Sobre dioses, tumbas, jueces....(III)

Publicado el 09 junio 2013 por Romanas
 Cuando, hoy, he leído dos noticias, han acudido a mi cabeza dos de esas frases lapidarias, “consumatum est”, todo se ha acabado, “lasciate ogni esperanza”, abandonad toda esperanza, lo que Cristo dijo antes de morir en la cruz y la frase que el Dante hizo figurar a la entrada de su infierno, y las noticias eran que la extrema derecha ha tomado por asalto el Tribunal Constitucional y que los fiscales van a sustituir a los jueces en la instrucción de los procedimiento penales.  Son noticias que para los legos en la materia, es decir, para aquellos que no tienen idea de lo que es realmente la justicia española son, seguramente, dos noticias más y, por desgracia, no es así, ambas noticias son el certificado de defunción de cualquier atisbo de justicia en la sociedad española.  Y los no legos, o sea, todos aquellos que sí que tienen una idea más o menos aproximada de la injusticia que reina en nuestra sociedad, me dirán “pero, coño, Pepe, ¿qué dices, es que hay en nuestra sociedad actual el menor atisbo de de justicia?”.  Titulaba yo uno de mis posts, estos últimos días, “Montesquieu, el embustero”, o algo más o menos así. Y me basada en que el tío sabía aún mejor que yo que en los Estados modernos no existen tres poderes equivalentes sino uno sólo, que todo eso de legislativo, judicial y ejecutivo no es sino el cuento de la buena pipa.  Si un poder tiene el privilegio de pagarle a los funcionarios que constituyen los otros su estipendio, no cabe hablar, en buena lógica económica, de ninguna clase de independencia.  Y esto sin tener siquiera que recurrir al principio básico del marxismo: todo es economía sino tan sólo al menos común de los sentidos.  Y esto, que sólo son elucubraciones más o menos metafísicas, en este jodido país de todos nuestros pecados, es una evidencia palmaria.  Como decía ayer o antes de ayer un magistrado en Barcelona en un congreso o simposio jurisdiccional, sólo el 10% de los jueces españoles son demócratas, relativamente, con esa democracia que un juez, como funcionario especialísimo, puede asumir, del resto, la mitad pertenece al Opus Dei y los otros, decía, todavía son aún más conservadores.  O sea que justicia, lo que se dice justicia, como nos decía Ulpiano, eso de dar a cada uno lo suyo, es matemáticamente imposible aquí,  porque para los del Opus, lo suyo es de Dios, y todos los demás, a joderse, como decía la cachorra de Fabra, y en cuanto a los falangistas confesos y franquistas practicantes, lo suyo es lo de ellos, en particular, o sea que toda España les pertenece como lo que realmente es, su puto cortijo. Pero quedaba una pequeña, infinitésima esperanza, de que entre tanto  juez ultraderechista se filtrara una sentencia justa que pugnara con los intereses de la ultraderecha: que tu jodido pleito le cayera por reparto a uno de aquellos jueces del 10 por ciento de cuasi demócratas y que, luego, cuando los fascistas del carajo, vencidos en las instancia ordinarias, recurrieran al Tribunal Constitucional, le tocara como ponente uno de sus componentes no ultraderechistas.  Ahora, con la invasión de este altísimo tribunal por los fascistas, esa remotísima posibilidad ha desaparecido y, por si fuera poco, a partir de la próxima reforma legislativa de la jurisdicción penal, la instrucción de esta clase de procedimientos corresponderá al fiscal, y ustedes, señores legos en la materia, ¿saben lo que es el ministerio fiscal?   Por si no lo saben, yo se lo digo: el ministerio fiscal es el brazo armado del ministerio de justicia, o sea, del jodido Gallardón, ese ministerio que cesó fulminantemente al fiscal jefe de Catalunya sólo porque dijo que a él le parecía tolerable que hubiera gente catalana que quisiera  tener el derecho a decidir sobre la independencia.  Imaginense ustedes a unos tipos de esta clase instruyendo los procesos penales: cuando el encausado sea  uno de ellos, como ahora sucede con el tal Blesa, el presidente de la Caja de Ahorros de Madrid, que hizo siempre con el dinero de todos los españoles lo que le salía de los cojones ya que para eso lo había nombrado su compañero de pupitre y de oposición, Aznar, es el puñetero fiscal que teóricamente debería de llevar la acusación, no sólo el que pide que lo absuelvan sino que le mete al juez que lo imputa una querella por prevaricación, o sea que el tal Elpidio José Silva ha iniciado ya el viacrucis que antes recorriera el ínclito Garzón y yo apuesto con ustedes todo lo que quieran que acabará como él, fuera de la carrera judicial.  Se lo aseguro a ustedes, en mis 50 años de ejercicio ante los tribunales, no sólo no vi nunca nada semejante sino que creo que nunca nadie se hubiera atrevido siquiera a pensarlo: ¡un fiscal defendiendo y, por si fuera poco, querellándose además contra el juez por prevaricación! Lo nunca visto, señores, que los perros comiencen a comer perro. Todo sea a la mayor gloria de Dios y de Franco.  Y cuando el imputado sea un currito de a pie, leña al mono, coño, que es de goma.