C.: M.: J.P.
Resp.: Log.: JAIME de ZUDAÑES Nº 22
Or.: de SUCRE, Gran Or.: de BOLIVIA
Uno de los principios de la Orden, es el pensamiento creador basado en la lógica y la razón, considerando al intelecto como esencia racional que lleva al hombre a la interpretación y transformación positiva de su entorno. La racionalidad nos diferencia de ideas y pensamientos dogmáticos.
Un pensador que hizo parte de su vida la razón, la lógica y la virtud fue Sócrates, su legado en esos campos forma parte inseparable de los principios científicos que rigen el pulido de la piedra bruta de los masones.
Sócrates vivió en el siglo V a.C. y su enseñanza oral fue documentada por su discípulo Platón quien contó todo lo que hoy podemos saber de él. Fueron las cuestiones antropológicas y éticas sus principales preocupaciones y desarrolló un método particular: la mayéutica. La mayéutica era el arte de dar a luz con el objeto de formar al discípulo. Sócrates decía:
Mi arte es, en general, como el de las parteras, la única diferencia es que mis pacientes son hombres, no mujeres y que mi trato no es con el cuerpo sino con el alma, que está en trance de dar a luz (...) Algunos de quienes frecuentan mi compañía parecen al principio muy poco inteligentes; pero a medida que avanzamos en nuestras discusiones, todos los que son favorecidos por el cielo hacen progresos a un ritmo tal que resulta sorprendente tanto a los demás como a sí mismos, si bien esta claro que nunca han aprendido nada de mí: las numerosas y admirables verdades que dan a luz las han descubierto por sí mismos en sí mismos. (Extraído de Platón)
Casi todo lo que se refiere a Sócrates está rodeado de cierto misterio y sometido a discusión. En efecto, no produjo textos escritos y los testimonios sobre él son a menudo contradictorios. Aristófanes, por un lado, se burla de él, por el otro Platón exalta su figura en los diálogos, mientras que Aristóteles realiza comentarios más discretos.
Sócrates hizo propia la máxima escrita en el templo de Delfos: "Conócete a tí mismo". Es posible que Sócrates escuchara a Arquelao (discípulo de Anaxágoras), en relación a la doctrina del "espíritu". Sin embargo, decepcionado de algunos platoes filosóficos, optó por dedicarse a reflexionar sobre sí mismo y sobre la vida del hombre en la ciudad. Los problemas éticos, por entonces, parecían los más urgentes.
Sócrates entiende la filosofía como una búsqueda colectiva basada en el diálogo. Ni pretende ser el dueño de la verdad ni poder encontrarla por sí solo. Esto significa, que cada hombre posee dentro de sí una parte de la verdad pero solo podrá descubrirla con la ayuda de otros. Esto explica las dos partes del método socrático.
Es el arte de hacer preguntas tales que hagan descubrir al otro su propia ignorancia. En otras palabras, comprender que no sabe nada.
Consiste en hacer preguntas de modo tal que el otro llegue a descubrir la verdad por sí mismo.
En esta línea, podría afirmarse que Sócrates no tiene doctrina alguna sino que ayuda a los demás y busca junto a ellos. Esta actitud de humildad frente al conocimiento contrasta notablemente con la actitud de los sofistas.
Según Aristóteles dos cosas se pueden atribuir a Sócrates: los razonamientos inductivos y la definición de lo universal. Ambos logros refieren, naturalmente al principio de la ciencia.
La búsqueda de Sócrates se centró en los conceptos morales y, curiosamente, esa búsqueda, tal como aparece en los primeros diálogos de Platón, terminó sin resultado: los diálogos Eutrifón sobre la piedad, Cármides sobre la templanza y Lisis sobre la amistad, concluyen en un aparente fracaso.
El interés de Sócrates se ha centrado especialmente en la problemática ética: la esencia de la virtud y la posibilidad de enseñarla (tema que los sofistas debatían con mucha frecuencia en ese momento).
El saber y la virtud coinciden de acuerdo a la doctrina socrática porque el que conoce lo recto actuará con rectitud y solo por ignorancia se hace el mal. Esta doctrina, que será criticada por Aristóteles solo puede ser comprendida si se tiene en cuenta que Sócrates defendía también el utilitarismo moral: lo bueno (moralmente) es lo útil.
Todo el mundo busca la felicidad y la utilidad y la virtud consiste en discernir qué es lo más útil en cada caso. Así pues, el saber del que habla Sócrates no es un saber teórico sino un saber práctico a cerca de lo mejor y más útil en cada caso. Este saber virtuoso puede ser enseñado y aprendido porque no bastan las aptitudes naturales para alcanzar la bondad y la virtud.
El Aprendiz Masón, tiene como deber y obligación principal, la de buscar la virtud a través del conocimiento, su síntesis filosófica tiene una premisa fundamental; Saber Pensar, Saber Dudar, Saber Callar. Debe tener la capacidad de superar el mutismo pasivo, los rencores y resentimientos que lo aleja de los demás y lo aísla, mediante el ejercicio de la introspección, la reflexión y el auto análisis.
La reflexión interior, ese estado de absoluto control de los pensamientos para mantenerlos enfocados y concentrados en la observación para luego aprehender conocimientos o simplemente formar conciencia de lo observado, es la ejecución y puesta en practica del deber mas importante para un Aprendiz Masón.
De acuerdo a la premisa socrática es en el interior del individuo dónde esta la Verdad, la respuesta a todas la preguntas, por eso es que el método socrático o mayéutica es en esencia el método de crecimiento en la vida masónica. Implica el ejercicio constante de la meditación, del silencio reflexivo e introspectivo, de la observación y reflexión creadora, como la única manera de poder entender mejor el mundo exterior y lo intangible, lo etéreo.
El aprendiz masón necesariamente debe escoger este camino para poder aprehender los nobles estudios de la Masonería; mediante la mayéutica, el Masón hace una constante búsqueda del conocimiento del Yo interior, y solo al conocerse bien a si mismo, puede el hombre entender lo demás y a los demás, ya que consigue establecer una conexión real con su razonamiento interior, su conciencia, con la cual puede formarse criterios específicos, puros y suficientemente analizados y estudiados sobre las cosas del mundo externo, y del constante y eterno Universo. Esa discusión constante, esa búsqueda interior, mantener una conexión con la Conciencia, con el Maestro Interior, debe ser la meta del Siempre Aprendiz Masón.