Como ya os conté, queridos amigos en mi entrada anterior, en Bruselas estábamos a 30ºC, así es que, para no pasar tanto frío, a vuestro bloguero impenitente no se le ocurrió otra cosa que venir a disfrutar del horno madrileño, donde en cualquier rincón de esta tórrida ciudad te encuentras con temperaturas como esta:
Naturalmente, los indígenas madrileños y la multitud guiri que visita la capital de España, están encantados de no pasar frío. Para disfrutar a gusto del calor, muchos siguen los consejos del Gobierno autónomo de la Comunidad de Madrid, que recomendaba a los alumnos de los Colegios que se tostaban en las aulas, construir abanicos de papel. Aquí estas visitantes se están marcando unos bellos abanicos rojos. No sé si los habrán construido ellas, pero quedan la mar de chulos:
Lo que pasa es que los iPhones, a veces no se conforman con que los abaniques, como me dijo el mío:
Al pobre, lo metí en la nevera, y menos mal que resucitó.
Pero bueno, a lo que voy. Que vuestro bloguero no se va a encerrar en casa por unos grados más o menos, así es que me fui al Palacio Gaviria, en la calle Arenal a ver la exposición de obras de MC Escher. La exposición es muy interesante, pero cierra el día 25, así que me he precipitado a escribir este bodrio para que lleguéis a tiempo de verla si andáis por aquí. Además, el Palacio donde se celebra la exposición es por sí mismo, digno de ver. Un edificio del siglo XIX, donde uno se esperaría encontrar el fantasma de Bécquer o el de Espronceda en cualquier rincón, como en este pasillo:
La exposición está ordenada de forma cronológica, si bien algo laberíntica entre los pasillos y recovecos del palacio. El primer descubrimiento importante para mí, fue que "MC" son las iniciales de "Mauritis Cornelius" Ya lo sé, soy un tarugo, pero no lo sabía.
En su primera época, Mauritis Cornelius Escher hacia xilografías y litografías más o menos realistas, aunque con algún componente fantástico, como esta "catedral sumergida":
( me vais a excusar, pero las fotos son robadas por un servidor, con su iPhone en el bolsillo y ¡zas! sacándolo a toda prisa y hacer la foto, así que entre la poca luz y las prisas no son un modelo de fotos)
En su primera época, en los años veinte del siglo pasado, Escher vivió en Italia, donde se quedó impresionado por los paisajes de Calabria y de la costiera amalfitana. Muchas de sus obras de la época avanzan ya un poco lo que será más tarde sus edificios y escaleras enloquecidas:
Tras una visita a la Alhambra de Granada, Se obsesiona por la llamada "teselación" de los planos que muestran los dibujos árabes en los cuales, las figuras geométricas se suceden sin dejar huecos. De aquella época es uno de las obras que tuve el valor de fotografiar cuando no me miraba nadie:
En ella Escher intenta llenar el plano con dibujos repetidos cada vez más pequeños hasta llegar al infinito.
Un viaje al surrealismo, en los años cincuenta. Al parecer basado en "El hombre invisible" de HG Wells:
Y ya, en su última etapa es cuando comienza sus obras más conocidas, las construcciones geométricas basadas en la banda de Moebius:
Bueno, esta la he sacado de Internet. Se nota la diferencia de calidad, pero podéis verla en la exposición. Lo que pasa es que había mucha gente para sacar el iPhone y hacer la foto.
En resumen, una exposición interesantísima. Además, el Palacio tiene aire acondicionado y por doce euros te puedes pasar un par de horas disfrutando de las obras, estando fresquito además.
Al salir, os podéis ir a tomar unas tapas al Mercado de San Miguel, que está al lado:
Mi recomendación es ir al mostrador de las croquetas. Una delicia. Recién hechas, de jamón, de queso, de espinacas, vamos el paraíso de los croquetófagos como un servidor.
Y vale, si estáis hartos de andar por el centro de Madrid, donde el 89% del personal que anda por las calles son visitantes, turistas, guiris y tal, os recomiendo ir a la "Chinatown" madrileña a cenar. ¿Que no sabéis que es eso? Vale, servidor tampoco lo sabía pero ya me lo he aprendido: Se trata del barrio de Usera:
Desde hace unos pocos años, el barrio se ha convertido en una nueva China, incluyendo procesión y cortejo para celebrar el año nuevo chino. De cada tres comercios, dos y medio son chinos y tienen los anuncios en chino. Fascinante. Y restaurantes, todos prácticamente son orientales. A mí me llevaron al templo del "Ramen", el Igo Pasta Ramen. Visto desde fuera no impresiona demasiado. Eso sí, se le ve limpio e iluminado:
Por dentro, la impresión sigue siendo igual de buena.
Para demostrar que están en la punta de la tecnología, no hay carta, los platos y las bebidas se ordenan en una tableta. Ves lo que quieres y pinchas:
Como digo, lo mejor son los "ramen", como sabéis, que ya lo sé que lo sabéis, son "udon" (o tallarines a la japonesa) en una sopa con ingredientes varios. Mi recomendación son unos ramen con gambas:
O unos ramen con tempura:
Pero vamos, también tiene otros platillos sin udon, como calamares picantes con arroz y platos estrictamente vegetarianos. De verdad, no os lo perdáis si andáis por Madrid. Vale la pena.
Venga, abrazotes y hasta la próxima, que ya estaré otra vez en el fresquito de Brusela