Voy a estar unos días, que si sí, que si no. Que si me puedo conectar, que no sé. No, no estoy de vacaciones. ¡Más quisiera! Pero mi familia sí que lo está y yo iré al trabajo directamente desde la piscina y con los bermudas puestos. Con esto quiero decir, que a lo mejor estaré más en silencio de lo que suelo. Para mitigar ese silencio, cuelgo esta entrada, escrita en 2008 y que precisamente habla sobre el silencio. Paradójico que me pongo a veces.
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Lo confieso, soy un “bocas”. Dejo pasar multitud de ocasiones de quedarme callado.
Esos silencios que yo califico de silencios activos, no se hicieron para mí. Los utilizo, no los desdeño. Al contrario, los valoro y envidio, pero no me nacen. Tengo que imponérmelos. Leo u oigo algo y me nace primero la respuesta que la reflexión, sobretodo si lo que leo u oigo va en contra de lo que pienso. En ese momento me gustaría tener esa capacidad de análisis, el don de escuchar, pero ya digo, no me nace. Y como no me nace, me lo impongo, porque lo sé necesario, hago el esfuerzo y desmenuzo lo leído, lo oído y procuro extraer aquello con lo que puedo transar (de transacción, acuerdo), esto evita que cargue las tintas sobre lo no transable (ya sé que no existe, pero yo también puedo inventar palabros), y así me ahorro mas de un exabrupto. Luego, cuando analizo la cuestión y veo que he sido capaz de tratarla de forma civilizada, hasta me siento orgulloso, mira tú que bobería. Sin embargo, cuando no consigo ese momento de reflexión, esa capacidad de empatía, esos puntos de acuerdo, entonces es muy fácil que salga el “bocas” al que aludía al principio y ponga de “chupa de domine” a mi interlocutor escrito o hablado. En esos momentos no me siento nada orgulloso, mas bien al contrario, pero paradojas de la vida, me quedo mas a gusto que un romántico con tuberculosis.
En cambio si sé algo de silencios pasivos. De esos silencios que contienen timidez, introspección, misantropía, desdén e incluso cobardía, de esos sí, de esos sé un “güevo”, doctorado en varias universidades. Tampoco me siento orgulloso de ello, pero es lo que hay, va incluido en el lote.