¡Socorro! Mi hija está enamorada ¿Qué hago?

Por Mamikanguro @MamiKanguro

Llega el momento en que tu hija o tu hijo te dice: “estoy enamorado”. ¡Y ojalá ese momento te agarre bien parado! Porque te aseguro que no es para tomárselo en chiste. El “primer amor” siempre tiene ciertas etapas bastante delimitadas que marcan el desarrollo del proceso. Por ejemplo, en un primer momento se pasa por la idolatración o culto, donde para ellos pareciera que el mundo se detiene en esa otra persona que los tiene más que fascinados.

En todo momento es importante saber aceptar los diferentes cambios de humor, malestares o irritabilidades que puedan sucederse. La ira y la exaltación son los sentimientos más experimentados.

Intenta que esto no se convierta en algo traumático, sino que forme parte de una experiencia de vida.

El primer amor es un pilar en la vida de los niños. A partir de ahí se moldeará parte de su personalidad, aprenderán a tomar decisiones y manejar la confusión emocional. Recuerda que en este proceso tu eres su guía. Para poder lograr un apoyo exitoso solo necesitas remitirte a ese tiempo donde tu también sentiste esas primeras cosquillas en la panza. Fomenta el diálogo, entiende qué es lo que le llama la atención del otro, toma sus sentimientos con respeto. Burlarse o tomarlo a la ligera es contraproducente. No se trata de exigir, solo de escuchar y entender.

Enamorarse de niño o de niña evidentemente no tiene la misma connotación que enamorarse de adulto. Es cierto que los niños poseen sentimientos intensos, que muchas veces son volcados hacia sus compañeros de juego de quienes se sienten atraídos, pero así de intenso, tal como aparece, desaparece.

Estos sentimientos tienen sus aspectos positivos porque le permiten al niño o a la niña desarrollar su sensualidad, es decir el desarrollo de los sentidos, ver que él o ella es bonita, observar sus ojos, su sonrisa, su voz, etc., todo ello les va permitiendo descubrir lo bello en las personas, aprender a estar con otros de su edad y del sexo opuesto, desarrollar una buena comunicación a través del lenguaje, que son aspectos importantes para el desarrollo posterior en la etapa del enamoramiento propiamente dicho.

Otro aspecto importante, será que podemos observar a través de este enamoramiento cómo el niño está internalizando los vínculos, si es cariñoso, expresivo, espontáneo, o si es temeroso, agresivo etc. Son parámetros importantes para entender lo que el niño está sintiendo y de alguna manera cómo ve la relación de los padres.

Este es un asunto serio, y decirle a su preadolescente que no es una gran cosa sólo va a crear distancia entre los dos.
- Neil McNerney, consejero profesional licenciado y profesor adjunto en la Escuela de Graduados de Virginia Tech

Lo importante será observar cómo se da este enamoramiento, si lo perturba o si es un aspecto más del niño o de la niña, que está a favor de su desarrollo y maduración.

Para tener en cuenta

  1. El enamoramiento del niño o la niña es la primera separación con la imagen de la persona de mamá o papá.
  2. Los sentimientos que nacen con el enamoramiento del niño o niña son sublimes, muy llenos de ternura y fascinación por la bondad y belleza del ser objeto de ese enamoramiento.
  3. La capacidad de los padres y madres para recibir, valorar y cuidar esos sentimientos amorosos es de una enorme importancia para la calidad de sentimiento que ese niño o niña tenga hacia el otro sexo cuando sea más grande.
  4. El primer amor de la adolescencia medita ese primer amor infantil. Es también platónico, inocente, sublime, aún cuando es tocado ya por una carga hormonal mucho mayor y por curiosidad sexual.
  5. Es como si la evolución nos hubiera enseñado a apreciar primero las cualidades espirituales, psíquicas, emocionales, sociales, mucho antes de valorar los atributos sexuales propiamente dichos.
  6. El eros infantil y la primera adolescencia tiene una diferenciación sexual: el hombrecito se enamora de la mujercita y viceversa. Pero los atributos de la bondad, de la amistad, del compañerismo, de la actitud, de la belleza, son su móvil más poderoso y no las características sexuales que aparecen después (como los senos, y las caderas, en las mujeres; y los hombros, la musculatura, los vellos en el pecho, en los hombres).
  7. Si ese enamoramiento primigenio del niño, niña o adolescente, no encuentra un espacio de respeto, aprecio, comprensión, calidez, aceptación (con una adecuada contención por supuesto), el dolor y la frustración que siguen es muy grande, la desilusión es devastadora y se habrán sembrado las semillas de la violencia y la impotencia afectiva.
  8. El peligro está en la actitud de los padres, de los maestros, de los adultos. Si estos no sólo no saben cuidar de esas primeras experiencias amorosas y no las tratan con el respeto que merecen, sino que reprimen, critican condenan esas manifestaciones tan sanas o, peor se burlan de ellas, la destrucción de la capacidad de amar puede ser terrible. No nos llame la atención que de allí surja el resentimiento, la violencia , la promiscuidad, ya que se habrá logrado disociar el amor y el sexo, que de todos modos va a llegar, inexorablemente, con las hormonas. No nos llame la atención entonces si nuestros hijos se enamoran de hombres que no saben amar, si viven promiscuamente y si los varones se tornan violentos contra sus padres, sus parejas, sus esposas y luego sus hijos.

Estableciendo límites y limitaciones

Como padres siempre nos preocupamos por ponerle a nuestros hijos los límites correctos, de manera que puedan desarrollar su vida social teniendo presente los valores que se transmitieron desde la familia. No es necesario fomentar conductas inadecuadas o apresuradas para la edad que tiene, aunque subestimarlos y sobreprotegerlos tampoco es una opción.

No puedes detener sus sentimientos, pero sí debes controlar los encuentros y dialogar sobre el porqué de las “prohibiciones”. Recuerda que el niño que se siente demasiado aprisionado en casa, a la larga buscará cualquier forma “rentable”, o no, de huír en busca de un poco de libertad. Y eso, mis queridos padres, es el inicio del declive emocional.

Decirle a su hijo lo que puede y no puede sentir también es perjudicial, dijo McNerney. “Le dice:” Tú eres demasiado joven para tener un flechazo “siempre resulta contraproducente. Pero se puede decir lo que ella puede y no puede hacer, como por ejemplo: “Tú eres demasiado joven para pasar el rato en el centro comercial con él sin un adulto estar allí.”

Fuentes consultadas: