El enclave zamorano, entonces, se rebela como un sitio de referencia entre los siglos XI y XV donde los judíos tuvieron un espacio consolidado por al menos cuatro siglos.
“También en Tábara, en España, quisieron exterminar a los judíos y mataban a muchos con la espada cuando los encontraban, teniendo ellos que refugiarse en sus casas antes de que se pusiera el sol, pues temían por sus vidas. Se consideró culpable al hijo de un judío, herrero de oficio.
Ciertamente no había cometido delito digno de la muerte, pero fue condenado por los jueces a morir; se afligió mucho su padre por él, enfermó y perdió la razón; y con todo esto, no apaciguaron su cólera, sino que cayeron sobre los judíos de improviso, y los pasaron a filo de espada sin que se salvara sino un corto número de ellos, en aquel tiempo espantoso.
Cuando llegó la noticia a oídos del rey, le decía a toda la gente del país con astucia: Se ha fingido loco el judío durante muchos días para realizar la venganza de su hijo. Además, ha dispuesto unas sandalias, y espinas y zarzas para arrojarlas por las calles de la ciudad con el fin de espiar nuestros pasos y quemarnos durante la noche, y si no fuera porque dejamos una puerta abierta, hubiésemos ardido todos nosotros; por esto los hemos pasado a filo de espada, como en este día ha sucedido. Súpolo el rey, mas perdonó el crimen de ellos. También los jueces estuvieron entre sus enemigos en aquel tiempo.¡Mira, oh Dios, y considera a los que practican el mal según su iniquidad y sálvanos en consideración a tu nombre!”
Yosef ha-Kohen, Émeq Ha-Bakha(Valle de llanto), edición de Pilar León Tello, CSIC, Instituto Arias Montano, 1964, p.84-85
Foto: Fegamar