Más de una semana después del retorno de un fin de semana mítico en Amsterdam y ya con la cabeza bien fría para realizar un análisis, nos gustaría relatar una aventura que no tuvo nada de divertido. Todo lo contrario. Una "batalla" en la Armada Night que rompió la noche, dejó el ánimo tocado y nos hizo perdernos media hora de W&W, el gran leitmotiv del viaje.
Pasada la media noche comenzamos a buscar una forma de beber algo. Nuestro propósito, evidentemente, ir a la caja y comprar bonos con la tarjeta. Primer fiasco. "Lo siento, solo se admite Mastercard". Como en los dibujos animados nuestra boca se abrió hasta el suelo, no se podía pagar con Visa, el segundo plástico más universal. Rápidamente y en un error analítico pienso que está todo montado. Solo se puede pagar con Mastercard para que vayas al cajero y te dejes la comisión... segundo fiasco.Al poco rato, tras un par de bailes y con la primera indignación en el cuerpo, nos ponemos rumbo al cajero. Más asombroso aún. Solo se puede retirar dinero con tarjetas Mastercard. Apenas era la 1:00 y ya estábamos bien jodidos. Sin nada que beber y con tarjetas inútiles por completo.
Nuestra obstinación no se detiene. Teníamos algo de efectivo, pero insuficiente para adquirir un bono de 10€. Igualmente, nos dirigimos a una caja en la que un cartel rezaba "only cash". Pensamos que si le contábamos la historia aceptaría vender menos de diez euros (al fin y al cabo, es dinero para la promotora). Negativo. Nos dice que nos vayamos a la otra caja o a sacar al cajero. Le decimos que es imposible lo que nos comenta, tras lo cual se desentiende por completo de la historia.Ya sabiendo que aquí nadie se moja ni se va a mojar, nos dirigimos a los puertas para decirles si podemos salir del recinto para sacar en un cajero cercano. Lo único que nos importaba era no perdernos a W&W. La "señorita" de la puerta nos dice que "si salimos no volvemos a entrar". Respuesta que repetía sistemáticamente ante cualquier interrogante.A todo esto no había en el recinto ningún emanador de agua. Ninguna fuente, servicio, lavabo o cisterna en la que poder repostar. En ese momento la situación me recordó un poco a aquella funesta noche en el Martín Carpena de hace casi 10 años, donde el agua brillaba por su ausencia.Total, a las 2:00 ni teníamos algo de beber ni forma de comprarlo. Eso a pesar de tener dinero en efectivo, tarjetas e incluso medio token del día anterior (aunque no válido). Como última opción empezamos a recorrer el local en busca de algo de beber. Enésimo fiasco. El problema se constataba: no teníamos nada que beber y la fiesta acababa a las 5:00...
Aún así continuamos bailando a ritmo de un Armin trancero como no se le recordaba. Y con los síntomas de la deshidratación haciendo mella poco a poco. Hartos ya de la situación decidimos ir a hablar con un responsable pues no pensamos que es cabal no poder comprar nada a pesar de tener dinero. Nos dirigimos a información de la terminal, donde mi amigo Andreu, en perfecto inglés, le expone la situación y que necesitamos una solución urgente, pues llevamos tres horas intentando comprar algo de beber. No se si a esas alturas era previsible o no, pero el hombre de información nos manda a freir espárragos.Totalmente indignado salgo de la terminal mientras que Andreu se dirige a recoger la ropa. Ya estamos fuera. Ahora, la "señorita" de la puerta si responde a nuestras preguntas. "El cajero más cercano está en Central Station". Es decir, más de 20 minutos andando con 5º de temperatura... ahí salió la vena española a relucir.
ESTO EN ESPAÑA NO PASA
No pensábamos soportar esa situación. Y ya con algo de agua en el cuerpo estábamos casi perfectos. Empezamos a aporrear la puerta automática requiriendo la presencia de un responsable o encargado, pensando que en breves nos vamos a llevar un galleta o una llave de Krav Magá. Nada más lejos de la realidad, en breves se presenta el encargado. Un holandés de metro noventa, espigado y elegante nos dice, con un tono extremadamente sarcástico, que cual es esa emergencia.Le contamos punto por punto toda la noche. Nos dice que deberíamos de haber hecho, a lo que nosotros le contestamos que ya lo hemos hecho. Le enseñamos el sello del baño, única prueba de que hemos estado dentro.Para darle intensidad emocional al asunto le muestro mi camiseta de la selección holandesa con el nombre de Willem & Ward. Aún así, nos dice que no nos debería dejar pasar, puesto que la prohibición de salir es porque la gente sale a tomar drogas... yo, simplemente, le dije que no recorro 2.500 km para tomarme una pastilla, que venimos desde España para ver a W&W. Nos dice que "ya sé que sois españoles". En un paréntesis para el humor, le digo que si eso es bueno o malo. A lo que responde con un silencio.Tras hacerse el duro y reirse con el jefepuerta unos instantes nos dice que podemos volver a entrar previo cacheo a fondo. Una vez registrados nos dice que como vamos a solucionar el problema del agua. Ahora tenemos cinco euros más del depósito del ropero, así que nuestro problemas parecen estar porcentualmente resueltos. Pero nos dice que donde vamos a dejar la ropa. Le decimos que en la mano, que no hay problema. Pero no está permitido. Aquí llegó el verdadero jaque mate de la conversación.Fue entonces cuando le dije que yo ya había estado aquí antes para coger un crucero con mi novia, que sabía que esto era una estación internacional de pasajeros y que como era posible que no se pudiera pagar con Visa. Evidentemente no respondió a la pregunta y comenzó la cadena de favores por parte de este dinosaurio de la noche de la capital holandesa.
La fiesta acabó con el chasco a Sied van Riel y con el mal rato de una aventura del todo innecesaria. Lo primero que pensamos tras salir fue que en España esto no pasa. De principio a fin. Porque en España alguien que se quiere gastar el dinero en un garito se lo gasta. Dos, porque en España nadie niega un vaso de agua en una bar o garito. Y tres, porque si aporreamos una puerta española en presencia de alguien de seguridad seguro que tendríamos al cara amoratada.Una batalla extremadamente desagradable y lo peor, deja una sensación de no haberlo pasado bien totalmente alejada de la música que te lastra en la memoria para siempre. Así como deja a Alda Events a la altura del betún. Porque si esto lo hace un promotor español pensamos que esto es el tercer mundo. Por lo menos ya sé que no solo aquí es así, sino que otros sitios puede ser mucho peor...