Skopelos

Por Mteresatrilla
Organizar un viaje a Grecia no resulta nada fácil si se dispone de pocos días como era el caso. Demasiado para escoger entre destinos que resultan enormemente atractivos. En este primer viaje queríamos incluir Atenas y alguna isla. Entre las 2000 islas que tiene el país, alrededor de un 10% están habitadas, por lo que el trabajo de selección se reducía a tan “sólo” unas 200 que están repartidas entre varios archipiélagos: Cícladas, Dodecaneso, Jónicas, Espóradas, Islas del Norte del Egeo y las del Golfo Sarónico.La combinación de historia y mitología con una gran variedad de paisajes hace que siempre se encuentre alguna al gusto de cada viajero.Nuestra ruta resultó un poco atípica, ya que destinamos la mitad del viaje a las Espóradas, principalmente Skopelos y el resto de días a Santorini, un clásico entre las islas griegas y una de las más turísticas. La distancia que separa las Espóradas de las Cícladas es considerable pero nos apetecía conocer estos dos pedazos del gran mosaico griego y así lo hicimos.Y ¿por qué precisamente Skopelos? Desde el mismo día que fuimos a ver la película Mama Mia, me propuse viajar a aquella preciosa isla llamada Kalokairi en la ficción. El archipiélago de las Espóradas se compone de once islas mayores de las cuales sólo cuatro están habitadas: Skiathos, Skopelos, Alonissos y Skyros. Skopelos es una isla muy fértil, se dice que es la más verde de todas las islas griegas y la casi totalidad de su superficie está cubierta de pinos, eucaliptos y olivares que llegan hasta el mar. Es también bastante montañosa y sus altitudes máximas las encontramos en el Monte Delfi (681 m) en el centro de la isla y Palouki (546 m) al sudeste. Algunos de sus pueblos parecen colgados en la montaña adaptándose perfectamente al terreno.En tiempos pasados, fue un importante lugar avanzado de la cultura minoica que según la mitología fue gobernada por Estásfilo (que significa uva) el hijo de Ariadna y Dionisios quien introdujo el cultivo de la vid en estas tierras.La extrema belleza que sedujo a éstos y a otros dioses del Olimpo como Apolo o Hermes, cautivó también a los responsables de Universal Studios encargados de escoger entre las 21 islas griegas que recorrieron antes de rodar la mayor parte de los exteriores que aparecen en la película.Skopelos no tiene aeropuerto ni forma parte de la ruta de ningún crucero, lo que considero una gran ventaja ya que el turismo que llega hasta allí es minoritario. La única manera de llegar es en ferry o en hidroplano, algo más rápido que el primero.Desde Atenas viajamos unas dos horas y media en autobús hasta la localidad de Agios Konstantinos, en cuyo pequeño puerto embarcamos en hidroplano de la compañía Hellenic Seaways que en otras dos horas y media y tras una breve parada en la vecina isla de Skiathos, nos dejó en Loutraki.

