Estamos hablando de Periodismo.
Y Periodismo es una de esas cosas que significan tantas cosas a la vez para tantas personas en tantos sitios que al final nadie se pone de acuerdo en qué es.
Toda esta larga introducción es para hablar de las relaciones (casi siempre tempestuosas) entre periodismo y ficción. Ambos sirven para contar cosas, historias que nos dicen quiénes somos, pero que lo hacen de forma diferente, de tal manera que pocas cosas te van a definir más como periodista que dónde pongas la línea divisoria entre una u otra o lo tolerante que puedas llegar a ser con la realidad de los hechos y los espacios en blanco que, inevitablemente, surgen entre lo que se sabe y lo que no.
No es mi pretensión hacer aquí un tratado sobre periodismo con mayúsculas ni una nueva discusión bizantina acerca de si es posible la objetividad. Más que nada porque dejé el (P)eriodismo con mayúsculas en los altares de la universidad y de un tiempo a esta parte sólo creo en el trabajo diario, humilde y serio. En la dignidad del oficio, nada más (y nada menos). En cuanto a la objetividad, prefiero hablar mejor de honestidad: más humana, más accesible.
Lo que os quiero comentar aquí, de pasada, son tres ejemplos que he visto últimamente y me han hecho reflexionar sobre las relaciones entre periodismo y ficción. De entrada, por si no hubiera quedado claro ya, lo que voy a decir que no es más que mi humilde opinión, no un tratado o un estudio serio acerca del tema.
1. Jordi Évole y la "Operación Palace"
2. Truman Capote y la novela de "no ficción"
"Desde un punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al escribir A Sangre fría fue permanecer completamente al margen de la narración. Por lo común, el periodista tiene que emplearse a sí mismo como personaje, como observador y testigo presencial, con el fin de mantener la credibilidad. Pero creí que, para el tono aparentemente distanciado de aquel libro, el autor debía estar ausente. Efectivamente, en todo el reportaje intenté mantenerme tan encubierto como me fue posible.
Ahora, sin embargo, me situé a mi mismo en el centro de la escena, y de un modo estricto y sobrio, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes: el conserje de mi casa, una masajista del gimnasio, un antiguo amigo del colegio, el dentista. Tras escribir centenares de páginas sobre esas cosas tan simples terminé por desarrollar un estilo. Había encontrado una estructura dentro de la cual podía integrar todo lo que sabía acerca de escribir".Recapitulando: el Nuevo Periodismo utiliza las armas de la literatura (forma) para acercarnos a la realidad de unos hechos (fondo). Lo que no se cuestiona es la realidad de esos hechos, que son sagrados y han de ser bien documentados ya que servirán de fundamento para todo lo demás (y no al revés: no son la excusa, como ocurriría en cualquier novela de ficción a secas). Para quien quiera saber más de esta corriente (por la que tengo que reconocer que siento devoción), recomiendo este enlace.
y... 3. Una curiosa sorpresa: ¿robó un supervillano el Boeing 777?
El enlace es al artículo de Daniel Burgui, "Un supervillano centroasiático robó el Boeing 777"
¿Ya lo habéis leído? Bien.
Tengo que reconocer que no conocía al autor, y el artículo me lo recomendó el otro día uno de mis contactos de Facebook. Tengo que decir que lo empecé a leer con suspicacia en grado sumo. ¿Qué pensé? Que el tema no era para hacer bromas, que el planteamiento era quizás sensacionalista...Tengo que reconoceros otra cosa: me ha parecido el enfoque más audaz que he visto en mucho tiempo en un artículo. Y me ha parecido un buen análisis, diferente, fresco. Bien documentado¿Por qué? No sé. Tal vez porque había realidad en él.