Sirenas. Joseph Knox

Publicado el 08 marzo 2018 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Narración dura, violenta, obsesivaIsabelle Rossiter, hija de un influyente político de Manchester, ha abandonado su hogar, y parece moverse en un ámbito algo más que inquietante. La policía, para congraciarse con el poderoso padre, David Rossiter, debe encontrar a la joven. Esta misión coincide también con la necesidad de que algún agente se infiltre en la hermética organización del narcotraficante Zain Carver. 

Y para ambas peligrosas tareas parece que el mejor dotado es el inspector Aidan Waits. Un policía acabado, denigrado por sus superiores, con graves problemas de alcoholismo y consumo de drogas, y con un lamentable déficit en cuanto a relaciones personales. En definitiva, el candidato mejor cualificado para poder tejerle una leyenda de policía criminal y desesperado y con el aliciente añadido de que, si fracasa y paga con la vida su error, nadie lo va a echar de menos.Con estas premisas, acompañamos a nuestro sufrido protagonista en el turbulento periplo que ha de recorrer. De su mano, conocemos los submundos más sórdidos del consumo y tráfico de drogas de Manchester, los clubes más desenfrenados, las fiestas más desquiciadas, y el violento mundo de aquellos que se disputan el control y los beneficios de una actividad comercial que produce pingües beneficios a los amos del cotarro.de las mansiones a los polígonos industriales abandonadosSiguiendo siempre los pasos de Waits, recorreremos desde los más exclusivos barrios y mansiones de la clase más rica y adinerada inglesa, a los polígonos industriales abandonados por la reconversión de los ochenta, y que acogen a una fauna variopinta de yonquis, marginados y sintecho, los llamados burnsiders.De igual forma, veremos los diversos tipos y calidades de droga; desde la cocaína más pura al alquitrán, una Heroína negra, que se produce con fentanilo, un opiáceo cien veces más potente que la morfina. Y tras las drogas duras, vendrán los adictos, que en sus diversas faunas nos mostrarán los niveles de abyección y criminalidad a los que están dispuestos por mantener su adicción.En este proceloso escenario, el sufrido protagonista luchará a brazo partido para poder llevar adelante las misiones que se le han impuesto, y no ser víctima de los peligrosos individuos con los que deberá tratar en sus investigaciones. En su periplo, Waits deberá también dar sentido y humanidad a unas historias que, en general, le enfrentarán a sus superiores policiales, e incluso a la familia de la desaparecida, pues el desarrollo de las investigaciones irá dando luz a aspectos muy sórdidos, tanto de la familia de Isabelle como de las prácticas, dudosamente legales, de un importante porcentaje de las fuerzas policiales de Manchester.Y como fondo permanente de la novela, un ambiente ominoso y sórdido, tanto por la crudeza meteorológica de Manchester como por las motivaciones y prácticas de buena parte de los actores de este violento drama. Y pese a todo esto, el protagonista irá dando luz, aunque sea de forma airada y a ráfagas, a unos personajes que, pese a sus capas de cinismo y perversidad, nos irán mostrando sentimientos y emociones profundamente humanas.Porque entre la fauna humana que iremos conociendo nos encontraremos con algunos personajes que nos cautivarán, pese a su gesto y máscara de dureza o cinismo. Entre ellos hay que citar a algunas jóvenes, que en su arrebatado deseo de vivir, nos propondrán destinos bien diversos. Sobre todo, hay que destacar al único personaje que ayuda a nuestro muy solitario protagonista: el Bicho, también llamado Daddy Longlegs, un transformista amigo del sadomasoquismo y los números más extremos del espectáculo, que socorrerá y guiará en algún momento a nuestro atribulado protagonista.Todos estos ingredientes se convierten en una narración dura, violenta, obsesiva y, en algunos momentos asfixiante, pero que en su tenacidad y su necesidad de supervivencia nos procura una apasionante relato del que es difícil despegarse.

Reservoir Books, 2018Compra en Casa del LibroJosé María Sánchez Pardo