Esta mañana, en la tertulia de radio nacional, Esther Esteban – periodista de El Mundo - ha tratado a Tsipras de machista por no contar en su Gobierno con ninguna mujer. Machista es aquel que defiende el machismo; que no es otra cosa – y cito la definición de la RAE – que "una actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres". Lo cierto y verdad es que machismo e igualdad son dos conceptos muy relacionados. Mientras el hombre se ha desarrollado, durante siglos, gracias a la comodidad del patriarcado, la mujer, sin embargo, ha estado recluida en los intramuros de su casa. Tanto es así que hasta hace pocos años, su presencia era prácticamente nula en el mercado laboral y, sobre todo, en los sillones del poder. No olvidemos, que en pleno siglo XXI, la mujer es considerada como un colectivo protegido por el Derecho del Trabajo. Lo es porque a igualdad de condiciones, cobra menos que los hombres y tiene peores condiciones laborales. Así las cosas, aunque las condiciones de acceso al mercado laboral sean las mismas para ellos y ellas, lo cierto y verdad, es que una vez dentro de las empresas se produce discriminación por razón de sexo.
Llegados a este punto cabe que nos preguntemos: ¿es machista la actitud de Tsipras de no contar con ellas para la formación de su Gobierno? Desde un punto de vista legal no. No, como les digo, porque la elección de ministros es una potestad exclusiva del Presidente electo y está basada en criterios de competencia y confianza. Lo importante de un buen Gobierno no es si hay más o menos mujeres en su seno, sino que se hallen los mejores, con independencia de que lleven faldas o pantalones. Otra cosa, sin duda alguna, es la estética política. Desde el punto de vista estético, un Gobierno heterogéneo – sea de izquierdas o de derechas – goza de mayor aprobación social que un Consejo de Ministros sin voces femeninas. No olvidemos que en la historia de nuestro país han habido - y habrán – ministros y ministras nefastos por su gestión política; lleven la "V" o la "F" en sus carnés de identidad. Por ello, por esta simple razón, la decisión de Tsipras no es criticable desde las tribunas de la lógica sino desde los campanarios de la estética. Otra cosa es que un Gobierno sea mixto y ellos cobren más, y tengan mejores condiciones que ellas. Entonces, en ese supuesto, estaríamos ante un Ejecutivo "machista" de los pies a la cabeza. Así las cosas, llamar a Tsipras "machista" forma parte de la demagogia de algunos periodistas para ganarse el aplauso de la ignorancia.
En nuestro país, sin necesidad de viajar a Grecia, tenemos – como ustedes saben – más de un caso (y más de dos) de políticos machistas. Primer ejemplo, las declaraciones de Cañete a la señora Valenciano en vísperas de las pasadas elecciones europeas. Como saben, el ex ministro de agricultura dijo – cito textual – "el debate con una mujer es difícil. Si demuestras superioridad intelectual, es machista". Segundo ejemplo, los consejos de León de la Riva – alcalde de Valladolid – para evitar una violación. Según él, le da "cierto reparo entrar en un ascensor por si hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se arranca el sujetador o la falda y al salir de mismo grita que le han intentado agredir". Conclusión: para evitar ser denunciado por violación, nunca montes en un ascensor con una mujer. Son, precisamente, estas declaraciones y no la paridad de un Gobierno, las que invitan a la crítica a denunciar públicamente dónde empieza el machismo y acaba la demagogia. Si algún día, la composición de un Ejecutivo debiera regirse "ex lege" por criterios de sexo; entonces sería correcto etiquetar a Tsipras de machista. No olvidemos que sus primeras medidas han sido subir el Salario Mínimo a 751 euros y luz gratis para 300.000 personas que no pueden permitírselo, y todo ello – estimados lectores - sin tener en cuenta si sus receptores son hombres o mujeres.