Sobre "La Argentina partida" de Michael Goebel

Por Julianotal @mundopario
Michael Goebel. La Argentina partida. Nacionalismos y políticas de la historia. Buenos Aires, Prometeo. 2013.



Establecer el estudio del nacionalismo no es sencillo. Existen trabajos diversos sobre todo basado en sus orígenes, ahora, dedicarle una tesis al nacionalismo argentino implica un verdadero desafío. Una de las rarezas que posee nuestra historiografía es que los autores que dedicaron estudios al nacionalismo obteniendo un reconocimiento academicista, son extranjeros. Sin ir más lejos, el trabajo más conocido y citado sobre el nacionalismo argentino remite a la obra del inglés David Rock. Y cuando se refiere al nacionalismo y peronismo las “voces de autoridad” recaen en Loris Zanatta y en Daniel James. ¿Para analizar “el nacionalismo argentino” es necesario ser extranjero? Todo parecería indicar que sí. En este sentido, este trabajo viene a sumarse a las próximas citas bibliográficas y el autor es de origen alemán: Michael Goebel se especializa en historia argentina y latinoamericana y en estos últimos tiempos se abocó al estudio de los nacionalismos. Anteriormente, puse “el nacionalismo” porque evidentemente no existe ni existió un prototipo de nacionalismo en nuestro país y la aparición del peronismo no hizo más que complicar las cosas en ese sentido. Debe ser verdaderamente complicado realizar un abordaje de un tema tan complejo siendo de otro país y de una experiencia nacionalista tan compleja y discutida como se debe generar en Alemania. Por otro lado, ya el título “políticas de la historia” implica para muchos un eufemismo que no es reconocido pues hacer historia es poner en evidencia un proyecto social (en términos de Fontana) y no fueron sólo los revisionistas los que hicieron política de la historia. Desde el título el autor se enmarca en el debate de si existe una “historiografía académica” y una “historiografía militante” como sostienen Fernando Devoto y Nora Pagano, una falacia que por acción u omisión toda corriente establece un objetivo “militante”. Ahora, para quién militar eso es harina de otro costal…Las problemáticas que encierra un trabajo de semejante envergadura (estudiar los nacionalismos desde mediados del siglo XIX hasta el 2010 en un libro parece a simple vista, aventurero) conlleva desafíos que a la hora de plantear conclusiones sólo puede resumir que el nacionalismo argentino es difícil de analizar por sus entrelazamientos, sus idas y venidas, sus momentos de convivencia entre ideas tradicionalistas con progresistas y hasta revolucionarias y todo esto con el peronismo en el medio. No sólo eso, el peronismo es como el nacionalismo: no hay uno solo, existe una pluralidad que abre más interrogantes de lo esperado. Goebel toma determinadas teorías para basar sus estudios: pasa por Anderson, Hobsbawn, Gellner, Billig, Breuilly en cada una de ellas hay un intento de querer encajar el objeto al marco teórico a lo Procusto, decidido a cortar las partes que no encajan. Por ejemplo, tomar a Breuilly para decir que “resulta apropiado a los revisionistas” caracterizarlos de “típico intelectual nacionalista como profesional fracasado” debido a que no ocuparon lugar en los espacios de poder, reconoce una conclusión un tanto arbitraria. En principio el imaginario nacionalista en Argentina es bastante heterogéneo y tomar un objeto de estudio tan amplio para luego simplificarlo es una picardía.

"El municipio español del siglo XVI es el modelo de acuerdo al cual fue organizado el régimen político de los municipios en lo que es hoy nuestro territorio, municipios gérmenes de las actuales provincias argentinas". El trabajo de Rosa "Del municipio indiano a la provincia argentina", es una muestra de que el "neorrevisionismo" atendía los procesos y transformaciones y no se detenía a exaltar constantemente a los "Grandes Hombres" como sentencia Goebel. 

El trabajo de Goebel, de todas maneras, es monumental. Hace un rastrillaje de las principales personalidades del nacionalismo en Argentina, sus colaboraciones e intervenciones y la mayoría acompañando su proyecto social con una producción historiográfica contestaria al paradigma en ciernes. Goebel alterna sus afirmaciones algunas con fundamentaciones y otra sumamente arbitrarias, sin siquiera ejemplificar ni brindar especifidad. Por ejemplo, “aunque menos interesados por los detalles que sus antecesores, los escritos de los neorrevisionistas también se asemejan a los del rosismo clásico en cuanto a su visión de la historia. (…) Sin mostrar ningún interés por procesos y transformaciones, reducían la historia argentina a una eterna e inmutable oposición entre dos polos” (p. 147) ¿Cuáles son las obras que entrarían en comparación para afirmar que los revisionistas eran más detallistas que los neorrevisionistas? Por otro lado, evidentemente los neorrevisionistas no utilizaban el mismo método de estudio que el de la historia social pero aseverar que no manifestaban interés en los procesos y las transformaciones es una afirmación que solo se legitima desde un posicionamiento historiográfico, y en ese sentido Goebel considera que el método legítimo es el de la “historia social”.  Lo que sí se manifiesta como diferencia entre los revisionistas y los denominados (según Halperín) neorrevisionistas son los objetivos, el cambio de enfoque en la historia (estos últimos por lo general abordaron la problemática desde el enfoque cultural). Las confusiones son amplias en ese sentido: te guste o no, desde el neorrevisionismo José María Rosa realizó una obra monumental que difícilmente se relativice a una historia de oposición entre dos polos: “La caída de Rosas” es un trabajo bien documentado que contempla no sólo el acontecer de la federación bajo la égida de Rosas sino también toma en cuenta a los actores del Imperio del Brasil, el antecedente de la rebelión de los farrapos, en sintesís, uno de los trabajos más completos y que sólo se le pudo discutir desde la chicana.  “Del municipio indiano a la provincia argentina” es otro trabajo que “no encaja en la afirmación de Goebel”.  Creo que, por el contrario, existe un cambio evidente en la forma de contar y hacer historia entre los dos revisionismos pero en lo que se denomina “neorrevisionismo” se atiende también el análisis desde un tiempo medio y largo, aunque por lo general más fundamentado desde la ensayística (que no implica una “pereza intelectual” sino un objetivo diferente al “academicismo”). Goebel también descuida la obra de Fermín Chavez que se empecina en llamarlo “sacerdote” (sic) y “peronista” como si con esos motes se desprestigiara al autor. Ahora, de dónde sacó que Fermín era sacerdote es un misterio pero se lo adjudica en todas las pocas partes del libro en el que aparece mencionado.

