España intenta destruirse... pero no lo consigueXAVI AYÉN03/03/2024 - La Vanguardia - harendt.blogspot.comSe atribuye a Otto von Bismarck, canciller alemán del siglo XIX, la atinada frase de que “España es el país más fuerte del mundo. Siglo tras siglo tratando de destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”.El periodista británico Michael Reid –que fue varios años corresponsal de The Economist en España– ha vaciado todo su conocimiento de campo –y de lecturas– en el libro España, recién publicado por Espasa. Fiel a la leyenda del reporterismo anglosajón, se ha recorrido de punta a punta el país y ha entrevistado a todo el mundo, desde personas anónimas hasta Felipe González o Carles Puigdemont. Podremos estar de acuerdo o no con sus opiniones, que no esconde, pero, como tiene la elegancia de separarlas de los hechos, la lectura es recomendable para curiosos de todas las tendencias.“A diferencia de Italia, España no es un país sistémicamente corrupto”, apunta, aunque sí observa impunidad en “feudos unipartidistas” de algunas autonomías. Pone el dedo en la llaga en cosas que preferiríamos no oír, como que la pandemia tuvo aquí una de las tasas de mortalidad más altas en Europa por la ineficacia de las administraciones. Su análisis es agudo también al detallar las causas que condujeron a la revuelta de los indignados a principios de los años 10 (“la legislación española amparaba, de forma particularmente injusta, que quienes tenían que entregar las llaves de su propiedad para devolvérsela al banco siguieran debiéndole a este el saldo impagado de la hipoteca”), terremoto que cambió el mapa político y generó por imitación otros movimientos de protesta –Occupy Wall Street, nada menos–.Muy contrario a la proclamación de independencia de Catalunya, defiende sin embargo que aquello fue una desobediencia que debería haber acabado con inhabilitaciones y multas, pero jamás con elevadas penas de prisión, como las de los dos Jordis, que ve “particularmente desproporcionadas”.Tampoco entiende que al Estado español le cueste apoyar algo tan simple como la preeminencia del catalán en el modelo educativo (no se le ocurre mejor manera de generar empatía), ni que a su vez la Generalitat no sea algo más flexible en cuanto a la presencia del castellano en las aulas.Ya ves, Otto, ahí seguimos. Xavi Ayén es periodista.
España intenta destruirse... pero no lo consigueXAVI AYÉN03/03/2024 - La Vanguardia - harendt.blogspot.comSe atribuye a Otto von Bismarck, canciller alemán del siglo XIX, la atinada frase de que “España es el país más fuerte del mundo. Siglo tras siglo tratando de destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”.El periodista británico Michael Reid –que fue varios años corresponsal de The Economist en España– ha vaciado todo su conocimiento de campo –y de lecturas– en el libro España, recién publicado por Espasa. Fiel a la leyenda del reporterismo anglosajón, se ha recorrido de punta a punta el país y ha entrevistado a todo el mundo, desde personas anónimas hasta Felipe González o Carles Puigdemont. Podremos estar de acuerdo o no con sus opiniones, que no esconde, pero, como tiene la elegancia de separarlas de los hechos, la lectura es recomendable para curiosos de todas las tendencias.“A diferencia de Italia, España no es un país sistémicamente corrupto”, apunta, aunque sí observa impunidad en “feudos unipartidistas” de algunas autonomías. Pone el dedo en la llaga en cosas que preferiríamos no oír, como que la pandemia tuvo aquí una de las tasas de mortalidad más altas en Europa por la ineficacia de las administraciones. Su análisis es agudo también al detallar las causas que condujeron a la revuelta de los indignados a principios de los años 10 (“la legislación española amparaba, de forma particularmente injusta, que quienes tenían que entregar las llaves de su propiedad para devolvérsela al banco siguieran debiéndole a este el saldo impagado de la hipoteca”), terremoto que cambió el mapa político y generó por imitación otros movimientos de protesta –Occupy Wall Street, nada menos–.Muy contrario a la proclamación de independencia de Catalunya, defiende sin embargo que aquello fue una desobediencia que debería haber acabado con inhabilitaciones y multas, pero jamás con elevadas penas de prisión, como las de los dos Jordis, que ve “particularmente desproporcionadas”.Tampoco entiende que al Estado español le cueste apoyar algo tan simple como la preeminencia del catalán en el modelo educativo (no se le ocurre mejor manera de generar empatía), ni que a su vez la Generalitat no sea algo más flexible en cuanto a la presencia del castellano en las aulas.Ya ves, Otto, ahí seguimos. Xavi Ayén es periodista.