y nuestras actividades, pensamos que algún cambio superficial resolverá el problema, creyendo que el problema tiene relación con lo que hacemos y no con lo que somos.
A continuación Mardoqueo envía a un mensajero llamado Hatac (por cierto, que el nombre significa “la verdad) para convencer a Ester de que se enfrenta con un grave problema. Este le explica a Ester todo el peligroso complot tramado por el astuto Amán, cómo se ha propuesto destruir a los judíos, incluyendo a la misma reina, a pesar de que Amán no sabe que Ester es judía. Cuando ella se entera de todo ello se siente preocupada y no sabe qué hacer. Mardoqueo le envía otro recado diciendo: “es preciso que vayas a ver al rey.
El problema consiste es que deben asegurarse de que el rey se dé cuenta de que Amán no es su amigo, de la misma manera que el problema en nuestra vida es conseguir que creamos de verdad en Dios cuando nos advierte que los principios que caracterizan a la carne no son nuestros amigos y no están de nuestra parte. Cuando somos obstinados, agresivos, difíciles e impacientes, cuando damos muestra de poseer las cualidades que caracterizan a la carne, no estamos obrando para favorecer nuestros propios intereses, aunque nos creamos que sí. Estamos convencidos de que es lo que nos da la virilidad, la humanidad, la fortaleza de carácter y otras cosas. Tenemos aquí el caso de un rey engañado que no se ha dado cuenta de que el que se supone que es su mejor amigo es en realidad su peor enemigo.
Esta es una de las cosas más difíciles de entender acerca de la vida cristiana. Es lo que más nos elude cuando intentamos comprenderlo, no nos damos cuenta de que hemos llegado al final de nosotros mismos y que es preciso que muramos a nuestros propios recursos a fin de poder hacer frente a la carne, pero esto es algo que no podemos hacer solos. No podemos hacerlo apretando los puños o rechinando los dientes o firmando resoluciones de año nuevo o decidiendo que ya no vamos a actuar de una manera determinada. Ester tiene que aprender que el único que puede manejar a Amán es Mardoqueo y ella debe de estar dispuesta a morir, por así decirlo, a sus propios recursos a fin de poder manejar a este hombre.
Al enfrentarse Ester con esta verdad, dice:
“Vé, reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí. No comáis ni bebáis en tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré con mis damas e iré así al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.” (Ester 4:16)
“En tres días y tres noches, algo que resulta altamente significativo ¿verdad? Durante tres días y tres noches Jesús permaneció en la tumba a nuestro favor, muerto por nuestra causa. Al tercer día Ester se atavió con sus vestimentas reales y se fue al atrio interior del palacio del rey, frente a donde se encontraba la sala del rey, esperando atemorizada e insegura, sin saber apenas lo que sucederá cuando la vea el rey. Pero cuando él la ve, contempla la belleza de una vida resucitada. Acudió “al tercer día, el día de la resurrección, con poder y gloria, y el corazón del rey quedó cautivado por su belleza, por lo que le dice a la reina Ester: “¿Qué tienes, oh reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Hasta la mitad del reino te será dada!
A continuación vemos que sucede algo bastante extraño. Ester no le pide nada, sencillamente le invita a comer al día siguiente y le pide que traiga consigo a Amán. ¿Qué significado tiene esto? Creo que no hay nada más importante que esto: nosotros no podemos nunca adivinar lo que va a hacer el Espíritu Santo en cuanto a resolver una situación. No sabemos nunca cómo lo va a hacer. La respuesta, aparentemente lógica, hubiera sido que Ester le hubiese dicho de inmediato: “Mira, me has dicho que haga una petición. Lo que quiero es la cabeza de Amán en un plato. Pero no fue eso lo que hizo Ester. Obedeciendo evidentemente las órdenes de Mardoqueo, espera y mientras lo hace, descubrimos que sucede algo muy interesante: Amán se ve atrapado por su propia insensatez. Mardoqueo le da a Ester instrucciones de que invite al rey y a Amán a un banquete. Después de él, el rey le pregunta que qué quiere y ella le responde: “quiero que regreses mañana por la noche a otro banquete. Amán sale sintiéndose ligero como el viento, absolutamente encantado por lo que ha pasado. Vuelve junto a su mujer y sus hijos y les dice: “sabía que era el favorito del rey, pero ahora he descubierto que además soy el favorito de la reina y los tengo a los dos comiendo de mi mano y empieza a presumir de sus hazañas:
“Aquel día Amán salió alegre y contento de corazón. Pero cuando Amán vio a Mardoqueo delante de él, y que no se levantaba ni temblaba delante de él, se llenó de ira contra Mardoqueo.” (Est. 5:9)
“Aquella noche se le fue el sueño al rey y pidió que trajesen el libro de las memorias, las crónicas, y fueron leídas delante del rey.” (Est. 6:1)
Averiguó cómo ciertos hombres, Bigtán y Teres, dos de su propia guardia, habían urdido un complot en su contra. Leyó que Mardoqueo lo había averiguado y había informado al respecto, de modo que estos dos hombres fueron condenados a muerte como traidores contra el rey. Esto quedó registrado en el libro y fue gracias a él que comenzó la liberación, porque en él descubrió el rey quién era su verdadero amigo y, como leemos, vio que no había hecho nada por honrar a Mardoqueo.
