La baja del mejor jugador del mundo va a centrar la atención del club que defiende todos los títulos que jugó la temporada pasada, el Fútbol Club Barcelona. Es sencillo decir que existe dependencia del argentino y que el estilo de juego está estructurado para favorecer su participación en él, pero claro, estamos hablando de un futbolista total, que ejerce influencia en todas las facetas del juego, directa o indirectamente.
Quizá la faceta que menos se resienta sea, precisamente, la más llamativa, la goleadora, hay 2 jugadores que pueden, perfectamente, Neymar y Luis Suárez, ambos estrellas mundiales contrastadas y con importantes cifras de cara a la portería rival. Más complicado será el tema de llevarles el balón en buenas condiciones para que desequilibren, esto es de lo que más le está costando a este Barça sin Messi.
Con balón, todo el sistema giraba en torno al argentino, recibía en la divisoria, lo más centrado que podía, y ahí se ponía a tirar paredes con Rackitic o con Busquets, ahora no existe una figura que pueda hacer el mismo papel por lo que el flujo de balón tendrá que ser más ortodoxo, los interiores deberán implicarse más en estas labores, directamente serán los objetivos de los pases de Busquets y de los laterales. Esto, en los partidos que se han jugado sin el astro argentino, ha sido un constante dolor de cabeza para Luis Enrique. Una solución algo menos ortodoxa sería que Neymar heredara esta función, algo complicado, el brasileño está acostumbrado a jugar algo más arriba.
En defensa, si bien Messi no es un especialista, sí que, indirectamente, su ausencia influye ya que los rivales pueden lanzarse a atacar contra la meta azulgrana sin el temor de que, por una pérdida de balón, la jugada termine en los pies de Lionel, con gran peligro en contra. Esta aura de terror que inspira en los rivales es un intangible imposible de sustituir y hace que se vea al conjunto entrenado por Luis Enrique cómo derrotable.