La isla tiene dos puertos de entrada: el de Skopelos, que además del nombre de la isla es el de la capital y principal ciudad, y también el diminuto puerto de Loutraki situado a los pies de Glossa, la segunda localidad en número de habitantes.Pasamos cuatro noches en la isla la cual recorrimos en un coche de alquiler de arriba abajo. Sus pequeñas dimensiones (95km2) permiten ir de una punta a la otra en menos de una hora. También circula una línea de autobuses pero la frecuencia es escasa, por lo que alquilar un coche o una moto supone una mayor independencia y el acceso a algunos rincones donde el bus no llega.Los cortos trayectos son una atracción en sí mismos y merece la pena ir haciendo paradas para contemplar las vistas.En las cunetas de muchas carreteras se encuentran pequeñas capillas como recordatorio a alguien que ha perdido la vida en accidente de tráfico o, simplemente pidiendo protección a algún santo.
Y ¿qué se puede hacer en Skopelos? Pues básicamente, disfrutar de sus magníficos paisajes y de sus puestas de sol, de sus paradisíacas playas, pasear por sus pueblos, visitar los monasterios y sobretodo curiosear. Esto significa caminar sin prisa por las empinadas calles de Skopelos o de Glossa, sentarse en una taberna saboreando un café frappé o una cerveza bien fría mientras se contempla el tranquilo paso de las horas.La vegetación de la isla es típicamente mediterránea y además de pinos y olivos se ven también viñas,higueras, almendros y algunos árboles frutales. A pesar de que los locales me aseguran lo contrario, a juzgar por la maleza que crece en los campos, me da la sensación que tienen los olivares medio abandonados. Poco más de 4500 personas viven en Skopelos durante el invierno. La mayoría de isleños se han buscado la vida fuera y vuelven en época vacacional para explotar pequeños negocios turísticos, la mayoría de carácter familiar.LAS PLAYASA pesar de que no nos entusiasma la playa, no pudimos resistirnos a sus encantos. Una de las playas más conocidas es la de Kastani. La playa es de película, nunca mejor dicho, pues fue donde se rodaron varias escenas de la película Mamma mia en el año 2008. Una pasarela de madera conduce del parking de coches hasta la playa, pasando por un encantador chiringuito rodeado de césped, flores y mesitas con cojines en el suelo bajo la sombra de los pinos. Hay gente pero no demasiada. El agua es de una transparencia absoluta pero demasiado fría para mi gusto. Enfrente el islote de Dasia, completamente cubierto de vegetación.

La playa contigua, Milia, es ideal para nadar y un poco más larga que la de Kastani.
También estuvimos en Glysteri, una pequeña playa de guijarros escondida entre colinas recubiertas de olivos. Aquí comimos en un acogedor restaurante llamado To Palio Carnagio regentado por varios miembros de una misma familia. Tienen incluso un pequeño museo con utensilios del campo y piezas tradicionales.Comimos un delicioso pulpo, calamares, berenjena rellena y ensalada griega, todo para chuparse los dedos.
Como curiosidad, decir que aquí también se filmaron algunas escenas de la película y es donde se encuentra el arco de piedra que da entrada a Villa Donna, la bonita aunque ruinosa casa de la protagonista Meryl Streep. Tras el arco que nadie espere encontrar Villa Donna (era un decorado de Pinewood Studios en Londres) sino que se encuentran las mesas del restaurante comentado.
En Loutraki, al otro lado del puerto, hay una pequeña playa de aguas limpias y transparentes. Me imagino que en pleno mes de agosto estará más concurrida, pero nosotros estuvimos prácticamente solos. Se puede comer en la antigua taberna y degustar la rica gastronomía de la isla, probar el vino local y el famoso pastel de queso de Skopelos, una especie de pastel enroscado relleno de queso de cabra. Aunque lleva el nombre de la isla, parece ser que “robaron” la receta a la vecina Alonissos que reivindica también su parte de mérito.

Otras playas que visitamos, todas ellas preciosas, fueron las de Andrines y Panormos que se encuentran en la costa Oeste igual que Kastani y Milia o Stafylos y Agnontas, en la costa Sur.

LAS CIUDADESSkopelos. La primera impresión al llegar a Skopelos es la de un pueblo que enamora, con la imagen de las blancas casas recubriendo la colina sobre el puerto que bordea la bahía. El paseo marítimo es la parte más turística, lleno de tiendas y de pequeños restaurantes que ponen difícil la elección.
Paseando por sus estrechas calles nos vamos encontrando iglesias y ermitas de un blanco deslumbrante intercaladas entre las casas. Éstas son de dos o tres pisos y muchas de ellas tienen un balcón de madera. Las puertas y ventanas están pintadas con alegres colores que rompen la monotonía del blanco de las encaladas paredes. Bonitos rincones llenos de flores y una paz absoluta hacen el paseo muy agradable.




Glossa es la segunda localidad de la isla aunque mucho más rural que Skopelos. Se encuentra a unos 250 metros sobre el mar con unas vistas impresionantes sobre el pequeño puerto de Loutraki. Glossa y Loutraki están unidas por carretera y también por un sendero empedrado bastante más corto. La subida es infernal, el calor empieza a notarse y las abejas nos van persiguiendo a lo largo de todo el camino. Por aquí hay colmenas repartidas por todas partes, uno de los productos que más se produce en las Espóradas.