¿Ha pasado usted alguna vez por esa experiencia al leer en el libro de los hechos memorables acerca del acontecimiento más memorable de toda la historia? Se enteró usted de que hubo Uno que ocupó su lugar, muriendo en el lugar que le hubiese correspondido a usted, luchando en contra de todos los poderes de las tinieblas y del infierno por su causa, entregando su vida a su favor y de repente se ha dado usted cuenta de que no ha hecho usted nada por honrarle, ni por darle las gracias. Cuando el rey llega a este punto, llamó a quienquiera que se encontrase en el patio exterior para que entre ¡y con quién se encuentra, sino con Amán! Entra y el rey le pide consejo:
“¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar?”
Como es natural, la carne sabe siempre de quién se trata y Amán cree “bueno, ¿quién podría ser el favorito del rey sino yo? Por lo que piensa el mayor honor del que jamás podría disfrutar y le dice al rey: “Si realmente quieres honrar al hombre en quien te deleitas, dale tu corona, tu vestidura, tu autoridad, todo cuanto eres y colócale sobre tu caballo. Entonces nombra a alguno de los oficiales reales para que le guíen por la ciudad aclamando a gran voz: ¡Este es el hombre en el cual el rey se complace!, De modo que el rey le contesta: “Amán, esa es una idea estupenda. Ve a buscar y hazlo por Mardoqueo.
¡Me hubiera encantado ver la cara que puso Amán en ese momento! Pero lo interesante es que lo hizo. ¡Tiene que hacerlo! Tiene que pasar por esa situación humillante a regañadientes. Lleva a Mardoqueo, su odiado enemigo, le coloca sobre un caballo y le guía por toda la ciudad. ¿Se le imaginan clamando por las calles: “este es el hombre al cual el rey se deleita en honrar? Pero al hacerlo su corazón está lleno de una ira incontenible y envidia contra este hombre. La lección es, sin embargo, que es la carne la que adopta esta actitud, ya que hará cualquier cosa con tal de sobrevivir, incluso haciéndose religiosa. Irá a la iglesia, cantará en el coro, predicará, distribuirá los himnarios, pasará la colecta, acompañará a los que entren a sus asientos, dará testimonio y hará cualquier cosa a fin de sobrevivir.
Recientemente un actor convertido, un hombre cristiano maravilloso, me contó acerca de una ocasión en la que había estado en una iglesia en la ciudad de Nueva York y, como miembro de la banda de los jóvenes, salió con otros para dar testimonio ante un grupo de personas. Dijo que la manera de hablar era la misma manera de hablar de los evangélicos, pero el impulso era la exaltación de las personas que daban su testimonio y había un brillo artificial que hacía que todo aquello resultase falso. Entonces me dijo: “allí aprendí cómo la carne puede actuar como si hiciese algo religioso, pero continuar siendo algo carnal. Eso es, precisamente, lo que representa aquí la acción de Amán.
En el capítulo 8 leemos:
“Ese mismo día el rey Asuero dio a la reina Ester la casa de Amán, el enemigo de los judíos. También Mardoqueo vino a la presencia del rey… “(Est. 8:1)
Mardoqueo ocupa ahora un puesto de poder y esto representa la plenitud del Espíritu. En el capítulo 2 se recibe el Espíritu, en el 3 se resiste al Espíritu, en el capítulo 4, el Espíritu es contristado. En la última parte del capítulo 4, se apaga al Espíritu y ahora nos encontramos con la plenitud del Espíritu. Una vez que Mardoqueo ha llegado al poder en este reino todo empieza a cambiar y de inmediato se emite otro decreto, permitiendo a los judíos luchar en contra de sus enemigos y matarlos.
De igual manera, en el capítulo 8 de Romanos se nos dice que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús ha sido proclamada, liberándonos de la ley del pecado y de la muerte, y cuando actuamos en obediencia a esta nueva ley, actuando en contra de los enemigos que se introducen en nuestra propia vida, negándonos a reconocer su poder, descubrimos que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos eleva y nos concede la victoria y el poder sobre aquellas cosas en las que con anterioridad habíamos fracasado. Aquí, al final del libro, descubrimos al mismo rey y al mismo reino, de igual manera que continua usted siendo la misma persona, que vive en la misma casa, entre la misma gente, trabajando en la misma tienda, pero con un gobierno diferente y una dirección distinta. Mardoqueo se encuentra ahora en el trono. Un breve pasaje del libro de Romanos nos ofrece un resumen de toda la historia de este libro diciendo:
“Porque Dios hizo lo que era imposible para la ley, por cuanto ella era débil por la carne: habiendo enviado a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justa exigencia de la ley fuese cumplida en nosotros que no andamos conforme a la carne [teniendo la mente de Amán], sino conforme al Espíritu.” (Rom. 8:3-4)
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