En el capítulo XI de mi libro “Ser inteligente no es un delito” escribo: “No nos podemos convertir en unos ‘blanditos’, rendirnos y ponernos a llorar cuando algo no nos sale como nosotros queremos.
Los niños y jóvenes no podemos y no debemos dejarnos consentir por nuestros padres, maestros ni sociedad en general. Ellos están para ayudarnos, no para hacérnoslo todo.
¡Por favor! No nos tachéis de pobrecitos cuando nos quedemos una noche estudiando o madruguemos para terminar tareas, porque es nuestra responsabilidad, lo extraño sería lo contrario. Si esto no lo hacemos, nos convertiremos en una sociedad de mimados e irresponsables, sin capacidad para resolver nuestros propios problemas por pequeños que sean”. Seguir Leyendo...