Que los chinos venden más barato y en algunos aspectos su tecnología es superior, pues se impide la expansión de su negocio y se obliga a los “aliados” a que no adquieran sus productos, aduciendo, si es necesario, supuestos peligros sobre seguridad y soberanía a que estarían expuestos con la introducción de esa manufactura asiática. Que países del entorno, donde se han trasladado empresas por disponer mano de obra barata y menos impuestos, acaban haciendo competencia a la matriz, pues se incumplen los tratados y se recupera parte de la fabricación externalizada, aunque ello no favorezca el intercambio comercial ni la creación de empleo, pero sí la demagogia populista con los descontentos. Que los inmigrantes, sobre todo si son pobres, parece que “invaden”, “roban” y “desnaturalizan” la identidad de nuestros países con sus costumbres, su color de piel y sus incomprensibles idiomas, pues se les expulsa sin contemplaciones y se impide su entrada a cal y canto, cerrando fronteras y prohibiendo rescates. Basta con criminalizarlos para que el mar y las calamidades de sus países de origen se encarguen de su suerte, sin coste para las arcas públicas.
Que los chinos venden más barato y en algunos aspectos su tecnología es superior, pues se impide la expansión de su negocio y se obliga a los “aliados” a que no adquieran sus productos, aduciendo, si es necesario, supuestos peligros sobre seguridad y soberanía a que estarían expuestos con la introducción de esa manufactura asiática. Que países del entorno, donde se han trasladado empresas por disponer mano de obra barata y menos impuestos, acaban haciendo competencia a la matriz, pues se incumplen los tratados y se recupera parte de la fabricación externalizada, aunque ello no favorezca el intercambio comercial ni la creación de empleo, pero sí la demagogia populista con los descontentos. Que los inmigrantes, sobre todo si son pobres, parece que “invaden”, “roban” y “desnaturalizan” la identidad de nuestros países con sus costumbres, su color de piel y sus incomprensibles idiomas, pues se les expulsa sin contemplaciones y se impide su entrada a cal y canto, cerrando fronteras y prohibiendo rescates. Basta con criminalizarlos para que el mar y las calamidades de sus países de origen se encarguen de su suerte, sin coste para las arcas públicas.