Sobre el uso (y el abuso) de la coma antes de la ye

Publicado el 05 marzo 2022 por @lex_padron Álex Padrón @lex_Padron
Esta pluma de gaviota es perfecta para un Premio Planeta

Luego de recibir un fuerte tirón de orejas hace algunos años en relación el uso de la ye de parte de Luife Galeano —editor de dos de mis libros, al que también considero amigo personal y mentor—, tiendo a pensármelo dos veces antes de usar la también llamada i griega.

Hay una gran diferencia entre lo que está bien y lo que es elegante. Si en algún momento estuvieron al tanto de un Premio Planeta de cuyo nombre no haré el más mínimo intento de acordarme, saben de lo que estoy hablando. Tan solo diré que su primera cuartilla estaba infectada con una plaga de “había”. ¿Estaba correcta? Sí, según la RAE y la Gramática, pero eso no quita que el estilo de su autor dejara mucho que desear. Mucho menos, que mereciese un premio por él, pero acá no hemos venido a hablar de las triquiñuelas que las grandes editoriales usan para catapultar el bestseller de turno.

En su tiempo hablé sobre los puntos suspensivos, pero este artículo está dedicado a cierta escritora que no nombraré —de gran talento, pero un poco cabezona— que hizo un “Premio Planeta” con la combinación de la coma seguida de la “y”. En cerca de dos cuartillas empleó este recurso… bueno, cada vez que puso la i griega.

¿Recurso mal empleado? No, pero me dio migraña.

¡Martí así lo hizo!

Anjá, es cierto: nuestro escritor más emblemático —me resisto a llamarle “apóstol”— usaba y abusaba de este recurso.

Es que todos los escritores, incluso los más grandes y ya clásicos, tienen sus manías. Salgari describía cada clavo del Rayo, Herbert no sabía cómo poner sus personajes a pensar, Carpentier era más denso que el plomo, Scott Card vomitaba cuartillas de nimiedades y Saramago no sabía lo que es el punto y aparte.

La cuestión está en tomar de los grandes de la literatura lo positivo, no perpetuar las manías. En ellos las perdonamos, porque el cúmulo de lo bueno aplasta las fallas de estilo. Pero no es defensa para un escritor novel hacer lo que hacía fulano, sino tratar de pulir su escritura hasta encontrar ese estilo inconfundible que solamente el tiempo establece.

Con relación a la i griega, los cubanos tenemos la molesta muletilla de emplearla para comenzar las oraciones —en particular, los diálogos—, incluso para ideas que no están en la misma secuencia cronológica. No nos damos cuenta porque así es como hablamos, pero escribir va un poco más allá de establecer una conversación.

No voy a poner ejemplos para no apuntar dedos, pero puedes tomar cualquier libro de un autor cubano. Fíjate que en cada oración que comienza por i griega, en el noventa por ciento de las veces esta letra maldita se puede eliminar y la frase no pierde su sentido. Pero esto es un plus, no de lo que vinimos a hablar acá.

La combinación que sorprende y confunde

Es raro encontrar una coma delante de la i griega, pues esta letra se emplea normalmente como terminador de una enumeración. Algunos piensan que es un error —a veces lo es— y a otros no le queda claro el motivo de la combinación, cuando la ye sola funciona de maravilla como conjunción para unir dos ideas o palabras.

Cuando los elementos enlazados son más de dos, se emplea la coma para unirlos y la i griega como terminador. Siempre sin coma delante: he aquí la primera norma del uso de la “y”.

No se usan comas antes ni después de la “y” en una enumeración de palabras o de oraciones.

Ahora bien, cuando se unen dos enumeraciones diferentes, se hace necesario el empleo de la coma antes de la ye para delimitarlos. Miren este caso:

“En el océano viven los delfines, los tiburones, las medusas y los cachalotes, y las jirafas, los elefantes y las cebras coexisten en las llanuras africanas”.

Aunque correcta, esta construcción no es particularmente elegante. El lector se quedará menos en babia si cada conjunto de animales tiene su propia oración (estuve tentado de comenzar esta frase con “Y el lector…” ¿Ven? Hay que aprender autodisciplina).

“En el océano viven los delfines, los tiburones, las medusas y los cachalotes. Por otra parte, las jirafas, los elefantes y las cebras coexisten en las llanuras africanas”.

