Sobre la riqueza: omisiones imperdonables en la lista de los ricos del planeta

Publicado el 31 agosto 2012 por Noblejas

A través de Enrique G Maiquez @EGMaiquez, me entero de lo publicado por Aquilino Duque en su blog Aguamarina, recogiendo como omisión imperdonable un texto irónico y certero sobre la riqueza, que reproduzco a continuación.

Y de igual modo que ha hecho las delicias de los arriba mencionados, como ha hecho la mía (aunque no tengo perro que me tenga en tan alta consideración), puede que también haga las delicias de otros lectores, quizá hartos del tremendismo periodístico ambiental:

Dice Aquilino Duque: Para los que no lo sepan, Armando Fuentes Aguirre (Caton) es un escritor y periodista mexicano, célebre por su sentido del humor.

Esto plantea Caton:


  Me propongo demandar a la revista "Fortune", pues me hizo víctima de una omisión inexplicable. Resulta que publicó la lista de los hombres más ricos del planeta, y en esta lista no aparezco yo. Aparecen, sí, el sultán de Brunei, aparecen también los herederos de Sam Walton y Takichiro Mori. Figuran ahí también personalidades como la Reina Isabel de Inglaterra, Stavros Niarkos, y los mexicanos Carlos Slim y Emilio Azcárraga. Sin embargo a mí no me menciona la revista. Y yo soy un hombre rico, inmensamente rico. Y si no, vean ustedes: tengo vida, que recibí no sé por qué, y salud, que conservo no sé cómo. Tengo una familia, esposa adorable que al entregarme su vida me dio lo mejor de la mía; hijos maravillosos de quienes no he recibido sino felicidad; nietos con los cuales ejerzo una nueva y gozosa paternidad. Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos. Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos. Tengo cuatro lectores a los que cada día les doy gracias porque leen bien lo que yo escribo mal. Tengo una casa, y en ella muchos libros (mi esposa diría que tengo muchos libros, y entre ellos una casa). Poseo un pedacito del mundo en la forma de un huerto que cada año me da manzanas que habrían acortado aun más la presencia de Adán y Eva en el Paraíso. Tengo un perro que no se va a dormir hasta que llego, y que me recibe como si fuera yo el dueño de los cielos y la tierra. Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca. Soy dueño de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren.