He tenido el inmenso placer de disfrutar una parte de mi verano con Ernesto Sabato y este libro que es una delicia para los sentidos.
Nada de una novela veraniega que combina con cócteles y playa, tampoco nada especialmente denso que te provoca irremediablemente un golpe de calor. La medida justa para deleitarse en esos largos y bellos atardeceres, y para sufrir un poco, por qué no.
Me ha maravillado la intensa historia de amor de Martín y Alejandra, sobre todo las dudas, incertidumbres y desesperaciones que le acompañan a él en cada encuentro y desencuentro con la misteriosa chica.
Me ha maravillado la exquisita prosa del argentino, una apuesta segura después de haberle acompañado en su descenso al universo de los celos de "El túnel".
Y me ha maravillado, por supuesto, todo el universo de realidades y ficciones que se despliega a lo largo de las páginas desde que Martín decidió sentarse en el Parque Lezama.
Acerté con la elección. Sí, señor.
¡Ah! y por cierto... Bienvenidos a todos de nuevo. Esperemos que no se nos haga densa la vuelta a la normalidad.