¿Esta ye lleva coma delante? De madre si me equivoco…

Más formas correctas (pero no elegantes) de ponerle la coma a la ye

Otra construcción que utiliza la coma antes de la ye es el dato aclaratorio insertado dentro de la idea central:

“El pollo a la barbacoa, y las buenas cocineras lo saben, lleva salsa china”.

Está bien, pero igual puede cambiarse por otro recurso más evidente de que es un dato aclaratorio:

“El pollo a la barbacoa —las buenas cocineras lo saben— lleva salsa china”.

La coma delante de la ye también es obligatoria para delimitar claramente dos ideas luego de una enumeración. Por ejemplo:

“El chef se entretuvo pelando con cuidado las viandas, troceando los vegetales y preparando el aderezo, y el anfitrión y sus invitados se inquietaban”.

Si no se usa la coma después de la palabra “aderezo”, se corre el riesgo de entender que el chef se entretuvo también con “el anfitrión y sus invitados”, que es una idea aparte. Pero, ¿no sería más claro que fuese una idea aparte?

“El chef se entretuvo pelando con cuidado las viandas, troceando los vegetales y preparando el aderezo. Mientras, el anfitrión y sus invitados se inquietaban”.

También se emplea cuando la estructura de la frase yuxtapone elementos complejos que están separados por punto y coma:

“Juan tiene pantalones rojos; Romelia, azules; María, de mezclilla, y Mónica, negros”.

Digo yo que este caso es perfectamente válido para el español, pero muy poco feliz para la literatura. Mi opinión muy personal, por supuesto. También es obligatorio para enlazar elementos gramaticales equivalentes y el último no pertenece a la misma serie:

“Estudió francés, inglés e italiano, y ninguno de ellos le sirvió en Turquía”.

Acá se aplica una máxima que dice que se escribe “, y” si esa unidad como conjunción tiene valor adversativo, es decir, que puede sustituirse por un “pero”. Estilísticamente y para no enredarme, yo lo dejaría en:

“Estudió francés, inglés e italiano, pero ninguno de ellos le sirvió en Turquía”.

Otro caso válido es como enlace de dos enunciados extensos o con sujetos distintos, siendo la coma completamente opcional:

“La casa de mis abuelos estaba en medio del bosque, y el bosque quedaba muy lejos de la ciudad”.

Y, finalmente, cuando creamos un polisíndeton. En este caso se aclara por la gramática que puede usarse coma, aunque no es obligatoria.

“Es bueno, y lindo, y tierno, y amoroso”.

Cuando la coma va después de la ye

Ya que estamos —y lo pusimos cuatro renglones más arriba—, no quise dejar fuera del análisis aquellos casos en que la coma se escribe después de la i griega. Aquí su uso es menos conflictivo, porque se coloca cuando precede un inciso que va entre comas.

“Todos estábamos listos para partir y, cuando menos lo esperábamos, Carlos se arrepintió”.

Esto se reconoce a golpe de vista porque sí quitamos el inciso aclaratorio, la oración no pierde su sentido.

Lo correcto y lo bonito

Como regla general, si la coma antes de la i griega sirve para aclarar el texto y eliminar malentendidos, no tengo nada en contra de que se use. La cuestión no radica en su uso, sino en la tendencia de algunos autores a abusar de ella o ponerla sin pensar demasiado.

Como en la vida, cualquier exceso es malo. Así que prefiero buscar una redacción más precisa que sumergirme en los manuales de gramática española para defender un punto de vista. Nuestra lengua es lo suficiente dúctil como para encontrar cien mil formas de retirar el pellejo a un felino doméstico, por lo que casarse con una regla ortográfica a raja tablas carece de sentido.

Quizás sea lo mucho que me gusta el método Kiss —no la banda, aunque también como rockero viejo que soy— lo que me impulsa a alejarme de las construcciones gramaticales que caen en el área gris de la opinión personal. Quizás sea las pocas ganas que tengo que mi editor me regañe otra vez.

Pero confío en que se entienda, y se repase, y se cuestione, y se interiorice, y se aplique, y se comparta el por qué desaconsejo el abuso de la coma junto a la “y”, y eso es todo por hoy.

PD: En próximas entradas hablaré del método Kiss, pero para el que aún no lo sepa, un avance: es un acrónimo de Keep it simple, stupid!


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