El "sacerdote peronista" Fermín Chavez.

Lo interesante del trabajo de Goebel que se atiende secundariamente es el campo intelectual de los nacionalistas puede ser explorado de acuerdo a sus conexiones, influencias mutuas y habitus producidos en determinados ámbitos de circulación donde se fueron construyendo intereses comunes, campañas políticas, movimientos y publicaciones. En los sesenta es el ciclo de auge del revisionismo con todos sus matices y donde al decir de Oscar Terán, había triunfado como sentido común en la época (Terán, O. “Nuestro años sesenta”).  Con Jauretche y Rosa disertando  y publicando en lugares a primera vista muy diferentes (pasando por el nacionalismo de izquierda al de derecha donde el eje central después de todo es el peronismo y una identificación con el revisionismo), Ortega Peña y Duhalde en el Instituto Juan Manuel de Rosas “conviviendo” con sectores del nacionalismo reaccionario, el caso emblemático de Tacuara con sus bifurcaciones internas, etcétera, implica que se atiendan en profundidad cómo se van construyendo el campo intelectual nacionalista a lo largo de este tiempo. Considero, de todas maneras, que Goebel toma el fenómeno peronista como accesorio al nacionalismo. Entiéndase, lo fundamenta y marca su relación ambigua con el poder político pero el peronismo como imaginario social, como estructura del sentir (en términos de Raymond Williams) va más allá de la figura de Perón, Menem y Néstor.

La teoría de la cama de Procusto: lo que no "entra" en la teoría se corta y listo...

Otra de las afirmaciones controvertidas del trabajo de Goebel tiene que ver con una teoría del resentimiento que nos hizo acordar un poco a Sabato: “La producción de “tradiciones inventadas” populistas también puede explicarse en parte mediante una lógica funcionalista… generó una “propensión al resentimiento” que Liah Greenfeld identifica como condición previa de la mayoría de las formas de nacionalismo. El resentimiento de los revisionistas contra una intellingentsia percibida como influyente era típico… Desde esa perspectiva, el nacionalismo  y la interpretación étnico-cultural de los revisionistas respecto del peronismo como expresión del interior auténtico de la Argentina aparecen como una “invención”, que en realidad fue una mera consecuencia de la constitución del campo intelectual, mientras que la posterior aplicación de sus ideas se rigió por necesidades políticas concretas” (p. 181) Acá tenemos otra inclinación de Goebel hacia el método Procusto al querer explicar desde una autoridad el fenómeno revisionista. El conflicto con la “intellingentsia” representa uno de los abordajes principales, sobre todo del abordaje historiográfico pos 55, basta recordar la coincidencia de trabajo desde distintos espacios: Agosti, Abelardo Ramos, Jauretche, Hernandez Arregui, Fermín Chavez… el “rol de los intelectuales”, los “profetas del odio” aparecen visibles cuando se convierten en voceros y legitimadores del proyecto político y social que emprende “La Revolución Libertadora”. La “teoría del resentimiento” está íntimamente ligada a la otra afirmación de que eran “profesionales fracasados”La otra cuestión muy rica del trabajo de Goebel está relacionada con el derrotero que siguen los nacionalistas y revisionistas luego del golpe de Estado en 1976, pasando por el alfonsinismo y el menemismo. Son períodos históricos muy poco trabajados y Goebel clarifica un poco (más allá de las opiniones fortuitas que emite de vez en cuando). Por sus distintos contextos en el que se sumerge temerariamente hay mucha tela para cortar como para abrir debates en torno a las ideas que sustenta Goebel y que son funcionales a un campo intelectual. El análisis que hace sobre el conflicto militar en Malvinas refleja la contradicción de un profesional que se apoya en las fuentes de la época pero que no logra discernir la significancia de Malvinas en el imaginario social argentino que trasciende al peronismo y a la triste aventura militar (el tratamiento de esa perspectiva merece un trabajo aparte).
Finalmente, Goebel a la hora de publicar por Prometeo su trabajo tuvo que realizar el agregado en cuanto al resurgir revisionista que se da durante esta era kirchnerista, un tema bastante complejo como para tratarlo en pocas carillas y de difícil tratamiento por su cercanía histórica pero se manifiesta en realidad un nuevo revisionismo sino por el contrario, se rescatan ideas del revisionismo y de la izquierda nacional de los sesenta y setenta.  La producción historiográfica actual de “pseudorevisionistas” solo responde a intereses comerciales más que de una legitimación de un posicionamiento político. Pacho O Donnell, un figurín que pasó airadamente por todos los espacios políticos, hoy es un férreo defensor del gobierno que oportunamente cambiará de dueño cuando la canilla de recursos se cierre abruptamente.