Título: Zombie Land (V)
Autor: Federico Hernan Bravo
Portada: Ezekiel
Publicado en: Septiembre 2017
Ha llegado el momento final: Los Winchester tienen que detener a Hades y poner final al apocalipisis ¡O el mundo estará condenado por toda la eternidad!
Creado por Eric Kripke
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El final de esta historia
Ankanoc llevó a Sam a una de las tantas salas abandonadas del museo. Lo encadenó a una pared y se paró ante él, cruzándose de brazos. Sonreía.
-Parece mentira – dijo – Los terribles hermanos Winchester. Ya no meten tanto miedo, ¿eh? ¿Pensaban que podían derrotarnos? Que idiotas. ¿Es que no se han dado cuenta? – el demonio caminó hasta un cofre labrado en oro colocado en el piso – Nada puede destruir a Hades. Nada, excepto esto.
Lo abrió. Sacó de su interior una gran guadaña de plata, con su mango ornamentado. Sam la miró, asombrado. Pese a su antigüedad, era bellísima.
Ankanoc la sostuvo con la mano, con fuerza. Algo sorprendente sucedió entonces: la Guadaña se convirtió en un cuchillo curvo, del mismo tamaño que las armas angélicas que usaban Castiel o Kalan.
-Ésta es la única arma que puede segar la visa de Hades – explicó, admirando la afilada hoja.
-¿Y por qué no la usas contra él? ¿Por qué le obedeces? – preguntó Sam. Mientras lo hacía pensaba cómo salir de ese embrollo.
-Hades es muy poderoso. Los muertos le obedecen y ahora ellos son mayoría. No creas que me gusta, pero es el único camino que tenemos los demonios.
-¿Ser sirvientes suyos?
-Prefiero el término “vasallos”. O, en su defecto, “colegas”. Hades me ha ayudado bastante. No sabes cómo están las cosas allá abajo, en el Infierno.
-Me imagino. La tropa está descontenta.
-Los otros demonios son impulsivos. Odiaban recibir órdenes de Crowley y mi entrada en escena supuso un cambio.
-Pero sigues teniendo problemas para controlarlos…
Ankanoc suspiró.
-Nimiedades. Soy el único de los líderes del Infierno que ha conseguido lo que ningún otro: yo he capturado a los Winchester.
Señaló a Sam.
-Muy pronto estarás muerto, como así lo estará tu hermano. Y con sus muertes, consolidaré mi poder.
-No lo creo.
Un cuchillo atravesó la espalda de Ankanoc. El demonio abrió los ojos como platos. Mientras moría, observó a su asesino con estupor, el mismo que Sam exhibió al verlo también.
-¡Kalan! ¿Cómo…?
Sonriendo, el ángel extrajo el arma del cuerpo de Ankanoc. El demonio se desplomó, abatido. Para asegurarse de que no volviera como zombie, Kalan incineró su cerebro con su poder.
-Mi “muerte” fue un truco preparado, una charada – le explicó a Sam mientras lo liberaba – Algo necesario para que el enemigo se lo tragara. Así ha sucedido.
Cuando Sam quedó libre de sus cadenas, el ángel le entregó la Guadaña convertida en cuchillo…
-Dean está en peligro. Te corresponde hacer los honores y matar a Hades.
-Ok. ¡Vamos!
Kalan lo aferró del hombro. Ambos desaparecieron. En la torre, Dean se enfrentaba con un Bobby convertido en zombie. -El señor Singer mostró cierta reticencia a dejarse atrapar – confesó Hades – No quedó otra que matarlo. Pero aun así, podía serme útil. El muerto gimió. Levantó la daga. Con unos ojos blancos y sin pupilas, sus ropas raídas y sucias, atacó a Dean. El muchacho esquivó la estocada. -Considera la deliciosa ironía de la situación – siguió diciendo Hades – Tu querido amigo convertido en zombie será quién te matará. Quien derramará tu sangre en mí honor. -¡Bobby! ¡Bobby, detente! El zombie no lo escuchó. Se le arrojó encima. Iba a apuñalarlo. -Está muerto, Dean. ¿Entiendes? ¡Muerto! No te reconoce ni lo hará jamás. Y él será tu verdugo. ¡Prepárate para morir! Dean se resistió, pero comprendió que todo estaba perdido. Ya no había nada por lo que luchar. Ya no más. Fue en ese mismo instante cuando Sam y Kalan aparecieron, y el menor de los Winchester usó la Guadaña contra Hades. Se la enterró en el pecho, directamente en su corazón. Un trueno sonó en el aire. La tierra bajo sus pies tembló. El cuerpo de Hades se redujo a cenizas. Lo único que quedó de él fue la túnica vacía cayendo al piso. -¡Se acabó! – proclamó una voz.
La Muerte apareció. En cuanto lo hizo, Bobby paró su ataque a Dean y simplemente, murió. Del mismo modo, por toda la Tierra, todos los zombies que había cesaron su actividad, desplomándose fulminados. -¡Dean! ¿Estás…? – la pregunta de Sam se vio interrumpida. Su hermano se agachó sobre el cuerpo caído de Bobby y lo sostuvo entre sus brazos. Lloraba. -Bobby… Bobby… La expresión del muerto había cambiado. Ya no tenía un semblante agresivo en el rostro, solo paz. Parecía dormido. Sam bajó la vista, apesadumbrado. Aquella era una victoria amarga. -¿El orden fue restablecido? – inquirió Kalan a la Muerte. Éste asintió. -He reparado el error de mi hermano. Todos los muertos han regresado a reposar – se volvió hacia los Winchester – Muchas gracias por todo. Han sido de invaluable ayuda – se disponía a marcharse. Dean lo detuvo. -¡Espera! ¡No te puedes ir así nomás! ¡Me niego a que todo esto termine así! ¡Me niego! -Ya veo. ¿Y qué sugieres que haga? -¡Nos debes un favor! ¡Arriesgamos todo para devolverte el poder! ¡Lo mínimo que puedes hacer es devolverle la vida a Bobby! La Muerte revoleó los ojos, exasperado. -Creo que la lección que ésta aventura ha dejado claro es que el lugar de los muertos es, justamente, muertos. ¿Y ahora pretendes que en agradecimiento por haber limpiado un desastre que ustedes iniciaron, yo deba resucitar a tu amigo? -¡Nos lo debes! – Dean sacudió un dedo frente a su cara - ¡Nos lo debes, carajo! ¡Arriesgamos nuestro jodido trasero para tu beneficio! ¡Nos lo debes! -No quiero agregar más leña al fuego, señor, pero tiene razón – intervino Kalan, abogando a favor de los Winchester – Yo fui testigo del valor de estos chicos. Apiadese de ellos. -¿Te apiadaste tú cuando Dios te mandó a matar a los primogénitos de Egipto? – retrucó la Muerte. Kalan aceptó el golpe bajo. Fue duro pero cierto. -Solo hacía mi trabajo, señor. -“Solo hacía mi trabajo”. ¿Sabes que eso mismo era justamente lo que los criminales de guerra Nazi dijeron en los juicios de Nüremberg? “Solo hacía mi trabajo” – la Muerte miró a Dean, serio – Bien. Pues éste es MI trabajo. Soy la Muerte. Yo quito, no doy. Dean asintió. Había dejado de llorar. Le sostuvo la mirada a la Parca. -Eres un grandísimo hijo de puta – dijo – Ya llegará el día en que personalmente, arreglemos cuentas… pero ahora devuélvele la vida a Bobby. ¡YA! La Muerte permaneció en silencio. Al cabo de un rato, dijo: -Está bien. Pero la cosa será bajo mis términos – su mirada fría y altanera no lo abandonaba nunca – Solo resucitaré a una sola persona. Solo una. Nada más. -Hazlo. -No tan rápido. Ustedes tienen a dos amigos muertos por culpa de Hades. Dos. Dean miró a su hermano, confundido. -Se refiere a Cass – le recordó éste. -Oh. -Como dije antes, solo uno volverá a la vida. O Bobby o Castiel. La elección depende de ustedes. …Y con eso, aguardó su decisión… Los Winchester lo discutieron entre ellos. -Bobby, sin lugar a dudas – soltó Dean. -Espera…- lo atajó Sam - ¿Y Cass? Silencio. -Será Bobby, Sam. Ningún otro. -A Cass le volamos la tapa de los sesos. Su muerte fue injusta. -¿Y la de Bobby no? ¡Reacciona, Sammy! ¡Es de nuestro amigo de quien hablamos! -Cass también era nuestro amigo… -Es diferente. Bobby era familia. -Cass también. Dean, lo que trato de decir que a lo mejor Bobby lo querría así. Cass no se merecía morir. -¿Y Bobby sí? -¡No! Lo que quiero decir es que Bobby hubiera querido que Cass no muriera. -Y yo tampoco. Por eso, será Bobby – Dean se volvió hacia la Muerte– Queremos a Bobby. -¿Por una vez en tu vida puedes dejar de ser egoísta? – exclamó Sam - ¡Necesitamos a Castiel! -¿Y para qué diablos lo necesitamos? -Ankanoc está muerto. Otros demonios lucharan por controlar el Infierno. Cass nos puede ayudar contra ellos en la lucha por venir. Silencio de nuevo. -Dean, sé que es difícil. Quiero a Bobby tanto como tú. Pero él ha vivido su vida y ha perdido tantas cosas. ¿Y ahora vamos arrastrarlo de nuevo del descanso eterno para obligarlo a seguir en este mundo de mierda? No. No me parece justo. Dean asintió. -Bobby hubiera dicho lo mismo – siguió Sam – El peligro no ha acabado. Ahora es cuando necesitamos más que nunca a nuestro amigo. Silencio por tercera vez. Dean lo meditó. A la final, se volvió hacia la Muerte con la decisión tomada. -Trae a Castiel – dijo. -Hecho está. Castiel apareció, parpadeando y confundido. Al ver a los Winchester junto a Kalan y la Muerte, supo que algo había pasado… y que se lo perdió. -Muy bien. Hice mi parte. Me retiro. Adiós. La Muerte se fue. Dean se desplomó al lado del cuerpo de Bobby. Se llevó una mano a la cabeza. Había sido una amarga victoria.
