¿Cuál debería ser el límite?
Los medios contemporáneos establecieron una nueva visibilidad sobre los históricamente pasivos receptores. Una noticia, un video o una foto son disparadores para que cientos de personas hagan públicas sus opiniones sobre los perfiles de los mismos diarios. Sin filtro alguno, un segmento de la opinión pública aparece no con análisis y profundidas en los comentarios, sino con insultos, insultos y más insultos.
Sólo hace falta que el tema sea polémico para desencadenar lo que muestran las capturas de pantalla.
Comentarios en el Facebook del diario argentino “Clarín” en una noticia sobre la presidenta Crisitna
Según el sitio PuroPeriodismo de Colombia, por un lado, están quienes creen necesario poner límites a la libertad de expresión en las redes sociales y en general en internet, espacio que ven como un paraíso del insulto, el ataque artero e irresponsable, escudado en el cobarde anonimato la mayoría de las veces, impunidad que no existe en los medios tradicionales que poseen editores y personas responsables que eliminan rápidamente comentarios ofensivos o que se alejan de sus políticas editoriales.
En el otro extremo, los defensores de la libertad de expresión ven la tierra prometida en el mundo virtud y el único lugar donde existe la posibilidad de expresarse sin ninguna restricción o límite, por lo que se oponen terminantemente a cualquier iniciativa nacional o internacional para su regulación.
Lo concreto es que estas nuevas condiciones de recepción repercuten en la forma en que los comunicadores digitales producen sus relatos. Y este punto es el más importante: ¿Lo hacemos en detrimento del contenido? ¿O ‘lo polémico’ es sólo un condimento más?