El paisaje es básicamente de olivos y alguna viña, también almendros, limoneros, higueras y granados. Al llegar a Glossa nos sentamos en un bar de la plaza donde los viejos del pueblo toman el fresco mientras sus ágiles dedos juguetean con el koboloi, esta especie de rosario pequeño que tienen la mayoría de varones.Las edificaciones son similares a las de Skopelos aunque menos cuidadas y en un ambiente mucho más rural. La gente se saluda con un kalimera (buenos días en griego), los gatos van a sus anchas y los niños juegan a ladrones y policías con pistolas de agua pero se lo toman tan en serio que tras un tatatatatata simulando el sonido de una ametralladora se dejan caer muertos rodando calle abajo. Glossa es la imagen de un pueblo auténtico que poco o nada se ha visto influenciado por las avalanchas de turistas que invaden muchas localidades de las islas griegas.Cerca de Glossa está la iglesia de Agios Ioanis que se construyó en la punta de una roca en el mar a 100 metros de altura. Para llegar a la pequeña capilla se deben subir 105 escaleras pero merece la pena. La leyenda dice que un lugareño vio algo que brillaba en la cima de la roca. Aunque al principio no le dio importancia, la escena se repetía hasta que el hombre soñó con una mujer que le ordenaba subir a la roca en busca de un icono. Comentó lo que había soñado y junto con todos los habitantes de la isla empezaron a escarbar escaleras para llegar hasta la cima donde encontraron un icono de Agios Ioanis (San Juan). Lo llevaron a una iglesia cercana pero al día siguiente el icono volvía a encontrarse en la roca, por lo que decidieron construirle allí una iglesia.
Si habéis visto la película Mamma mia, estas fotos os resultarán familiares, puesto que aquí se rodó la escena de la boda, sin embargo, el interior de la iglesia en la ficción no se corresponde con Agios Ioanis ya que en realidad se trata de una diminuta capilla.

RUTA DE LOS MONASTERIOSEsta recomendable excursión se puede hacer en una mañana ya que los monasterios están muy cerca entre sí. Desde la ciudad de Skopelos sale una estrecha carretera que da paso a un camino polvoriento cuando se acaba el asfalto. El paisaje es una maravilla y las vistas sobre la ciudad estratégicamente situada en la bahía son espectaculares.El primero que visitamos fue el Monasterio Evangelistrias. Es un monasterio del siglo XVIII rodeado de una muralla defensiva y en cuyo convento queda solo una monja, la anciana hermana María. Nos va enseñando las diferentes estancias que tiene limpias y ordenadas. La pequeña iglesia tiene un valioso icono de la Virgen que nos enseña orgullosa. Nos ofrece un típico dulce de Skopelos y nos lleva a una pequeña habitación donde tiene una serie de artículos a la venta. La verdad es que no hay nada que nos llame la atención pero nos sentimos obligados a comprarle alguna cosa y salimos con un pequeño icono.

A continuación seguimos hasta el Moni Metamorfosis Sotiros, el más antiguo de las isla (siglo XVI). En la guía Lonely Planet leemos que se encuentra abandonado, pero no es así. Hay un monje malhumorado que lo cuida y tiene el recinto lleno de flores. En una de las estancias tiene también la tienda, un poco más surtida que la de la hermana María pero donde tampoco encontramos nada que nos interese. A pesar de ello salimos con otro icono, una pequeña ayuda al mantenimiento del monasterio.

Continuamos el camino hasta el Monasterio Moni Varvaras (S. XVII) que no tiene comunidad religiosa y lo lleva una pareja que lo mantiene impecable.Muy cerca se encuentra el último monasterio, Moni Prodromou (s.XVII). Nos recibe una monjita con una plácida sonrisa y con gestos nos intenta explicar que de las dieciséis monjas que vivían en el convento sólo quedan dos. Las vistas desde aquí son magníficas y ya sólo por eso merece la pena la visita.
Desde Skopelos se pueden hacer también excursiones a las otras islas Espóradas pero esto es ya la siguiente historia.