Epilogo
El Apocalipsis Zombie había acabado.
Surgiendo de sus refugios, la raza humana volvía a ocupar una vez más su sitio en la Tierra. Las ciudades empezaron el proceso de reconstrucción y los cuerpos de los muertos fueron incinerados o enterrados. En un par de meses, la pesadilla quedaría atrás, solo como un mal recuerdo.
El mundo seguía su rumbo y con el paso del tiempo, la civilización pasó a ocuparse otra vez de cosas más triviales.
En un solitario cementerio de alguna parte, Dean Winchester miraba la tumba donde yacían los restos de Bobby Singer. El frío del invierno ya iba muy avanzado y una capa de nieve cubría la lapida de mármol.
Dean sacó una vieja petaca de su abrigo y brindó, antes de beber su contenido.
-A tu salud, viejo.
El licor le quemó la garganta y le dio un poco de calor. Un consuelo pobre que no alcanzaba a mitigar el dolor de su alma.
Castiel apareció a su lado. En silencio al principio, rindió su homenaje al hombre muerto y a los sentimientos de su amigo para con él.
-Gracias – dijo a la final.
-¿Por qué?
-Por hacer que me resucitaran. No había podido darte las gracias hasta ahora.
-No tienes que hacerlo – Dean bebió otro trago – Agrádeselo a Sam. Él me convenció.
Silencio.
-Cass, no te imaginas lo difícil que fue – hizo una pausa – Creí que esto iba a ser fácil, pero no lo es. ¿En qué clase de mundo vivimos, que se le permite a un hombre escoger entre sus dos mejores amigos a quién va a salvar?
Dean miró al ángel. Sonreía, triste y resignado.
-Hey, pese a todo, me alegro de verte. Quiero decir… fue difícil jalar el gatillo cuando te volviste un zombie.
-Es algo curioso – terció Cass – No recuerdo nada de esa parte.
-Lo bien que haces, creeme. Estabas enajenado. Querías comerme.
Castiel hizo una mueca de asco.
-Ugh.
-Sí, eso pensé.
El viento sacudió las ramas de unos pinos cercanos. La nieve sobre ellos cayó al suelo.
-¿Cómo están las cosas allá arriba?
-Paz – Cass miró al horizonte – Al acabarse la guerra con Rafael, el Cielo está en paz. Al menos, de momento.
-¿Y Kalan?
-Ha vuelto a su puesto. Es un buen amigo mío, Dean… como tú.
Dean volvió a sonreír, siempre triste.
-Lo sé. Nos ayudó bastante.
Los dos miraron la tumba de Bobby por un rato y luego comenzaron a caminar, alejándose de ella.
-¿Alguna noticia de los de abajo?
-Lo opuesto al Cielo – Cass se puso sombrío – Caos. Del grande. Al parecer, alguien llamada “Jenna” intenta hacerse con el control.
-¿Jenna? ¿Qué clase de nombre de demonio es ese? Apuesto a que es rubia…
-¿Cómo lo has adivinado?
-Hey, ya sabes. Todas las Jennas que conozco son rubias.
A la distancia, Sam los esperaba con el Impala encendido y calentando el motor. Se subieron al coche y el menor de los Winchester les preguntó adónde irían.
-¿Dónde, Sammy? – dijo Dean- A cualquier lugar. Sospecho que sea lo que sea, nos esperará al final del camino.
El auto salió del cementerio y se perdió en la distancia.
¡FIN!
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