Tal y como cuento en “El resultado de un proceso burbujístico”, la banca española se ha visto inmersa en un profundo proceso de reestructuración como consecuencia de los tres desequilibrios que la hicieron incurrir en la mayor crisis financiera de la historia: alta dependencia de los mercados internacionales, sobredimensionamiento (altos costes fijos) y, elevada exposición al ladrillo (escasa diversificación). Fueron las Cajas de Ahorro las más afectadas por estos desequilibrios, las cuales tuvieron que bancarizarse asemejándose así más a los bancos.
Bankia, que ya traspasó muchos activos inmobiliarios a la Sareb (banco malo, creado con el objetivo de sanear el sistema), va a finalizar el proceso poniendo a la venta un lote de inmuebles valorado en 4.800 millones de euros. Aunque la operación aún se está valorando, ya hay grandes fondos interesados en adquirir esta cartera compuesta por locales, viviendas y suelo.
Este proceso es fundamental para aportar confianza al sistema y permitir que los inversores vuelvan a confiar en la economía, solo así se recuperará totalmente el país, que aunque ya ha iniciado su recuperación, aún tiene dos desequilibrios: elevado desempleo y endeudamiento. El primero ya se está ajustando al PIB potencial, y el segundo solo se solventa con mayores ingresos, que vendrán del empleo adicional que se está creando.
Aún queda mucho por hacer, pero sin lugar a dudas, existe una correlación positiva entre la salud del sistema financiero y la del país. La salida de una crisis financiera no se entiende sin un ajuste en el sector financiero, y éste ya está en la última fase.