Los sujetos principales en el patriarcado no son la gente rebelde, pobre, loca, con SIDA, ni las niñas ni las viejas, ni las mujeres desadaptadas al patriarcado (a su Matrimonio, a su Pareja, a su Heterosexualidad, a su Familia);son los maridos, los padres –luego las madres-, los heterosexuales, los y las jóvenes exitosas, los hombres con poder, los caudillos – de la raza, género y práctica sexual que sean-, y por su puesto toda la burguesía que mientras más blanca, mejor -pero si no, igual les toleran-. Esta gente es la que concita la atención de sus iguales que están en el E$tado. Cuando alguna de estas personas muere por violencia, se produce conmoción.
Si muere torturada una mujer cualquiera, una trans, una lesbiana, no hay sorpresa. Cuando es asesinado un indígena por arremeter contra el colonialista, no se movilizan Gobiernos. Cuando una mujer es violada se busca en primer lugar su culpabilidad en los hechos, y en el acosador se destaca una psiquis frágil y deteriorada por efectos de una vida infeliz. Cuando un indio sin poder mata a un terrateniente se le llama terrorismo y cuando las policías del E$tado allanan comunidades indígenas o a otra gente rebelde, es seguridad ciudadana.
Que una comunidad despojada recupere sus territorios, es terrorismo. Que los ricos defiendan su propiedad privada, es constitucional. El patriarcado reserva casi exclusivamente el uso de la violencia a los hombres y a los poderosos.
¿Inclusión?
En este contexto asimétrico, desigual, se nos insta a que aceptemos, “manejemos” la realidad establecida y nos adaptemos a ella. Para eso es la ideología de la “autoestima” individual, sin colectivo ni organización y sin autonomía; para endosarnos la responsabilidad de no funcionar con las reglas establecidas. Para tener ese tipo de autoestima, entonces, hay que aceptar la inclusión. Que te incluyan en una forma de vida ajena, en espacios marcados por la Dominación.
La inclusión es machista, heteronormativa, es racista, es clasista. Y es arribista de nuestra parte, aceptarla. Porque la inclusión es anexarnos, aunque nos toleren con la nariz tapada por nuestro hedor. Olor a pobre, olor a india, olor a ismos, anarquismos, feminismos, marxismos… ¡tan pasados de moda!
Aceptar ser incluidas como unas impresentables y malqueridas es bien indigno. Es una vivencia triste que no fortalece nuestro amor propio y menos nuestra capacidad de rebelarnos y autoafirmarnos como seres y colectivos autónomos, capaces de autodeterminarnos.
El trato racista, el machista y misógino, el despojo, no son elecciones neutrales, sino voluntarias. Son violencia desde la Dominación. La Violencia cruzada no existe en un contexto así. La rabia va juntándose, transformándose en rebeldía y actúa. Y la violencia de los esclavos y la esclavas es igual de cruel que la que otro cualquiera. Sólo en eso vamos a la par.
* memoria feminista, feministas autónomas
Publicado por Género con ClaseShareThis