Si repasamos la historia del cine de Hollywood, podremos observar como las producciones de los grandes estudios, en especial las enmarcadas dentro del género de la ciencia ficción, han reflejado las preocupaciones de los tiempos en que fueron escritas y filmadas. Así, durante la década de los 50 proliferaron las películas dedicadas a monstruos gigantescos y a invasores alienígenas que podían verse como una representación del terror comunista que amenazaba los tranquilos años 50 de Eisenhower. Más adelante, la recuperación económica de la era Reagan trajo consigo un enfoque familiar en el cine de ciencia ficción, donde primaba el sentido de la aventura que genios como Steven Spielberg o George Lucas imprimían a sus películas y producciones. Según avanzamos en la década de los 90, las nuevas puertas que abrían los avances científicos encontraron su contrapartida en películas que incluían pequeñas pero intensas moralejas acerca de los peligros de "jugar a ser Dios", como Parque Jurásico, Terminator 2, o Matrix.
Asentados ya en el nuevo milenio, sucesos históricos como el comienzo de la "guerra contra el terror" o la severa crisis económica de 2008 que todavía sufrimos tuvieron su efecto en los blockbusters, de modo que el público puede apreciar los ecos de lo que sucede a su alrededor mientras disfruta de una película de elevado presupuesto, actores de renombre y efectos especiales de última generación. El fin del mundo tal y como lo conocemos se ha convertido en uno de los temas más recurrentes en las grandes producciones, que insisten en dejar claro que se aproxima cada vez más, ya sea en la forma de una rebelión de los simios (El Origen del Planeta de los Simios), o de una pandemia global como en Contagio. Incluso los héroes más poderosos de la Tierra deben unir fuerzas para evitar que una invasión alienígena ponga fin a nuestro planeta en Los Vengadores; mientras que Superman, el héroe más luminoso, ha sido transformado en un Mesías que destruye medio Estados Unidos mientras lucha contra un grupo de terroristas radicales. La destrucción sin fin ha dado paso a la consolidación del subgénero post-apocalíptico, en el que películas como Hijos de los hombres, La carretera, la reciente Oblivion o series de televisión como The Walking Dead nos muestran el panorama en que un puñado de humanos luchan por sobrevivir después del Apocalipsis. En este género pueden inscribirse tres de los grandes estrenos del verano de 2013 que comentaremos en las próximas entradas: Guerra Mundial Z, Elysium y Pacific Rim.
En el caso de Guerra Mundial Z, nos encontramos ante la esperada adaptación de la novela homónima de Max Brooks, hijo del legendario Mel Brooks. En ella, se nos narra a través de los testimonios de distintas personas el estallido de una enfermedad que convirtió en zombis a medio mundo y la guerra contra los muertos vivientes que se produjo después en todo el planeta. Así, la película adapta el principio de la novela, con la irrupción de la epidemia zombi y la búsqueda desesperada de una cura, y no abarca toda la novela.
Tras las cámaras de Guerra Mundial Z nos encontramos a Marc Foster, director un tanto irregular responsable de grandes películas como Descubriendo Nunca Jamás o Más extraño que la ficción, pero también de otras que dejan bastante que desear, como Quantum of Solace. A pesar de los problemas que rodearon al accidentado rodaje, Foster y Brad Pitt, protagonista y productor de la película, consiguieron sacar Guerra Mundial Z adelante, convirtiéndola en un digno blockbuster de verano. Entretenida de principio a fin, la película mantiene el ritmo desde el principio, mostrando los estragos y el desconcierto inicial que causa el estallido de la epidemia zombi. A pesar de no alcanzar la contundencia o la introspección que propicia el género zombi y que está presente en el cómic Los Muertos Vivientes, Guerra Mundial Z puede presumir de escenas tan impactantes como la persecución por las calles de Jerusalén o el accidente aéreo, además de secuencias de máxima tensión, como la que se desarrolla dentro del centro de la OMS.
La película sigue al protagonista, encarnado por un más que convincente Brad Pitt en un papel más ligero que sus últimos roles, y mantiene el interés de los espectadores gracias a un ritmo constante, buscando el origen de la epidemia zombi a través de medio mundo. Si a esto le sumamos una decente banda sonora de Marco Beltrami aderezada con el tema Isolated System de Muse (que, curiosamente, también trata del colapso de nuestro mundo) y los breves pero convincentes papeles de Mirelle Enos (The Killing), James Badge Dale (Iron Man 3), David Morse o Matthew Fox (Jack en Perdidos), nos encontramos ante un entretenimiento digno que, si bien no revoluciona el cine de zombis, sí que hará que valga la pena el cada vez más elevado precio de las entradas de cine, ofreciéndonos un espectáculo deudor de los tiempos que vivimos.
Ficha de la película.