Visitar el Valle del Pas es saborear Cantabria.
La Cantabria de la montaña, las vacas y los “praos”
Lugar de monasterios y templos románicos, pero también de cabañas edificadas en piedra por los pastores trashumantes que encontraron aquí su fuente de riqueza. Quienes luego se llamarían Pasiegos llegaron desde tierras burgalesas gracias a los Permisos de Pastos Libres que el Rey Alfonso VIII concedió a sus monteros allá por el año 1206.
Sus “casas vividoras” las utilizaban en primavera y verano, cuando los pastos eran frescos, verdes y perfectos para el ganado. En ellas convivían junto al ganado y almacenaban la paja y el heno.
Con el heno recolectado alimentaban el ganado durante el invierno mientras ellos bajaban a las aldeas que poco a poco fueron creciendo, hasta convertirse en las tres Villas Pasiegas.
En Selaya tuvo lugar el origen de los Sobaos. A mediados del siglo XX el matrimonio Sáinz se ganaba la vida al puro estilo pasiego. Él cuidaba del ganado mientras su esposa, creativa y buena cocinera, hacía quesadas y unos bizcochos sobados por ella misma.
Con la iniciativa de una buena empresaria comenzó la comercialización de sus deliciosos “sobaos” por la comarca. En baúles de madera recorría pueblos y mercados hasta agotar la mercancía. Desde entonces no han parado de crecer, los sobaos se han convertido en uno de los productos más típicos de Cantabria y el Valle del Pas en su cuna.
Joselín es una de las marcas más conocidas de sobaos y aunque la elaboración es ahora mecanizada, los ingredientes y el proceso continúan manteniendo la esencia de la artesanía tradicional.
Mª Angeles, hija de los fundadores fue la anfitriona perfecta. Nos invitó a su cabaña, una casa vividora, me encanta el nombre pasiego, para enseñarnos cómo vivían y sobre todo como su madre elaboraba los sobaos que luego tan famosos se hicieron.
Pero antes había que regresar al pasado para fabricar el gorro, tal y como Mª Ángeles y sus hermanas pasaban las tardes.
Si pincháis aquí podéis ver mi Vine haciendo gorros.
Mantequilla casera, harina, azúcar, huevos y leche nos esperaban sobre una gran mesa de madera.
Así fue cómo descubrí el porqué del nombre de ese bizcocho que ha alimentado mis desayunos y meriendas desde la infancia.
El Sobao.
El mejor utensilio, unas manos ágiles y bien limpias para mezclar poco a poco todo los ingredientes.
Y para terminar rellenando los gorros.
Veinte minutos al horno (180º) y a merendar sobaos y otros productos de la tierruca.
Bienvenidos al Valle del Pas
Gracias a Mª Ángeles y sus hermanas que tuvieron la amabilidad y la paciencia de enseñarnos el origen de su tradición familiar, su casa y su ¡receta!
250 gr de mantequilla
250 gr de azúcar
250 gr de harina
4 huevos
1/2 cucharada de miel
1 cucharadita de levadura