La dictadura sustentada por los mediocres no tiene solución política alguna, el cambio por lo tanto no puede ser sólo político sino que debe ser también previamente psicológico. La autoridad está avalada por la mediocridad, es decir, en último término por la jerarquía que se impone en la sociedad como norma y voluntad de poder que dicta un pensamiento y una conducta individual y colectiva previamente establecida por consenso para la organización social que rigen las leyes corruptas del funcionamiento del sistema.