Sobre la piratería en internet

Publicado el 23 diciembre 2010 por Elhombredelpiruli
—Soy escritor, con ocho novelas publicadas en editoriales tradicionales (pueden verse a la izquierda de este texto), pero vivo de mi trabajo como periodista. Mis ingresos como autor son mínimos o nulos si exceptuamos el importe de tres premios literarios que he ganado a lo largo de diez años en el mundo de la escritura.
—La ministra Ángeles González-Sinde debería dimitir después de su fracaso parlamentario con la ley contra la piratería y por llevarla al Parlamento camuflada dentro de otra, con canguelo. Desgraciadamente, en España no dimite nadie ni aunque lo cojan con las manos metidas en la caja fuerte.
—El inefable presidente José Luis Rodríguez Zapatero también debería irse a su casa, aunque no tanto por la Ley Sinde como por disparar cual francotirador loco contra el Estado del Bienestar, siguiendo las consignas del ultraliberalismo rampante y asfixiante.
—Los grupos parlamentarios que el día de la votación se achantaron por la posible reacción de los cibernautas militantes y por miedo a perder el voto de los descuideros de la cultura digital demostraron de qué pasta están hechos nuestros políticos. Acertada freflexión la de Benjamín Prado en El País, que recuerda que esta gente es capaz de tomar medidas impopulares sin pestañear, como es subir impuestos o abaratar el despido, pero se caga ante el lobby cibernético.
—Tibios y dispersos los grandes creadores que han reaccionado tarde y mal (como los sindicatos con la huelga general por la reforma laboral) y ahora se lamentan de la derrota de la Ley Sinde.
—A mí me han pirateado una novela y me molestó. Sin embargo, ahora tengo que reconocer que me importa un pito porque la editorial que me la publicó —salvo los 800 euros que me pagó por la compra de derechos— no me ha pasado ni un puto euro de ventas y tampoco me ha informado jamás del número de ventas. Nada, como si se la hubiera tragado la tierra. Para el que quiera leerla gratis, aquí le dejo el enlace con una de las muchas páginas web que hay en internet en las que puede descargarse o leerse on line. Se me olvidaba decir que está en ruso.
—Reconozco que yo también he pirateado música y cine. No sé si mucho o poco, en cualquier caso, demasiado. Por eso no culpo a nadie por descargarse archivos de internet sin pagar los derechos que le corresponde legítimamente al creador. ¿Quién no se llevaría cualquier cosa de una tienda sin vigilante si tuviera la certeza absoluta de que nadie le va a exigir nada?
—Cerrar portales de descargas ilegales no atenta contra la libertad de expresión. Decir lo contrario es mentir. La libertad de expresión seguiría muy viva en internet. Y gratis.
—Estoy en contra del canon digital. No se debe grabar el material solo porque es susceptible de ser usado. ¿Debo pagar yo por el cd que uso para archivar mis propios trabajos? No. Y menos a la SGAE, de la que no formo parte.
 —En general, el producto cultural final es caro. Son caros los libros (ni qué decir los digitales), son caros los discos y es caro ir al cine. Pero en la mayoría de los casos, quien encarece es el intermediario y, sobre todo, las grandes superficies, que imponen precios y se llevan comisiones leoninas. Ahí es donde se debería incidir para abaratar costes, además de eliminar el IVA del producto cultural.
—Defiendo el derecho del creador a vivir de su trabajo, como cualquier otro trabajador. Poner en cuestión que un músico (no todos son Alejandro Sanz), un cineasta (no todos son Pedro Almodóvar) o un escritor (no todos son Pérez Reverte) tiene derecho a comer cada día y pagar su hipoteca no está en discusión. Y debe ser el público (ya sea de música, cine o literatura) el que con su favor, comprando la obra del creador, quien decida si puede vivir de su obra o no. Si vende mucho podrá hacerlo, si no vende tendrá que mantenerse con otro tipo de trabajo, como es mi caso. Es el efecto positivo del mercado, del mercado a nivel de calle, no del especulativo, con mayúsculas, que está teledirigido por los grandes brokers financieros y que es el causante de la crisis económica en la que estamos metidos.
 He considerado que debía hacer estas precisiones (algunas son confesiones) antes de decir lo que me interesa reflejar aquí y que se refiere a un aspecto que nadie ha tocado hasta el momento, lo cual me sorprende.
La piratería digital es una práctica que fomenta la consolidación de la sociedad ultracapitalista a la que nos conducen inexorablemente los neoconservadores del mundo entero.
Dicho de otra manera:  Defender la descarga fraudulenta de bienes digitales que están sujetos a derechos de autor no es de izquierdas ni progresista, como muchos proclaman y otros muchos se lo creen a pies juntillas.
