Había escuchado ya hace tiempo del llamado “choking game” pero las últimas novedades al respecto me han dejado listo del todo. Como su nombre indica, este “juego del ahogo” es una moda que se extendió hace unos años entre la muchachada de esa cuna del despropósito que es norteamérica. El jueguecito consiste literalmente en ahorcarse durante unos segundos, ya sea uno mismo o con la ayuda de otros, de forma que se dificulte la llegada de flujo sanguíneo al cerebro a base de presionar la carótida, provocando que al dejar de provocar la presión, se llegue a un estado de embriaguez fruto de la bajada en el pulso. Vamos, un divertimento de gente inteligente, de los que se sacan una ingeniería a año por curso. Pues bien, la moda lleva bastante tiempo extendida en otros lugares Argentina, Chile o Perú. ¿Y sabéis a quien le echan la culpa de todos los fallecidos que hay hasta ahora? Pues claro, a internet.
En un párrafo del texto al respecto en el nunca suficientemente amarillo diario 20 minutos, se puede leer lo siguiente: “La policía de Argentina investiga si existe relación entre un macabro juego de Internet que induce a la asfixia y la muerte de ocho adolescentes, que aparentemente se suicidaron.” Indagando un poco más, resulta que esto es así, las autoridades y los correspondientes “cuerpos de investigación en computadores” (leído tal cual) de los países afectados están siguiéndole la pista a una hipotética red oculta de webs que te incitan a que te ahorques, y que tomarán las medidas oportunas dada la peligrosidad de tentar al público público con una propuesta de tal calibre dados los numerosos fallecimientos que han acaecido durante los últimos meses.
¿Estamos gilipollas del todo o qué pasa? Se ve que ya ha perdido fuerza el hecho de culpar a los videojuegos por todos los males del mundo al haberse extendido su uso hacia el mainstream y claro, habiendo ancianitas, papás y mamás jugando con su DS a nadie se le ocurriría tachar de peligroso un negocio que practicamente ya abarca todo el posible espectro del target al que puede dirigirse, más que nada por los abultados beneficios que ello supone.
La matanza de Columbine queda ya bastante lejos, el nuevo medio que se le escapa de las manos a la prensa y a los padres preocupados es internet. Quiero decir, el problema no está en que tengamos a nuestro alcance toda un mundo de depravación, sino las luces que tengamos a la hora de aprovecharnos del medio. Cuando era un chaval sabía perfectamente que no era nada seguro hablar con desconocidos, que existían ciertas barriadas y calles más peligrosas que otras o que hacer el ganso con mecheros y petardos podía acabar montando la marimorena.
¿Tu hija le enseña la hormigonera a un señor que no conoce vía webcam? ¿Tu chaval ha dejado medio comatoso a un compañero del clase? No se preocupe, siempre tendrá la red de redes para cobijarse ante las carencias de una educación descuidada en un entorno insano para sus niños. Ahora les ha dado por ahorcarse de broma, tal vez dentro de poco hagan como el vídeo del chimpancé que vi el otro día y se pongan a meterle la churra por la boca a un sapo, pillando la gonorrana o algo así, pero siempre tendremos a alguien a quien echarle las culpas.
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