Sir William Wallace

Por Manu Perez @revistadehisto

Además de las penurias que conllevaba, la guerra en el Medievo ofreció las mayores oportunidades de ascensión social a través de los méritos militares. Sino que se lo digan a William Wallace. El héroe de la revuelta escocesa pasó en poco tiempo de ser el segundo hijo de un noble menor a ocupar la regencia de Escocia. No obstante, la fuerza de su leyenda todavía eclipsa al personaje histórico. Descubrimos al hombre que se esconde detrás el mito.

William Wallace es considerado el héroe nacional y símbolo de la libertad del país. Aún así, la leyenda del caballero escocés, nacida a raíz de un poema de Blind Harry a finales del siglo XV y proyectada en el mundo por el film Braveheart, dista mucho la realidad histórica.

Sir William Wallace. Origen del conflicto

El 18 de marzo de 1286, Escocia se tuvo que despedir de un largo y próspero reinado debido a la muerte de Alexandre III, que poco después perdería a todos sus descendientes.

Ante el riesgo de guerra civil, los nobles escoceses pidieron al rey inglés, Edward I, que arbitrara para nombrar un monarca en el Estado vecino. El Plantagenet aprovechó la oportunidad para aplicar una política claramente intervencionista sobre Escocia.

De hecho, coronó al anglonormando John Balliol rey de Escocia, obligándolo a jurarle vasallaje. Pero John I no tardó mucho en retirarle formalmente la fidelidad. Fue el pretexto que necesitaba el Plantagenet para iniciar una invasión del reino vecino en marzo de 1296.

Wallace tenía entonces unos 26 años. Como hijo pequeño de una familia noble, sólo le correspondía por su rango el usufructo de algunas tierras de su hermano mayor. Pero este joven ambicioso aspiraba a mucho más.

Así, empezó a liderar a un pequeño grupo de hombres de armas que realizaban emboscadas a destacamentos ingleses en el condado de Ayrshire, en la parte central de la costa oeste.

Sir William Wallace. Anacronismos de escándalo

Braveheart ha popularizado una imagen de William Wallece que no tiene nada que ver con su apariencia real. La película de Mel Gibson viste al personaje con el kilt, la típica faldilla escocesa, que surgió a finales del siglo XVI.

Wallace vistió como un caballero europeo de la época: con gambesón, cota de malla, almófar, vesta, yelmo cerrado, espada de una mano y escudo triangular. A medida que ascendió socialmente, su equipamiento militar fue sofisticándose, de la misma manera que lo hizo su vestuario civil.

Sir William Wallace. En la imagen Lauda de bronce de Sir Roger de Trumpington (m. 1289), que luchó con Eduard I contra el escoceses. La apariencia de William Wallace debía ser muy similar.

Batalla de Stirling

William Wallace acabó convirtiéndose en el líder de la revuelta en el centro de Escocia. El muchaco que aspiraba a algo más que ser un noble menor, estaba consiguiendo hacerse un renombre.

La jugada maestra fruto de su gran habilidad política fue la alianza con Andrew Murray, heredero del condado de Moray y líder de la revuelta en el norte de Esocio. Andrew pertenecía a una familia rica e influyente. Para Wallace, era la llave para conseguir el apoyo de la alta nobleza, que veía con recelo el meteórico ascenso de un noble menor.

Así, en septiembre de 1297, Wallace y Murray unieron sus ejércitos y se dirigieron hacia Stirling. Esta ciudad real tenía una importancia estratégica primordial, puesto que su paso por el río Forth conectaba el norte y el sur del reino.

De hecho, el Forth divide la llanura de Stirling, quedando a un lado el castillo encaramado a la colina donde se concentraban las fuerzas inglesas. Ante la presencia del ejército rebelde al otro lado del río, los hombres de Eduard I empezaron a desplegarse pasando por un puente de madera muy estrecho que sólo permitía el paso de dos líneas de caballería.

Un gran error estratégico aprovechado por Wallace y Murray, que decidieron atacar cuando sólo había cruzado un tercio del ejército inglés. Los schiltrons, las típicas formaciones escocesas de lanceros, empujaron a la vanguardia contra el meandro del río. Tuvieron que escoger entre morir ahogados o ensartados por las lanzas enemigas.

Pocos días después de la victoria, Wallace y Murray fueron nombrados Guardianes de Escocia, cargo correspondiente a la regencia debido a que John I había sido forzado a abdicar y estaba en el exilio.

Pero no todo sucedió como el pequeño de los Wallace había planeado. Pocas semanas después de la batalla de Stirling, Andrew Murray murió debido a las heridas de guerra. Desde aquel momento, su continuidad en el cargo dependía exclusivamente de su éxito militar.

Es por ello que tomó rápidamente la iniciativa en este ámbito. Así, en octubre de 1297 el Guardián de Escocia hizo varias incursiones en el norte de Inglaterra, arrasando y saqueado todo a su paso.

El rey inglés no se quedó de brazos cruzados precisamente. Eduard I reclutó un gran ejército y durante el 1298 volvió a invadir Escocia.

El juicio de William Wallace

Wallace quería evitar una batalla abierta ante unas tropas muy superiores en número. Su intención era hacer asaltos por sorpresa para forzar su retirada. Pero la mañana del 22 de abril de 1298, los ingleses descubrieron su posición y no tuvo más remedio que prepararse para la batalla.

Esta vez, William optó por un planteamiento estático de sus formaciones de lanceros, una decisión que lo condenó a fracaso. Y es que los soldados escoceses no pudieron hacer nada contra la lluvia infernal de flechas que dispararon los más de 5.000 arqueros.

La derrota de Falkirk dinamitó todo el crédito Wallace, dimitiendo de manera inmediata de su cargo de Guardián de Escocia. Pero William no se rindió. Decidió recorrer varios reinos de Europa para conseguir apoyos para la causa escocesa, aparentemente sin mucho éxito.

En 1305, Edward I obtuvo su regalo más preciado: la captura de William Wallace, que fue condenado a muerte.

Autor: Iván Sánchez Raya para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Amstrong, Pete. Stirling Bridge & Falkirk

Brown, Chris. William Wallace. True Story of Braveheart.

Fisher, Andrew. William Wallace.

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