Sobre pensamiento único (2)

Publicado el 29 octubre 2012 por Tetenoemi @TeteNoemi

Al hablar de pensamiento único, y recurriendo a las ficciones de Orwell y Moravia, dábamos cuenta de la estrategia que operaba el poder y que consistía en reducir el vocabulario a un mínimo, anular la riqueza del lenguaje, y uniformar las conductas, con el fin de acotar el radio de acción de la conciencia, para instaurar sus dogmas. Y agregábamos con Norma Slepoy, que en democracia, ciertos “saberes consagrados” se constituyen en dogmas, obstaculizando el desarrollo del pensamiento.

En otra obra, Rebelión en la Granja a la que, en esta ocasión, hace referencia el lingüista norteamericano Noam Comsky en sus trabajos sobre medios y propaganda, George Orwell realiza una crítica a los estados totalitarios, específicamente a la Unión Soviética, obteniendo un gran éxito a mediados de los años 40. Pero, nos comenta Chomsky, esta obra tenía una Introducción que fue suprimida – y que sólo se daría a conocer 30 años más tarde-, que versaba sobre “Censura literaria en Inglaterra”, y en la que denunciaba cierta estructura totalitaria, donde, decía, no existía el KGB vigilador pero el resultado era bastante parecido, y dónde la persona con pensamientos independientes era apartada. Así lo expresa Chomsky citando a Orwell: “… ¿cómo pasa eso? Bueno, primero, porque la prensa es propiedad de gente muy rica que quiere que sólo ciertas cosas lleguen al público. Lo otro que dice es que cuando pasas por el sistema educativo de élite, cuando vas a las mejores escuelas de Oxford, aprendes que hay ciertas cosas que no está bien decir y hay ciertas ideas que no está bien tener.”

Pero recurramos a quien es el gestor del concepto de “pensamiento único” en una dimensión si se quiere, geopolítica: el semiólogo Ignacio Ramonet lo describe, en principio en términos metafóricos, (y muy cercano a Orwell en esto) como “una especie de doctrina viscosa que insensiblemente envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza, y acaba por ahogarlo.”  ¿Y único porqué? Porque es “el único autorizado por una invisible y omnipresente policía de opinión.” Como una especie de “fantasma” que desvanece la creatividad, ahoga la originalidad de las personas, e instaura su religión: el pensamiento único – las conductas únicas.

Marcelo, el personaje de El Conformista de A. Moravia al que aludimos anteriormente, lo expresa en estas palabras :

animales de granja

[...] … ¿qué otra cosa podía ser la verdad sino algo para todos evidente, por todos creída y considerada indiscutible? Así, la cadena no tenía solución de continuidad y todos sus eslabones eran sólidos: desde su simpatía, anterior a toda reflexión, hasta la conciencia de que tal simpatía era compartida por millones de personas de la misma manera; desde esta conciencia hasta el convencimiento de que estaba en lo cierto; y desde el convencimiento de que estaba en lo cierto, hasta la acción. Porque –como pensó aún– la posesión de la verdad no solamente permitía la acción, sino que incluso la imponía. [la cursiva es mía]

En términos ya definitorios, el pensamiento único es para Ramonet “la traducción en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional…” cuyo “primer principio… es … que la economía supera a la política. En nombre del realismo y del pragmatismo se sitúa a la economía en el puesto de mando. Una economía desembarazada del obstáculo social, al que considera motivo de regresión y de crisis.

Desde una perspectiva de una realidad más amplia y no ficcional, por ejemplo, desde un punto de vista de la teoría de la ciencia, el pensamiento único instala la idea de un “non plus ultra”, es decir, ¡no hay otra, no hay más!, sino una sola y única manera correcta de llegar al conocimiento científico, una sola y única concepción de ciencia, y toda aquélla que se pretenda como alternativa, en vez de considerarla científica, será considerada como mera utopía teórica o ideológica.

Como sabemos desde el nacimiento mismo del conocimiento científico, tal unicidad no existe, y esta es la primera gran mentira, en el orden epistemológico o de la teoría de la ciencia, el primer ocultamiento que opera el pensamiento único.

Digamos, con el sociólogo francés Pierre Bourdieu que lo que nos proponen como horizonte insuperable del pensamiento, – como “non plus ultra” – no es otra cosa que un fatalismo económico. Este evangelio, o difusa vulgata planetaria, compuesta por un conjunto de palabras mal definidas, tales como “globalización”, “flexibilidad”, “desregulación”, “privatización”, “liberalización”; o tales como “competencia perfecta”, “racionalidad de los agentes”,  “elasticidad de la demanda” – y que consisten en peticiones de principio -, “gracias a sus connotaciones liberales o libertarias ayudan a darle una fachada de libertad y liberación a una ideología conservadora… Esta filosofía no conoce ni reconoce otro fin que no sea la incesante creación de riqueza y su concentración en manos de una pequeña minoría…”

Este “discurso anónimo es retomado y reproducido por los principales órganos de información económica”, con frecuencia en propiedad de grandes grupos económicos y particularmente por las “Biblias” de los inversores y bolsistas (hablamos de publicaciones como The Wall Street Journal, Financial Times, The Economist…), así como también por las facultades de ciencias económicas, periodistas, ensayistas, políticos que retomando las principales consignas de estas “nuevas tablas de la ley” -dice Ramonet-, a través de los grandes medios de comunicación las repiten hasta el hartazgo, sabiendo que, en sociedades mediáticas como las nuestras, repetir equivale a demostrar.

La globalización financiera hoy día tiene el proyecto de instaurar un pensamiento único, en particular en materia económica, a fin de aplicar unos esquemas precisos, que fija efectivamente el directorio que hoy administra el mundo, constituido básicamente por cuatro instituciones: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Por si hace falta decirlo, hemos ingresado en el ámbito del llamado “neoliberalismo”, cuestión que intentaré retomar en otra ocasión.

Teresa N Alvarez

Grupos de Estudio Bs. As., 1093 Argentina


Fuentes:
Ramonet, Ignacio: Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo. Editorial Debate, Madrid, 1996. | Pensamiento crítico vs. pensamiento único, Editorial Debate, Madrid, 1998.
Bourdieu, Pierre : Contre-feux, éd. Liber, raisons d’agir, Paris 1998.

Otras fuentes:
Chomsky, Norman y Edward S. Herman: Los guardianes de la libertad. Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, Barcelona, Grijalbo, 1995.
Gómez, Ricardo (matemático, físico, filósofo y epistemólogo argentino radicado en Estados Unidos, después de 1976, profesor de Filosofía de la ciencia en la Universidad de California) Neoliberalismo y pseudociencia; El poder de la razón, editado por Oscar Müller y Gregorio Klimovsky (Conferencia Bariloche de 1994: Límites y desventuras de la racionalidad crítica neoliberal)