Sobre las semilla de Chía ¿qué deberíamos saber?

Por Mamucer @MarinaMunozC

– Marina Muñoz Cervera –

Las semillas de Chía se utilizaban en la antigüedad como energizantes.

La populares semillas de Chía conocidas por su riqueza en omega 3, se obtienen de la planta botánicamente conocida como «Salvia hispánica» de la familia «Lamiaceae».

Algo sobre su historia.

La planta productora de la Chía procede de las áreas montañosas que se extienden desde México hasta Guatemala y, para los Mayas, era un cultivo básico en su alimentación; también formaba parte de las civilizaciones precolombinas de América del Sur, que utilizaban las semillas para preparar medicamentos.

Durante siglos fueron consumidas por los indígenas del suroeste de Estados Unidos y en todo el territorio de lo hoy es México, se la conocía como «el alimento de los caminantes», ya que su aporte energético era prolongado y constituía un alimento de resistencia.

Se describe que los antiguos aztecas tomaban semillas de Chía antes de las batallas, sin saber porqué las pequeñas semillas les daban tanta energía, pero transmitieron el conocimiento de su consumo de generación en generación.

Posteriormente fueron utilizadas por los latinoamericanos para combatir el estreñimiento.

Hoy en día, se cultivan en Argentina, México y Bolivia, la Chía crece en condiciones tropicales y subtropicales y no tolera las heladas.

La EFSA (European Food Safety Authority) dictaminó en el año 2009, que las semillas de chía enteras y trituradas, procedentes de la planta «Salvia hispánica» no tenían efectos perjudiciales para la salud humana en su uso como ingrediente alimentario.

Composición nutricional.

Son semillas oleaginosas, por tanto, nos aportarán grasas, pero como vemos a continuación, también contiene glúcidos, proteínas, mucha fibra y micronutrientes.

20-22% de proteínas
30-35% de grasas
25-41% de hidratos de carbono
18-30% de fibra cruda

Las semillas tienen la propiedad de captar mucha agua, es decir, una gran capacidad hidrofílica, pudiendo absorber hasta 12 su peso.

Cuando comemos semillas de Chía, los coloides hidrofílicos que contienen se liberan en el estómago y actúan como una barrera física entre los hidratos de carbono y las enzimas que los hidrolizan, ello determina que se absorban más lentamente y no se produzcan subidas bruscas de glucemia. Son mucílagos (fibra soluble) que podemos apreciar a simple vista, así cuando ponemos en contacto las semillas con el agua, veremos que se forma un gel.

Las proteínas de estas semillas se digieren y absorben muy bien, de ahí que sean utilizadas por deportistas y otras personas que realizan importantes esfuerzos musculares.

En la mayor parte de la Chía que se produce actualmente predominan las semillas de color oscuro sobre las blancas y hay diferencias nutricionales entre unas y otras. Así en las blancas predominan las proteínas, mientras que en las oscuras destaca su contenido en ácidos grasos omega 3 (alfa-linolénico).

Contienen gran cantidad de minerales, entre los que se cuenta el calcio, boro, potasio, magnesio, manganeso, cobre, zinc, hierro, etc. y vitaminas como niacina, entre otras. Así como antioxidantes, sobre todo compuestos polifenólicos.

En cuanto a sus ácidos grasos, su contenido en omega 3 es de 22,2 gramos por cada 100. Del total de sus grasas, un 64% son omega 3 (linolénico) y un 22%, omega 6 (linoleico). Se considera la semilla con más porcentaje de ácidos grasos esenciales.

100 gramos de semillas nos aportan 486 calorías, por tanto una cucharada sopera (10 ml o 10 gr) contendría 48,6 calorías.

Beneficios de las semillas de Chía.

Se atribuyen muchas propiedades curativas a la Chía, entre las más destacables son la hipercolesterolemia y la diabetes tipo II, tanto en su prevención como en su tratamiento.

