Socialismo versus Nacionalismo

Publicado el 12 noviembre 2012 por Piniella
Era el odioso Stalin el que sacó aquel opúsculo "El Marxismo y la cuestión Nacional" que llegó a convertirse en un clásico de la literatura marxista. Lo he rescatado de años mozos para descubrir las similitudes de don José con don Arturo, al fin y al cabo se trata de esconder los problemas de la población en base a flamear una y otra vez las banderas del nacionalismo. Es una táctica fácil "lo que nos une en contra de...", en vez de buscar posiciones confluentes en torno al internacionalismo de los problemas reales de los trabajadores. Una política de izquierdas es aquella que busca la implantación de un sistema económico para el bien común, independientemente de las fronteras y los orígenes culturales de las poblaciones que conviven en un mismo territorio. Las desigualdades que más importan en el capitalismo son las materiales como la renta o la clase social y en este sentido no es de ingenuo pensar que las regiones que conforman el territorio ibérico más afines a la independencia son las que tienen los niveles de estos factores materiales más altos: Cataluña y Euskadi. La verdadera confrontación no es entre catalanes y extremeños o entre vascos y andaluces, el conflicto es el que opone a ricos y pobres. Para ello solo cabe reivindicar el concepto de clase social como verdadera frontera en la lucha de la militancia de izquierdas. La derecha, sobre todo económica, aprovecha la dimensión nacional de los conflictos, donde este es fuerte, para que se hable más de cuestiones lingüísticas que de problemas redistributivos, lo que en definitiva ha servido para encumbrar a CiU y PP entre las fuerzas con mayor subida en las encuestas electorales de los próximos comicios catalanes. Tampoco me valen los del "socialismo de un solo país", no me parece ética una insolidaridad externa para ser solidarios internamente entre nosotros. El socialismo o es internacionalista o no lo es. Rosa Luxemburgo en sus reflexiones se posiciona precisamente contra la posición estalinista del socialismo, como en "La Cuestión Nacional y la Autonomía" donde rechaza la autodeterminación: los proletarios no tienen patria, y no están interesados en dónde estén trazadas las fronteras. Los catalanes o vascos que están siendo desahuciados o enviados como el resto de sus compañeros al paro no ganan nada porque se cambien las fronteras o porque haya un Estado más. Bien es verdad que el PSOE hasta Suresnes mantuvo en sus políticas el derecho a la autodeterminación, pero hoy en el escenario de confrontación y de crisis, los nacionalismos solo son cortinas de humo para despistar de los verdaderos problemas que tienen los trabajadores europeos: el sistema capitalista que no funciona y que mata, como hemos visto desgraciadamente en el suicidio de la compañera Amaia Egaña.