Sobre despojados, populistas y otras expropiaciones

Publicado el 03 mayo 2012 por Lparmino @lparmino

Cristina Fernández, Hugo Chávez y Evo Morales
Fotografía: Presidencia de la Nación
Fuente

No es por alarmar. Pero desde el pasado 16 de abril de 2012, la empresa española en el exterior ha sufrido dos graves varapalos. El primero tuvo como escenario Argentina. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner decidió la expropiación de la mayoría de la participación de la empresa española Repsol en YPF. Este 1 de mayo, quizás para celebrar una festividad como la del trabajo, Evo Morales, presidente de Bolivia, anunció la nacionalización de la filial de Red Eléctrica de España en su país. Para los analistas, esta última acción no supone un golpe comparable al argentino. Sin embargo, surge con inquietud una pregunta de difícil respuesta por el momento: ¿Qué está ocurriendo en los países del área latinoamericana? (si es que está ocurriendo algo).

Expropiaciones en Latinoamérica

Torre Repsol - YPF en Buenos Aires
Fotografía: Luis Argerich - Fuente


La expropiación de YPF ha provocado una curiosa respuesta bilateral. Bilateral, porque podemos hablar de las algaradas rancias y obsoletas de un nacionalismo desfasado y vergonzante por parte de los gobiernos de España y Argentina. Una aludiendo a la recuperación de soberanías nacionales ultrajadas por la vieja metrópolis; y otros, enfurruñados, amenazando a diestro y siniestro, haciendo llamamientos a estancias más creíbles, Unión Europa y Estados Unidos, para intentar poner en su sitio a los levantiscos argentinos.
Carlos Jiménez Piernas, Catedrático de Derecho Internacional Público en la Universidad de Alcalá, reflexiona en un trabajo profundo y fundamentado acerca de la implicación del derecho internacional en la nueva brecha abierta entre Argentina y España a raíz de la cuestión Repsol – YPF (ARI 31, 2012). Y, si bien es cierto que existen mecanismos que podrían arbitrar el conflicto entre la petrolera española y el Gobierno argentino, Jiménez Piernas aconseja la total discreción de las autoridades españolas en el asunto, apelando a la diplomacia en el sentido más estricto de la palabra. Como él mismo concluye, “se sugiere una aproximación muy fría y pragmática sobre este asunto, evitando a toda costa excesos patrióticos similares a los que tan dada es la clase política argentina y que son objeto de burla y crítica fuera de sus fronteras”.Si en clave de relaciones internacionales es aconsejable esa mano izquierda del Gobierno español, más aún debe entenderse esa discreción en clave interna. Con los tiempos que arrastramos, con una economía en recesión y un creciente desempleo, puede parecer indecente, a ojos de la opinión pública, que el presidente del Gobierno junto con todos sus ministros pongan en marcha los mecanismos necesarios, a nivel judicial y diplomático, para defender los intereses de una gran compañía en territorios ajenos. Puede ser difícil de comprender, en plena crisis económica y social, que el Gobierno se implique en lejanas cruzadas en defensa de los intereses oligárquicos españoles.
La otra cuestión está en acercarnos al otro polo implicado: Latinoamérica. Los gobiernos regionales han optado por dos respuestas ante la expropiación argentina: aquellos que, al menos, la justifican y defienden (Venezuela o Bolivia, por ejemplo); frente a los que consideran que la acción unilateral del Gobierno de Buenos Aires supondrá un grave deterioro en la imagen comercial de todo el continente (México o Colombia, entre otros). Es decir, por una parte se encuentran todos los Estados bolivarianos que han optado por la vía del intervencionismo económico, en mayor o menos medida, frente a los claros paladines de la bandera del neoliberalismo auspiciado desde el vecino del norte. Incluso, podríamos hacer un mero repaso a todas las expropiaciones que han sufrido las empresas españolas en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina, como ya han hecho la Cadena Ser o El Mundo.

Policía boliviana
Fotografía: Andrea - Fuente

Las autoridades argentinas y bolivianas han utilizado básicamente el mismo argumento: las empresas españolas obtienen pingües beneficios que no se reinvierten en el crecimiento del país en cuestión. Sin embargo, los detractores de estas medidas critican la vuelta a un populismo, de gran calado en la región latinoamericana, que pretende ocultar los graves problemas sociales que viven los países en cuestión. Es cierto que Bolivia vive una tensa situación social, al igual que sucede en Argentina. Incluso, en este último país la presidenta Cristina Fernández trató de levantar los ánimos patrioteros acudiendo a la ya vieja reivindicación de las Malvinas.
Parece evidente, por tanto, que en el fondo de la cuestión, dejando atrás pozos petrolíferos, fuentes de energía, yacimientos, etc., se encuentra el descontento social. En los países latinoamericanos, economías emergentes en que la política todavía es agente y factor decisivo. En España, una población cansada, indignada y agobiada tiene que enfrentarse día a día a términos micro, no macroeconómicos…
Luis Pérez Armiño