Me explico.
Para que exista una sociedad plural, bien informada, con diferentes puntos de vista, que genere análisis independientes y debates profundos y documentados sobre las cosas que suceden en el mundo a diario es preciso que la ciudadanía tenga un nivel cultural y una instrucción medianamente alta.
Uno de los requisitos indispensables para conseguir lo anterior es que los intelectuales, los creadores y los que generan cultura sean independientes, que no estén sujetos a servidumbres ni a dictados. Y la independencia intelectual se consigue con la independencia económica.   
Pero, ojo, la independencia económica no consiste en que el creador pueda comer caliente a diario, sino que el origen de sus ingresos no le condicione. Si Joaquín Sabina, en lugar de lucrarse con los discos que cada cual le compra porque le gusta su música, hubiera estado patrocinado por el arzobispado de Madrid, pongamos por caso, probablemente hubiera escrito otras letras.Los ingresos que el autor obtiene por una obra son el reconocimiento a ese trabajo que ha entregado a la sociedad. Son a posteriori. Si vende, vivirá de ello y podrá seguir creando con libertad. Si no vende, probablemente se extinga su actividad creativa.
Las descargas ilegales atentan directamente contra la independencia del creador de cultura.  Paradójicamente, cuanto más aceptado sea un autor, cuanto más conecte con la sociedad, más perjudicado resultará porque las descargas serán mayores y el agujero económico más insoportable.¿Qué sucede cuando a un hortelano que siembra cien lechugas le roban noventa? Que se arruina y debe abandonar la actividad.¿Y qué sucede cuando esto se generaliza entre los hortelanos? Que nos quedamos sin lechugas.Internet ha conseguido derribar todas las verjas que protegían esos huertos de lechugas de la rapiña de todo aquel que pasaba por allí. Un caminante solo no arruina al hortelano, pero por ese camino pasa mucha gente…¿Y qué sucede cuando todos los huertos, en todos los caminos, son esquilmados? Que nadie quiere volver a sembrar lechugas.  Eso está a punto de suceder con la creación cultural. Los músicos, los más pirateados, al menos tienen los conciertos como fuente directa de ingresos. Pero el cine o la literatura, ¿qué alternativas tienen? 
No nos engañemos, el creador seguirá produciendo aunque se lo roben de las manos. ¿Qué opciones tendrá entonces para no morir de hambre si la piratería se generaliza y le yugula los ingresos? El patrocinio y/o el mecenazgo. Es decir, se pondrá en manos del capricho de otro. ¿Pero quién puede patrocinar hoy día o dentro de veinte años? ¿Quiénes pueden ser esos mecenas? Los mismos que cumplían esa función hace siglos: Los ricos, los pudientes, los millonarios, las multinacionales, los bancos… ¡LOS ESPECULADORES!
¿Se puede esperar un futuro más apocalíptico para la cultura que el de caer en las garras de quienes están desmantelando nuestro estado del bienestar? A mí no se me ocurre nada peor.
Recordemos cuál era el panorama cultural/intelectual de la España franquista. Hubo genios, es cierto, pero contados con los dedos de una mano y tuvieron que irse.
Este ultracapitalismo no necesita la cultura ni a quienes la crean o la fomentan. Necesita consumidores. Con eso le basta. Busca seres semovientes, computables, que consuman y gasten, pero que piensen lo menos posible y que no se hagan preguntas. Ganado humano. Cuanto más inculto sea el ciudadano/consumidor, cuanto más idiotizado esté por la televisión, cuantos más estómagos agradecidos tenga en la nómina de lo que se llama élite cultural, mejor para sus intereses porque manipulará el mensaje cultural para devaluarlo y dirigirlo. Convertirá la cultura en basura.

Dicho esto, ¿quién se va a extrañar de que el PP, PNV y CiU –partidos de derechas- prefieran que la cosa siga como está? ¿A quién le va extrañar que el PSOE –partido derechizado— presente una ley tan mala?
Bueno, ¿de qué nos extrañamos, si España es sociológicamente de derechas? Aunque a la mayoría de la gente le da vergüenza reconocerlo —será la rémora del franquismo— por eso en las encuestas de CIS suele definirse como de centro izquierda.
En resumen, es necesaria una ley que acabe con la piratería digital. Las descargas ilegales son la vertiente cutre de la cultura del pelotazo. César Alierta se manejaba a las mil maravillas entre la información privilegiada de Tabacalera para trincar millones, mientras la mayoría de españoles no pasan de meros descuideros digitales. Cuestión de capacidades.
Ahora, ya podéis comenzar a insultarme.