El dilema ético más polémico que han planteado las nuevas técnicas de reproducción en las sociedades contemporáneas es este: ¿en qué condiciones debería serles posible abortar a las mujeres? La polémica se ha hecho tan intensa precisamente porque se centra en problemas éticos fundamentales que no tienen una solución fácil. Los que están "a favor de la vida" creen que el aborto está mal siempre, excepto en circunstancias extremas, porque equivale a un asesinato. Para ellos, las cuestiones éticas están sujetas, por encima de todo, al valor que hay que conceder a la vida humana. Los que están "a favor de la elección" señalan que el control de la madre sobre su propio cuerpo -su derecho a disfrutar de una vida gratificante- debe ser la principal consideración.Desafortunadamente, siempre hay quienes pasan de dialogar, es decir, ¡de pararse a pensar!, como Ignacio Arsuaga (fundador y presidente de HazteOir.org) o como los obispos.
La polémica ha generado numerosos episodios violentos. ¿Es posible que se resuelva alguna vez? Al menos un destacado experto en teoría jurídica y social, Ronald Dworkin (1993), ha señalado que sí es posible. Según este autor, las profundas divisiones que existen entre los que subrayan el derecho a la vida y los que recalcan el de la elección ocultan las razones aún mas profundas que hay para el acuerdo entre los dos bandos y que, por tanto, puede haber cierta esperanza. En otras épocas de la historia, la vida valía relativamente poco. Sin embargo, en la actualidad nos hemos acostumbrado a otorgarle un carácter sagrado. Los dos bandos están de acuerdo en ello pero lo interpretan de forma diferente; uno hace hincapié en los intereses del niño y otro en los de la madre. Según Dworkin, si se logra convencer a ambos bandos de que comparten un mismo sentido ético, será posible establecer un diálogo más constructivo.
¿Por qué actuamos así? ¿A qué se debe? Una de las respuestas que más me satisfacen es esta: debido a que el ser humano ignora la mayor parte de cuanto le rodea y la incertidumbre le hace sentirse realmente incómodo y fuera de lugar, se aferra, generalmente, a una única teoría ética, simplificando su concepción del mundo. Lo que en psicología se conoce, hablando mal y pronto, como el intento de reducir su disonancia cognitiva. Hace poco hablamos de ello, si os acordáis.
El filósofo Jesús Mosterín lo explica mejor que yo (¡faltaría más!):
A los filósofos nos gustan los principios simples, que dan cuenta de todo con el mismo criterio y desde el mismo punto de vista. Pero la realidad es compleja, y diferentes puntos de vista son a veces requeridos para dar cuenta de sus diversos aspectos. Nuestra conciencia moral ha de tener en cuenta la diversidad de nuestros problemas morales, y ha de ser lo suficientemente flexible como para adoptar diferentes perspectivas para tratar de problemas distintos. Algunas de las teoría éticas funcionan bien a ciertos niveles, pero son inútiles en otros. Por ejemplo, la ética kantiana enfatiza el efecto de nuestras acciones en los demás humanes (1), pero se olvida de sus efectos en nosotros mismos o en la biosfera. Los enfoques contractualistas de la ética sirven para analizar cuestiones como el cumplimiento de las promesas o el pago de las deudas, pero fracasan cuando se aplican a nuestras relaciones con los infantes o con los otros animales. El utilitarismo analiza bien algunas de estas cuestiones, pero no proporciona una plataforma fiable para asegurar las libertades individuales o para enfocar la problemática ecológica. Ninguna teoría ética simple es la panacea de todos los problemas morales. El conflicto moral entre perspectivas o intuiciones diferentes es a veces inevitable. A lo más que podemos aspirar es a alcanzar un compromiso práctico, que tenga en cuenta todos los aspectos relevantes de la cuestión. (2)Para acabar con esta selección de textos y enlaces (al fin y al cabo este post es eso) me gustaría rescatar un dato muy curioso que nos cuenta el escritor Mauricio-José Schwarz en uno de sus vídeos (minuto 05:45):
Quienes se oponen a ese aprendizaje [a la educación sexual] son curiosamente los primeros culpables de los abortos que hay en el mundo. En Estados Unidos, el 70% de los abortos se practican a chicas de familias muy religiosas, de familias creyentes. Y sólo el 24% a mujeres sin creencias religiosas.Como siempre, este post se conforma con promover la reflexión. Si creyera que con él ya está todo dicho acerca del aborto, que no hay lugar para la duda, dejaría el blog y me pondría a predicar. Supongo que me haría cura. Supongo que construiría mi propia Iglesia, mi propio negocio, y dejaría a un lado la filosofía. Supongo que empezaría a comportarme como un astuto capo y dedicaría todo mi tiempo a proteger mi fortuna. Supongo que así, sólo así, llegaría a ser un admirado Papa.
(1) Por "humanes" se refiere a los seres humanos en general, por aquello de la discriminación en el lenguaje.
(2) Jesús Mosterín, La naturaleza humana, Espasa Calpe, Madrid, 2008, pp. 358-359.