Sitar es un instrumento musical típico de la India. De él toma el nombre el restaurante de la Rambla del Poble Nou 101 del que os hablaremos. Un reencuentro con una antigua compañera me lleva hasta la zona y comimos allí.
Una fachada, pizarras y una terraza es lo que se aprecia desde fuera. Dentro encontramos dos niveles, una decoración sencilla que arreglaran con alguna figura y cuadro típicos del país que mezclan con una muy simple, pero práctica, barra y algo de mobiliario.
Su cocina es hindú o India no se como debe decirse, pues he escuchado versiones de todo tipo. El punto de occidentalización lo encontramos en el nivel de
picante, que aunque la comida lo es, está bastante suavizado. La mayoría de su clientela es gente de las oficinas de los alrededores que luego deben volver a sentarse buena parte de la tarde delante del ordenador. Si fuera tan picante como debiera seguramente más de uno no volvería por haber pasado una mala tarde!
El
menú aquel día y tal y como ellos te lo explican era (transcribo)
Primeros (Elegir uno de primero)
Chicken Pakoora: Pollo rebozado en harina de garbanzos y hierbas. Es frito, abundante…
Pathra Leave: Hojas de Ñame enrollado con harina, es frito.
Segundos (Elegir dos de segundo)
Lamb Korma: Cordero hecho con una salsa rica, cremoso de coco y almendras.
Mix Vegetable Curry: verduras mixtas preparadas en una salsa de curry y especias.
Chicken Karahi: Pollo hecho con cebolla confitada, tomate, pimiento y salsa de curry y especias.
Arroz, Pan (Naan), Postres y Bebida.
Esta es la descripción que hacen de sus platos. Te advierten de que lleva y como lo cocinan. No hay trampa ni cartón. Y donde podría haberla, en el picante, queda aclarado cuando te preguntan al hacer tu pedido que “nivel” quieres, ya que aunque la comida está adaptada, pueden darle más o menos intensidad.
El menú es sencillo en cuanto a elaboración pero original en su forma de presentarlo. El planteamiento es escoger un primero y dos segundos que se servirán a la vez, en una bandeja que recuerda a la de los colegios americanos con las raciones medidas. Siempre acompañado de arroz blanco y pan Naan. Las raciones pueden parecer poca cantidad. Al no tener la referencia del plato es difícil saber a priori si la ración será suficiente. Se sabrá después, al haber acabado.
En mi caso escogí de primero la
Pathra Leave, por aquello de escoger lo más extravagante. Tal y como describen es una hoja previamente enharinada que frien y te la sirven en rodajas. Un sabor diferente, pero se nota que es verdura. Eso si, crujiente sin estar cargada de aceite, la harina de garbanzos es más ligera.
Como segundos escogí el
pollo en vez del cordero como carne y las
verduras al curry. El pollo era bueno, muy especiado y las verduras tenían el toque de curry característico, pero sin cargar. El
Naan, un pan fino que recuerda al pan de pita sirve casi de cubierto y el arroz resulta imprescindible para mezclarlo con las
salsas. Todo se sirve a la vez y todo se come a la vez. Excepto los
postres.
Nos ofrecieron probar unos postres típicos del país. Así como en Índia el picante es habitual, los dulces también suelen ser “subidos de tono” en lo que a dulzor se refiere. Uno de ellos era
leche frita y hacía honor a este hábito. Eran dos bolas pequeñas y diría que estaban
regadas con miel algo rebajada. El otro postre era un
pastel de zanahoria, pero nada parecido a lo que ya hemos interiorizado como tal, el Carrot Cake americano. Este era un pastel de zanahoria diferente y la hortaliza se veía claramente. En este se rompía el molde, ya que, aún siendo dulce, era mucho menos empalagoso que el otro.
Nos gustó
Sitar. Un sitio sencillo que ofrece un menú a un muy buen precio. Por
10 Euros quedas satisfecho, pruebas algo exótico y sales de tu rutina diaria. Seguro que su carta tiene muchísimas más opciones, las raciones serán más generosas y hará subir la cuenta, pero creo que no puede ser muy disparatado. Para aquellos días que vuestro paladar necesite viajar, el restaurante Sitar será un acierto.