Sobre el mundo perdido 3: personajes ilustres

Por Alvalufer

Todos sabemos nombres de personajes históricos a distintos niveles y por distintas causas, no podía ser menos cuando hablamos de indios y es que si os pido que penséis en indios famosos(por no hablar de “pistoleros”)algún que otro nombre se os aparece por la mente, no obstante  casi nadie realmente sabría decirte nada de estos personajes históricos más allá de los tres tópicos de siempre. Para hoy me he propuesto que a través de breves pinceladas la gente pueda acostarse esta noche con algún bonito conocimiento más y es que la entrada de hoy gira sobre las biografías de algunos hombres que nunca entendieron lo que estaba pasando a su alrededor: ¿Por qué el hombre blanco actúa así con los de su misma especie y con su entorno? ¿Por qué no tienen ningún respeto a nosotros ni a nuestros antepasados? ¿Qué es este extraño mundo que nos quieren vender?

Ya en entradas anteriores me he referido a las humillaciones que los pueblos indígenas de todo el mundo siguen sufriendo ,  a las masacres que históricamente han sufrido diversos pueblos hoy extintos y a los muchos problemas que muchas etnias siguen teniendo en América para integrarse en la sociedad del siglo XXI.Esta entrada es otro pedacito más del gran puzle que intento reconstruir alrededor del mundo de los hombres blancos ,del mundo del resto de los hombres , y en resumen,del mundo en el que vivimos todos pese a que a algunos no les guste.

Jerónimo es un nombre de sobras conocido al que me referí en la primera entrada de este especial, su historia empezó como rebelde y acabó como granjero forzado ya en el siglo XX. Este líder de los apaches chiricahuas afrontó en su agitada vida etapas de rebeldía contra el sistema de reservas  en el que les habían obligado a vivir y etapas de paz dentro de estas propias reservas. Finalmente fue exhibido(esa puede ser la palabra más adecuada)en Washington en la toma de posesión del presidente Roosevelt.

El tema de las reservas es para hacerlo ver incluso hoy en día, estas fueron creadas en el siglo XIX  mediante acuerdos de los colonos con los indios(para que al menos no les mataran).Dentro de estas reservas los indios podían vivir con sus costumbres siempre que vivieran en paz,claro que la ambición codiciosa  es un defecto habitual del hombre blanco así que  finalmente cada vez les redujeron más las reservas o se las instalaron en lugares remotos y de escasa productividad(esto ha pasado también con comunidades de inuit sin ir más lejos).Fijaos la evolución: de vivir libremente en sus tierras a ser recluidos en reservas por fuerza, engañados seriadamente en poco espacio de tiempo .

La vida de Jerónimo es digna de película .Nació en Arizona  siendo el  inicio de tanta lucha el asesinato de su mujer e hijos en 1858,comenzó entonces a atacar a mejicanos y colonos estadounidenses aunque eso sí, al final tuvo que aceptar vivir en una reserva donde tomó el cargo de jefe de la tribu allí refugiada. Fue capturado en 1884 pero escapó protagonizando nuevos enfrentamientos contra el poder hasta que agotado se entregó un par de años después .Le aseguraron que lo deportarían de nuevo a casa pero en vez de eso le obligaron a varios años de trabajos forzosos.En 1894 volvió a ser libre y se instaló en Oklahoma con su nueva familia, allí escribió su autobiografía  y vendía fotos firmadas de él mismo,antes de morir se convirtió al cristianismo.

Pasamos ahora a otro personaje relevante al que últimamente veo en banderas,camisetas ,mecheros y todo tipo de merchandising de los que venden en los hippies o en el rastro, hablo de Toro Sentado.El jefe lakota recibía su nombre de los bisontes macho que permanecen imperturbables sentados pasase lo que pasase como muestra de superioridad .Este jefe condujo a más de tres mil indios de diversos pueblos a una batalla épica que será recordada siempre, me refiero a la famosa Little Big Horn ,donde cayó el 7º de caballería.

El general Custer había descubierto oro en lo que hoy es Dakota del Sur, territorio de estas tribus, y pretendía saltarse todos los tratados que impedían esa industria allí al ser territorio indio(pero claro, solo tienen palabra cuando les interesa a ellos,si no se la saltan,nada ha cambiado hoy en el género humano…).Movido por visiones Toro Sentado atacó a los hombres blancos por sorpresa,lo que propició la posterior batalla  de Little Big Horn de donde murió el general Custer . Lo que en principio fue una victoria india pudo ser el comienzo del fin ya que este acto despertó reacciones hostiles en todo el territorio estadounidense contra los indios lo que hizo que el propio ejército les atacara.En 1877 Toro Sentado logró huir a Canadá pero se entregó muerto de hambre tras cuatro años ,permaneció como preso de guerra varios años para luego enrolarse en el Salvaje Oeste de Bufalo Bill ,el show circense (ver la película El último samurái) donde el propio jefe indio junto a otros veinte nativos más participaban como actores aguantando parodias y humillaciones de todo tipo. Este espectáculo obtuvo aplastante éxito en el nuevo y el viejo mundo,participaban 1200 extras.Toro Sentado cobraba 50 dólares semanales por cabalgar en la arena ,firmar autógrafos ,pronunciar palabras en su idioma,etc.El fin de este otro hombre de película llegó tras otra visión en la que vio que le mataba otro indio, cómo finalmente ocurrió ya que un policía indio le disparó en una refriega.

Y no podía faltar un clásico entre los ecologistas, el jefe Seattle y su sincera carta al presidente estadounidense, llena de relación sostenible con el medio, de vínculos con la madre Tierra , de frustración al no entender las razones que mueven al hombre blanco. Voy  a copiar la carta:

El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habeis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. “Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas ente sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia….