Existen equipos que crean historia. Y existen otros que viven de ella, o lo intentan a duras penas. El bagaje que pagan los clubes con aspiraciones de personalidad propia es la preocupación continua. Por las acciones, por los valores (tan de moda) y, sobre todo, por el futuro. El presente de un gran club consiste en la búsqueda continua de la garantía futura. Si no es así, entonces se trata de equipos que no se comportan como lo que fueron, como lo que quieren ser o como lo que nunca llegarán a ser.
En esos casos, en aquellas escuadras esclavas de lo conquistado y aspirantes a la tiranía bien entendida, los protagonismos se venden en forma de hipoteca moral. Aquellos salvadores de los imperios futbolísticos depauperados pasan a ocupar repentinamente multitud de marquesinas de autobús, fachadas de gigantes grises de cemento y portadas de periódicos abandonados en bancos de madera. El matiz no viene en la palabra ocupar, sino en el verbo liderar. Sin preguntar por la intención del protagonista, el nuevo aupado padece una fuerza casi gravitatoria hacia el centro de la información, de la responsabilidad.
Debe ser el tipo eficaz, el nuevo práctico, pero sin perder un ápice de ejemplaridad. Esto es algo muy extendido en el fútbol inglés y notablemente complicado de conseguir para un futbolista. Pero se pilla antes a un no tan simple futbolista que a un futbolista simple. Juegos de palabras aparte, me han entendido. Hay jugadores de fútbol cuya presencia alumbra ciudades enteras y cuya firma se extiende más allá de un simple contrato de papel. Su nombre se fusiona con un escudo, sus movimientos se accionan con los gritos y sentimientos de la afición. Su simple figura hiperventila un estadio. Este es un claro ejemplo.Decía Shakespeare que algunos hombres nacen grandes, otros logran grandeza, a otros les es impuesta y a algunos les queda grande. Steven Gerrard nació grande y morirá grande. Y es esa cualidad la que le habrá avisado internamente para ir preparando el camino. Él no sabe si queda mucho o poco porque el trazado del fútbol es tan irregular que nunca permite ver la llegada. Sin embargo, la nobleza y envergadura de su club y la dignidad de su condición le impiden mirar hacia delante sin pensar en el futuro. Y aunque ni yo ni ustedes veamos el final, no tengan duda de que Gerrard ya lo prepara. Sin dejación, sin perder intensidad, sin evitar derramar sangre. Pero con la responsabilidad del capitán, corazón y arma del Liverpool Football Club.
Artículo publicado en Premier League Spain:
http://premierleaguespain.com/2012/10/sobra-el-silencio/
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