Para llegar a esa conclusión parto de una base que yo considero fundamental: marketing es ventas, las estrategias de marketing no se crean para hacer amigos sino para obtener beneficios, o bien aumentando las ventas, o bien reduciendo costes, pero negar esta evidencia es darse de bruces con la realidad y estar condenado al fracaso. El discurso de “no busques clientes, consigue fans” está ya obsoleto y demasiado manido como para que sea digerido por las marcas que buscan vender en la red. Sencillamente, no cuela. Tener un montón de seguidores en las redes sociales no produce otro efecto que el de alimentar el ego particular, pero se desvía del objetivo real del cliente, que es obtener beneficios.
Y en éstas, nos encontramos ahora con multitud de expertos en social media, con community managers hasta en la sopa, y con chapistas evangelizadores de las bondades de internet como herramienta de marketing que, a la hora de la verdad, tienen una evidente falta de conocimientos en ventas que aflora de inmediato cuando le contratan y tiene que demostrar que lo que decía lo sabe hacer. Controlar el manejo de Twitter, Facebook o Linkedin, saber utilizar herramientas de vigilancia tecnológica, o bombardear a una comunidad de usuarios con noticias de terceros no implica, en ningún caso, ser un buen profesional del marketing. Armar mucho ruido en las redes no tiene porqué ser necesariamente bueno, sobre todo si no es productivo. A mí personalmente me gustaría ver a muchos de estos especialistas vendiendo mecheros a puerta fría en comercios para conocer la medida real de sus posibilidades.
Quienes se plantean utilizar internet como canal de marketing se encuentran con un serio problema por resolver: la carencia de profesionales serios que sepan desplegar una estrategia meditada de forma conjunta, en base a una clara identificación de objetivos, a una adecuada planificación y, además, aportando una forma objetiva y clara de medición del retorno de la inversión.
Por mucho que haya blogs de pseudoexpertos que se desgañiten diciendo que las ventas por internet y el móvil ya no son el futuro sino que son el presente, esto no se convierte en una verdad inmutable, sino todo lo contrario. Estamos en pañales, el comercio electrónico no ha llegado ni a la tercera parte de donde llegará, pero para lograr que esto suceda, los primeros que se tienen que poner las pilas son los que trabajan en el sector, puesto que en caso contrario sus malas prácticas constituirán una rémora a la hora de lograr que una marca se decida o no a meterse en esta aventura.
Y es que, nos guste o no, digamos lo que digamos, escribamos lo que escribamos, hay mucho humo en el social media, la burbuja más que evidente es ya palpable, y esto es un lastre para el crecimiento del sector. Alguien tiene que ponerse en serio a formar buenos profesionales del marketing capaces de crear una buena estrategia de social media, en vez de crear community managers a tutiplén, o dar cursos de cómo utilizar correctamente Linkedin para tener una enorme red multinivel (hecho este, por cierto, que ya empieza a ser detestable).