Sobre el 2009 (II) – Deseos Retroactivos

Por Gaviota
En el ingreso anterior, realicé un suscinto análisis de unos puntos concretos que se dieron en el 2009, en lo que tiene que ver con las temáticas relacionadas con este blog, es decir, justicia, política y derecho (principalmente).  Se realizó un ejercicio retrospectivo.  Sin embargo, como no he de presumir que todo quien lee estas palabras es un abogado, o que aún siéndolo domine conceptos como el de la retrospectividad, me tomé el atrevimiento de explicar brevemente en qué consistía esta figura desde la óptica jurídica.  Diferencié la retrospectividad de la retroactividad, advirtiendo que respecto de la primera me ocupaba en esa entrada, y de la última me ocuparía en el siguiente ingreso, es decir, hoy.
Lamentablemente, salvo los abogados, no conozco a nadie que pretenda tener dominio sobre el pasado.  Tal vez uno que otro caso de cineasta soñador ha pretendido cambiar el pasado.  Por eso, aprovecharemos esa doble condición de abogado y de soñador para referenciar aquellos aspectos que hubiese querido que no se hubieren presentado.
1.  Copenhague
La cumbre que iba a demostrar que la humanidad puede no ser una raza absolutamente egoísta y dañina para el mundo.  La reunión de líderes que iba a demostrar que cuando se unen fuerzas para hacer el bien, todo es posible.  
Fue la reunión que demostró que el derecho internacional es un conjunto de buenos deseos.
La reunión que demostró que el hombre es tan ególatra de pensar que el fin de su existencia en este mundo es equivalente al fin del mundo.
La reunión que seguramente ha puesto a pensar a filántropos como nuestro amigo Francisco Bermúdez Guerra acerca de por qué sigue creyendo en la bondad del ser humano.
En fin…  La reunión que no debió haber ocurrido.
2.  Opinión y opinión
Todos tenemos derecho a opinar.  Eso es una verdad y una realidad constitucional, al menos desde el punto de vista de la igualdad formal.  No obstante, no tengo claridad acerca de si nuestra Constitución garantiza el derecho a la insensatez.  Probablemente sí, pero esos asuntos de los derechos conexos y derivados y derechos fundamentales transgénicos, no los domino a plenitud.
Lo que considero una real barbaridad, es que diarios de amplia circulación nacional contraten y le paguen a insensatos por escribir barbaridades al menos una vez por semana o una vez cada quince días.  Pensaría uno que las columnas de opinión son espacios de reflexión sesuda para obligar al lector a pensar y formar un criterio personal.  Creo que, nuevamente, me equivoqué.
No es del caso discutir acerca de todas las columnas de opinión escritas con absoluta carencia de sensatez.  No obstante, les dejo la muestra de una columna (esta sí es modelo 2010) de este estilo, para que juzguen ustedes mismos.  Es una columna que pudo titularse “Tolero a quienes no perturben en lo más mínimo mi confort”.  No se llama así.  Se llama “Zorreros”, y fue escrito por Carolina Lleras.  Afortunadamente no es una ‘habitual’ de El Espectador.
Mención especial por el premio a la insensatez constante:
Ernesto Yamhure
Felipe Zuleta
José Obdulio Gaviria
¡¡Maestros!!  Pudieron, y debieron, haber ido a Copenhague.
Lástima que la varita mágica de los abogados no sirviera para deshacer escritos de esta naturaleza.
3.  Augusto Ibáñez
No niego que el ‘Honorable’ Magistrado Augusto Ibáñez es uno de los Magistrados que sí tiene el conocimiento jurídico para estar donde está, a diferencia de muchos otros ‘Honorables’ que han llegado por favores, por grandes fiestas o por ser amigos políticos de otros.
Sin embargo, una cosa es que el Magistrado Ibáñez sea un conocedor del Derecho Penal, y otra cosa es que tenga la entereza y objetividad para llegar a ser Presidente de la Corte Suprema de Justicia.  Este penalista llegó a esa gran dignidad a raíz de una disputa intestina por el cargo, que llevó a que los votos estuvieran completamente divididos y ninguno de los dos candidatos ‘elegibles’ tuviese el número de votos necesarios para poder llegar.
Ante esta situación, Augusto Ibáñez surgió como un nombre que no generó disgusto, a pesar de ser uno de los Magistrados más recientes en el Alto Tribunal.  Su conocimiento sobre Derecho Penal Internacional y su participación en negociaciones relacionadas con la Corte Penal Internacional lo mostraban como una buena carta, teniendo en cuenta el carácter transnacional e internacional de muchas investigaciones que adelantaba la Corte.  Adicionalmente, necesitaban un hombre que no hubiese entrado en disputas personales con Alvaro Uribe, pero que pudiese contener las embestidas de este último.
Ganó la Presidencia de la CSJ el Magistrado Ibáñez, y desde entonces, la Corte Suprema de Justicia ha entrado en un estado de parmenente lobby internacional, denunciando los abusos del Gobierno, solicitando intervención de la Corte Penal Internacional, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ONU y cualquier otro organismo que pueda venir a fastidiar al gobierno de Uribe.
Bajo su mandato, la Corte Suprema de Justicia, por primera vez en la Historia, ha declarado que hay ternas inviables para nombrar Fiscal, públicamente exigiendo requisitos que la Constitución no exige, y optando por boicotear los nombramientos.  Posee la razón la Corte al indicar que la terna tenía un único candidato, pero en vez de realizar bochornos espectáculos mediáticos, hubieran podido votar en blanco per secula seculorum y el mensaje enviado habría sido el mismo.
El ‘show’ mediático, y la rogadera a organismos internacionales, lejos de mostrar una Corte independiente, ha mostrado a una Corte incapaz de enfrentar por sí misma los retos de la justicia colombiana.  Recurrir a la Corte Penal Internacional solicitando su intervención implica aceptar mundialmente que Colombia es incapaz (porque no puede o porque no quiere) de juzgar los denominados ‘delitos internacionales’ que aquí se cometen.  No veo qué tiene de íntegro y de grande que el Presidente de la Corte encargada de estos juzgamientos salga a hacer esta clase de manifestaciones al mundo.
Por estas y otras razones, hubiera preferido recurir al principio favor rei para que retroactivamente se pudiere cambiar esa designación tan desafortunada.
Conclusiones:
Los deseos inalcanzables, son solo deseos.  Sin embargo, sería bueno que nuestros magos jurídicos dejaran de creer en la aplicación retroactiva de todo (ahora existen declaraciones retroactivas de inexequibilidad constitucional) y pensaran un poco más a futuro.  Sé que eso no va con la filosofía moderna de vivir el hoy y el ahora, pero podríamos evitarnos uno que otro año bochornoso.