Sobre el liderazgo socialdemócrata en Europa

Publicado el 15 julio 2014 por Vigilis @vigilis
El problema va más allá de establecer un objetivo de déficit X para los países europeos. El problema va más allá de lo que el BCE pueda hacer en el escenario de una zona monetaria que dista mucho de ser óptima. El problema ni de lejos se explica por la diferencia entre norte y sur dentro de la UE. Por todos lados veo que cada cual viene a hablar de su libro y a explicar su solución para "el problema".

Valls y Renzi.

Puede que no exista el problema, puede que la base sobre la que se construyen las soluciones sea el verdadero problema. ¿Alguien cree en serio que subir un punto el límite de deficit público o alargar el periodo de deficit un par de años va a solucionar algo? Al primer ministro italiano claro que le puede resolver la papeleta. Renzi prometió darle la vuelta a Italia como un calcetín en sus primeros 100 días de gobierno. Han pasado 100 días y ahora dice que cambiará Italia en 1.000 días y —no me lo invento— Europa en seis meses.
Desde el BCE le dicen que se limite a cumplir con los objetivos de estabilidad que son iguales para todos. El primer ministro francés, el también socialista Manuel Valls viene de proponer un recorte del gasto público de 50.000 millones para los próximos tres años y una bajada de impuestos para animar la recuperación. ¿Qué hace que el gobierno francés se ciña al mandato europeo y el italiano busque tirar un poquito para casa? Me inclino a pensar en que es la propia política interna italiana la que evidencia estas diferencias. En Francia no están para bromas. El Frente Nacional le sopla en la nuca al gobierno y Valls, que es socialista pero no demasiado tonto, ha tomado la dificil decisión de marcar distancias con el discurso económico de los nacionalistas. Recordemos que la tropa de Le Pen pide directamente la salida del euro y recuperar la soberanía monetaria.

Pepito Grillo y Nigel Farage.

Los inmediatos resultados de España también influyen en la decisión del francés. Podemos (y debemos) criticar al gobierno por sus medidas, pero en los datos que se ven desde fuera, España, al menos en la economía privada, se desapalanca y las exportaciones están tirando como hace tiempo no se veía. Sé que puedo acabar en prisión por decir España tal vez está en vías de recuperarse, pero los datos me confirman esta percepción. Desde luego que las cosas se pueden hacer de otra forma y hay reformas pendientes (y problemones de otra naturaleza que todavía están por tratar. Sí, Artur Mas, te miro a ti). Por supuesto que se puede argumentar sólidamente cómo es posible compaginar un alivio fiscal con un recorte del gasto en partidas de dudosa utilidad y por ello el gobierno tendrá que pagar, pero tampoco podemos inventar una realidad paralela. Las cosas están así.
Una vez que los socialdemócratas europeos se han dado cuenta de que Valls no es el muñequito que agitar para crear la sensación de una alternativa política en Europa, han vuelto su rostro hacia Renzi. El italiano tampoco es que sea un caído del cielo ni un revolucionario. De hecho, él mismo se enfrenta a la oposición de los fundamentalistas de Pepito Grillo (y sus aliados nacionalistas) y si todavía sigue en el poder es por la descomposición de la derecha italiana (¿cuántos partiditos de diputados díscolos de la derecha van ya?). Pero que no parezca una estrella fugaz depende todavía de llevar a cabo reformas profundas. Está en ello, como atestigua la reforma electoral (ley electoral mayoritaria porque mi animal mitológico italiano favorito se llama "estabilidad política") y reforma territorial.

Mola.

El problema de Renzi es que estas reformas políticas internas tienen poco que ver con el cumplimiento del objetivo de deficit. Las de Valls sí que van al corazón del asunto (y puede que le cueste la división de su partido). Parece que Renzi todavía no se arriesga a sentarse ante una terca realidad que apunta a otro año perdido para la economía Italiana.
Dixieuropa
No podemos pasar por alto ciertas similitudes entre España, Portugal, Italia, Grecia y Francia. En todos estos países que representan la mitad de Europa las alternativas socialdemócratas han desaparecido. Renzi gana muchas portadas porque todavía no ha comenzado a gobernar. Está por ver si tiene más alternativa que la que tuvo Monti en su día. Pero más allá de las medidas económicas que se dirigen al ajuste de ingresos y gastos, todos estos países ven la eclosión de cierto fundamentalismo político que ve en el euro un grave error. Le Pen, Pablemos, Pepito Grillo y los greconazis (todavía no parece en Portugal surgir un movimiento fundamentalista similar, tiempo al tiempo) representan exactamente lo mismo: la querencia por recuperar la soberanía perdida, la demanda de controlar la política monetaria para poner la máquina de imprimir billetes a toda pastilla y en definitiva la ruptura política con la UE.
Los partidarios de la libertad podemos (y debemos) criticar este programa, pero al menos reconocemos que es un programa. Los socialdemócratas, aparte de seguir lo que hacen los populares y conservadores, no sabemos muy bien qué quieren ser de mayores. Por supuesto que dentro del juego de los modelos políticos, no ignoramos que no existe una alternativa liberal, pero es que en Dixieuropa el liberalismo es pecado, como Sicilia o Andalucia demuestran cada día.
Dixieuropa no es Dinamarca o Suecia y eso nosotros lo tenemos asumido. Quienes no lo asumen son los socialdemócratas que tienen una alternativa: o hacer como Manuel Valls y Mariano Rajoy o hacer como Le Pen y Pepito Grillo. La elección es suya, pero deberían recordar que cuando la gente puede elegir, rechaza imitaciones.
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