sobre la rabia y la poesía

Por Aceituno

Las obras de arte abstracto contemporáneo así, a primera vista, nos suelen parecer simplonas, como hechas por niños, obras que no entendemos y consideramos una especie de tomadura de pelo que estén expuestas en un museo y sean tan caras. Las vemos como algo frívolo, producto del capricho de un tipo medio loco y en la mayoría de los casos pensamos que eso también lo podíamos haber hecho nosotros.

Esto sucede porque no estamos educados para apreciar su verdadero valor, no tenemos elementos de comparación ni poseemos cultura suficiente para entenderlo. Del mismo modo que no podríamos saber si son bonitos o no unos versos recitados en alemán a menos que hablásemos alemán.

Estas fotos de hoy son un buen ejemplo, porque son piezas de un artista contemporáneo, el italiano Luciano Fabro. Mejor dicho, lo que vemos aquí no son sus obras, sino las fotos de sus obras, de manera que las juzgamos siguiendo los parámetros de la fotografía y no los del arte contemporáneo. Seguramente a quien no sea un entendido del arte contemporáneo le gusten más estas imágenes que la propia obra del artista. Y eso porque tenemos mucha más cultura fotográfica que artística.

Claro que también puede que a mucha gente no le gusten ni las piezas originales de Luciano Fabro ni mis fotografías. Ya se sabe que contra gustos no hay nada que decir, pero es innegable que cuanta más cultura poseamos, más elementos de juicio tendremos.

En todo caso, lo que a mí me sucedió al recorrer la exposición (por cierto, estará en el Palacio de Velázquez del Retiro de Madrid, hasta el 12 de abril), al recorrer la exposición, decía, no me gustó demasiado, la verdad, pero sí me gustaron las fotos cuando las vi luego en el ordenador. De hecho me llevé una grata sorpresa y me lamenté de no haber estado un rato más y haberme traído más fotografías.

Contradicciones de la vida. Últimamente sufro, me duele, me quema, es una sensación horrible, no puedo tomar fotos sin sentirme fatal y sin embargo es cuando más necesidad tengo de hacerlo. Me siento vacío si pienso que el dolor me va a impedir usar mi cámara.

Y cuanta más rabia siento, más poesía encuentro en mis imágenes.

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