Sus más importantes efectos son: antioxidante, antiagregante plaquetario, antiinflamatorio, antimutagénico, anticarcinogénetico, antiviral, laxante, hipotensor, hipocolesterolemiante, hipoglucemiante, inmunoestimulante, tónico cardíaco y nervioso, y alimento mineralizante, vitamínico y proteico.

Se describe su uso beneficioso en múltiples enfermedades como: celiaquía, depresión, estrés, diabetes, obesidad, problemas gastrointestinales, tumores, artritis, asma, afecciones cardiovasculares y pulmonares, psoriasis, arteriosclerosis, anemias, embarazo, lactancia, crecimiento, convalecencias y debilidad inmunológica.

Estas semillas, aunque no son la panacea para todo, resultan útiles y mucho más si se consumen dentro de una alimentación sana y equilibrada.

¿Cómo las usamos?

Se pueden consumir enteras o trituradas, sin embargo, en las enteras, los omega 3 están más protegidos por los antioxidantes naturales de las semillas, por tanto si se muelen, su conservación será más corta. No obstante, podemos triturarlas y añadirlas a ensaladas, verduras, frutas enteras o licuadas.

Estas semillas deben consumirse con bastante agua para que su efecto sea bueno, ya que facilitan la digestión y protegen nuestra salud intestinal gracias a su contenido en fibra soluble.

Algunas personas prefieren remojarlas incluso una noche entera antes de consumirlas para que los mucílagos salgan en su totalidad y el efecto sea óptimo. Sin embargo, otros describen que no es necesario, ya que estos coloides hidrofílicos van a liberarse igualmente en el estómago.

Para despejar la duda, hemos añadido una cucharadita de semillas de Chía a una taza de 200 ml que contenía 1 parte de vinagre (ácido acético) y 3 de agua. El vinagre tiene un pH menor a 3, es por tanto ácido como el ácido clorhídrico del estómago. Al pasar 5 minutos las semillas ya habían liberado mucílagos. Por tanto los ácidos del estómago no tienen porqué interferir con la formación del gel siempre y cuando se consuman las semillas con abundante agua.

A pesar de que no se conoce la presencia de productos tóxicos en estas semillas, las personas que toman anticoagulantes no deberían consumirlas y también deben ingerirlas con precaución los alérgicos a alguna otra semilla oleaginosa.

Estas semillas, descritas como supernutrientes o superalimentos y como alimento funcional, pueden formar parte de una alimentación siempre y cuando se consideren como un aporte calórico en forma de grasas, por su composición predominante.

Fuentes:

– Dr. Barros Santos. “Alimentos nuevos y nuevos ingredientes alimenticios y/o alimentarios según la Comunidad Europea”. Editorial Vision Libros. Madrid, 2009.

-Octavio Paredes López, Fidel Guevara Lara, Luis Arturo Bello Pérez. “Los alimentos mágicos de la culturas indígenas mesoamericanas”. La Ciencia es para todos. Fondo de cultura económica. México, D.F. 2006.

– Paul Pitchford. “Sanando con alimentos integrales”. North Atalntic Books, Berkeley, California, 2007.

– Ricardo Ayerza, Wayne Coates. “Chía: redescubriendo un alimento olvidado de los aztecas”. Editorial del Nuevo Extremo, S.A. Buenos Aires, Argentina, 2006.

– Dr.Lucio Tenina. “Alimentación inteligente”. Editorial Grijalbo, 2014.

– Wayne Coates. “Chía: El increíble supernutriente”. Editorial Edaf. Barcelona, 2012.

– Farm. Osvaldo Di Sapio, Ing. Agr. (MSc) Mirian Bueno, Dr. Héctor Busilacchi, Ing. Agr. Cecilia Severin. “Chía: importante antioxidante vegetal”. Revista Agromensajes de la Facultad de Ciencias Agrarias UNR. Santa Fe, Argentina. 04/2008.
http://www.fcagr.unr.edu.ar/Extension/Agromensajes/24/3AM24.htm

Imagen:

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