Sistema de Activación Reticular (SAR)

Por Falcaide @falcaide
Más de una vez me habrás escuchado citar a T. Harv Ecker (@t_harv_ecker), autor de Los secretos de la mente millonaria, y su frase: «La principal causa por la que la gente no consigue lo que quiere es que no sabe lo que quiere».
También, probablemente, me habrás oído citar a Napoleon Hill y su obra Piense y hágase rico, quien escribía: «Un deseo débil trae resultados débiles, de la misma manera que una pequeña cantidad de fuego crea poco calor».
Esto no es nuevo. Ya el cordobés Séneca decía: «No hay buen viento para quien no sabe a dónde va». Pero para evitar que todo quede en filosofía, vamos a intentar ir un paso más allá y demostrar cómo esas afirmaciones no son sólo meras palabras sino que hay evidencia científica detrás que explican el porqué.
El cerebro es un excelente órgano buscador de soluciones cuando tiene una meta clara, concreta, específica, detallada. Dicho de manera resumida, una vez que has programado una meta en el subconsciente esta cobra vida propia. Y esto es así porque en el cerebro se pone en funcionamiento el SAR o Sistema de Activación Reticular.
En cualquier momento el cerebro registra unos 8 millones de bits de información, la mayoría de los cuales no les presta atención porque no añaden valor en la búsqueda de soluciones para las metas que tiene que conseguir. Por lo tanto, el SAR filtra la información y sólo somos consciente de aquella parte que nos es útil para alcanzar nuestros objetivos y nuestra supervivencia.
Un ejemplo. Si yo te pregunto qué información de toda lo que registrate ayer a lo largo del día te fue útil para desarrollar un nuevo método de pesca de trucha, probablemente me digas que ninguna o que no sabes. Está claro, tu cerebro no buscaba nada que ver con eso, aunque a lo mejor registró bits de información útiles con ese objetivo, pero lo ha dejado pasar y no eres consciente.
Muchas veces habrás escuchado que las mujeres embarazadas suelen ver muchas mujeres embarazadas por la calle. Lo mismo sucede si te vas a comprar un determinado modelo de coche, verás más por la calle de ese tipo. No es que haya más, es que tu cerebro está muy focalizado en eso, lo tiene muy presente, y el SAR lo capta muy bien. Tiene ahí su atención.
El SAR es, por tanto, un instrumento muy poderoso, pero sólo puede encontrar medios para lograr aquellos fines que busca. Para el cerebro, la claridad es fuerza, porque puede concentrar sus energías y alinear todos sus esfuerzos hacia un fin. O dicho te otra manera, tus metas serán tanto más fáciles de conseguir, cuanto más:
– Concretas.
– Específicas.
– Detalladas.
– Precisas.
– Claras.
– Nítidas.
Cuando eso ocurre, el cerebro tiene un mapa mucho más pormenorizado para encontrar recursos, personas, herramientas que permitan hacerlo realidad. De otro modo está disperso, difuso, confundido, despistado, no sabe para dónde tirar y que asimilar, y sus antenas no registran y procesan oportunamente los datos necesarios. Napoleon Hill, al que citábamos con anterioridad, también decía «Toda casa bien construida empezó con planos definidos sobre papel». Una casa no se comienza a levantar hasta que las especificaciones arquitectónicas (materiales, distancias, cálculos...) no están claras. Entonces empieza la obra. De ahí que sea tan importante saber qué es lo que quieres. Las personalidades que llegan más lejos tenían muy claro dónde querían llegar y se recreaban mentalmente visualizando ese sueño a cada momento.
Si te fijas, en nuestro día a día para muchas cuestiones ocurre lo mismo, pero no somos conscientes del funcionamiento. Si te montas en tu coche y te diriges Madrid–Valencia, siempre llegas a destino, ¿sabes por qué? Claro que lo sabes, porque tienes muy claro hacia donde te diriges. A lo mejor la Policía te desvía por el tráfico, a lo mejor te equivocas de salida, a lo mejor hay atascos... pero nada de esos inconvenientes te impedirán llegar a destino porque sabes muy hacia dónde te diriges y encontrarás de una u otra manera una solución.
Lo importante es que no pierdas de vista tu objetivo, tu sueño, tus metas, tu visión, porque entonces el barco comienza a estar a la deriva y quedar a merced del viento que sopla. Funcionas a tirones según las circunstancias del momento. La dispersión es uno de los grandes enemigos en la consecución de objetivos; la concreción, uno de sus mayores aliados. Alguna vez habrás escuchado al Doctor Mario Alonso Puig (@marioalonsopuig) decir: «Lo que el corazón desea de verdad, la mente se lo acaba mostrando». No es casual después de todo lo que acabamos de contar. Pero lo tienes que desear y tener claro con todas tus fuerzas (relee el post Desear no es ‘decir’ lo que se quiere, sino ‘sentir’ lo que se quiere); tiene que ser un deseo que te acompañe contigo siempre, que anhelas de verdad.
De todo lo dicho hasta ahora también se derivan dos consecuencias de las que ya hemos hablado en este blog y que conviene retomar:
1. La palabra más peligrosa es «Imposible». Cuando el cerebro cree que algo es imposible da por zanjado el tema. No merece la pena dedicarle un minuto. Punto final. Desconecta la búsqueda y registro de información porque no tiene sentido.
2. La frase más peligrosa es «No se puede». Respecto a esta cuestión, Robert Kiyosaki (@therealkiyosaki) apunta: «La frase ‘no se puede’ convierte a la gente fuerte en débil, ciega a personas que pueden ver, entristece a la gente feliz, convierte a los valientes en cobardes, le quita genio a la sagacidad, causa que la gente rica piense pobremente y limita los logros de esa gran persona que habita en nosotros» . Cuando tú piensas en tu interior que no puedes hacer algo, el cerebro no pierde energía en algo que no tiene sentido. La intensidad es débil.
Como dejábamos ayer en twitter en referencia a Wayne W. Dyer (@DrWayneWDyer): «Si crees totalmente en ti mismo, nada estará fuera de tus posibilidades». El cerebro buscará información, datos, recursos, herramientas, personas... para cerrar la tensión estructural entre tu deseo y la realidad. Sólo tienes que desearlo fuertemente, trabajar duro y no desistir; por el camino irán apareciendo las soluciones. No quieras ver todo el camino de golpe; cada paso te dará información sobre el siguiente paso a dar. Sólo tienes que empezar a caminar en la dirección que añoras.
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