Yo soy un geek. Cada vez que aparece un nuevo dispositivo me lo llevaría a casa, pero desde que dedico a desarrollar mi productividad he descubierto la utilidad y el encanto de la baja tecnología. Desde la libreta de notas a los mapas mentales hechos con lápices de colores, estas herramientas han sido la base de mis procesos de recopilación y planificación. Más allá de la herramienta, en la productividad personal es el hábito lo que hace al monje. El hecho de usar herramientas lejos de la sofisticación de la tecnología ayuda a asentar los métodos, por el simple hecho de que nos vemos obligados a seguir paso por paso el proceso, sin posibilidad de automatizar el mismo. Léase implementar GTD en baja tecnología.
Imagen vía liewcf bajo licencia Creative Commons
Sin embargo continúo siendo consciente de la utilidad de ciertos dispositivos para automatizar nuestras tareas. Para pasar de un plano artesanal a una mecanización del trabajo. Quiero hablar de los smartphones, o las tablets, frente a las herramientas clásicas o de baja tecnología.
Una de las principales ventajas es la capacidad de automatización de las tareas más comunes. La capacidad de digitalizar las notas, y el conjunto de herramientas que incorporan hoy en día los dispositivos permite capturar información en texto, tecleado o manuscrito, en imagen o mediante grabación de voz. Si además disponemos de conectividad a la red, podemos enviar todo a nuestro inbox digital, evitando los molestos procesos de sincronización.
El ejemplo más claro Evernote, con aplicaciones nativas para las principales plataformas móviles que facilitan la utilización del software como almacén digital para acceder a nuestras ideas y documentación. Podemos sumar Dropbox para acceder a nuestros archivos en línea. Solo dos de las múltiples opciones para acceder a nuestra documentación.
Por no hablar del plus funcional que representa el hecho de poder acceder e instalar aplicaciones del market de la respectiva plataforma, aumentando la versatilidad del dispositivo. Las aplicaciones ya mencionadas, el acceso a tu suite productiva: Google Docs o MS Ofice por ejemplo, todo tipo de aplicaciones que permiten registrar datos y guardarlos en la nube, o aplicaciones con geolocalización para los que están obligados a desplazarse con frecuencia. Son unas ventajas que las herramientas analógicas no pueden suplir con tanta eficiencia.
Para terminar el repaso de las ventajas de los smartphones como herramienta productiva hacer mención a la posibilidad de realizar copias de seguridad de nuestros datos con una mayor facilidad que en el ámbito analógico. Estoy seguro que si implementan GTD con un moleskine, una de mis grandes miedos sería perder la libreta, aunque David Allen diga que nosotros no somos nuestras listas, y que éstas se pueden rehacer. En cambio el dispositivo puede desaparecer pero la información prevalece (si tenemos una cierta disciplina para establecer y seguir una política de backups).
Como siempre existe un reverso tenebroso que nos atrae hacia la procastinitzación y el dispendio inútil de tiempo. El software orientado al ocio, la comunicación persona-persona o el acceso a las redes sociales convierten al usuario en un zombi productivo. Más tecnología no significa más productividad, significa una oportunidad para hacer las cosas mejor o para estropearlo aún más. Las herramientas que utilizamos en nuestro trabajo son un potenciador de nuestros hábitos, los buenos y los malos.
Tengamos en cuenta también su coste económico, no me refiero únicamente al precio del dispositivo en sí, sino el mantenimiento. Esa cuota de datos que las operadoras nos invitan a abonar y que me de sumarle el coste para tener en cuenta si vale la pena adquirirlo por el uso que haremos contrastándolo con lo que estamos dispuestos a invertir.
Para otros artículos dejamos la valoración coste-producción y que nos ofrecen las diferentes plataformas. Dedícame un minuto y coméntame si estas navidades te ha caído un smart o una tablet, y si hace tiempo que lo tienes qué valor añadido aporta. Como siempre tienes a tu disposición el apartado de comentario o mi cuenta de twitter @davidtorne.