Los amigos normales te regalan la última novela de Pérez Reverte o de Isabel Allende. Los que van de cultos optan por Javier Marías. Sólo si uno tiene un amigo como JdJ el regalo puede ser un libro publicado en 1956 con el título “Sodomitas”, escrito por un tal Mauricio Karl, alias de Mauricio Carlavilla del Barrio, quien, según me informa JdJ, era un comisario de policía que escribió otros libros con títulos tan sugerentes como “El tenebroso plan Roosevelt-Stalin” o “Pearl Harbour, la traición de Roosevelt”.
Mauricio pertenece a los eruditos clase B (ECB). Los ECB suelen tener intereses enciclopédicos. No hay rama del saber humano que les sea ajena. Su manera de satisfacer esos intereses es desordenada. Hoy leen un libro de Iker Jiménez que demuestra que atlantes y extraterrestres mano a mano construyeron tanto las pirámides egipcias como las mayas, y mañana se enzarzan con un libro de lingüística que demuestra que el primer idioma de todos fue el vasco. Otra característica de los ECB es que entre el sesudo “Estudio de la Historia” del gran Arnold J. Toynbee y otro que demuestre que templarios y vikingos llegaron a América y construyeron Tiahuanaco, siempre se decantarán por el segundo. Los ECB saben, como los grandes filósofos, que todo está conectado y que siempre hay alguien conspirando en la sombra. Bueno, esto último no lo dicen los grandes filósofos, pero es porque son parte de la conspiración. Cuando el ECB además es idiota, tarde o temprano te encuentra una conexión con los templarios. Éste fue un descubrimiento que hizo Umberto Eco en “El péndulo de Foucault” que corroboro cada vez que leo a Paolo Coelho.
En la introducción, Mauricio deja claro cuál es su objetivo: la ciudad es una selva peligrosa, llena de sodomitas acechantes y es su misión prevenir a los pobres padres para que sus hijos no caigan en tales garras. Bueno, Mauricio lo dice mucho más bonito que yo: “La manada de fieras sodomitas, por millares, se lanza a través de la espesura de las calles ciudadanas en busca de su presa juvenil… Disfrazada de persona, la fiera sodomítica ojea entre el matorral ambulante de las aceras su pieza preferida, el cándido muchacho, más grato a su ávida pupila cuanto más inocencia lleva retratada en su fisonomía…”
Mauricio hace un descubrimiento, que inexplicablemente ha pasado desapercibido en los medios científicos: la conexión entre la sodomía y el comunismo. “…la indudable afinidad objetiva entre sodomita y comunista, por ser ambas aberraciones, aun siendo de distinto tipo, contrarias a la familia.” Cuando en aquellos años alguien descubría alguna insidia maquinada por el comunismo, sin duda había algún judío cerca. Mauricio no me decepciona. Ha descubierto que el estudio científico de la sodomía es obra de judíos. “Es un hecho que la Doctrina de la bisexualidad ha sido inventada, propagada y popularizada por literatos-médicos judíos (…) ¿Por qué ha venido a ser un monopolio judío la “ciencia” bisexualista?... Y responde sin tardar el policía con otra interrogación: ¿Será por la misma razón que es judío también el monopolio del Marxismo y del Capitalismo?...” El astuto de Mauricio sabe que una conspiración está coja si no entran en ella los masones y allá que los mete: “Y ya no sólo por ver surgir al pederasta como espía al servicio del Comunismo y de la Masonería, organizaciones revolucionarias, respectivamente, al servicio del Marxismo y del Capitalismo.”
Comunistas, judíos y masones conspiran para conseguir que todos nos demos por culo, en lugar de para conseguir darnos por culo que es lo que suelen buscar los conspiradores. Vale, lo acepto; pero me pierdo cuando Mauricio se pone histórico-filosófico y trata de contarme la Historia de la pederastia.
Todo empieza en Creta, que era una sociedad comunista que convirtió a la sodomía en la religión del Estado. “Los cretenses contagiaron sus nefandas costumbres sexuales [a los griegos].” Y dando un insignificante salto de unos 900 años, de los cretenses pasamos a Platón, cuyos Diálogos delatan su pederastia y su aberración amorosa y sexual. Da miedo lo que Mauricio habría podido descubrir de Platón si se lo hubieran dejado una tarde en las dependencias de la Dirección General de Seguridad. Mauricio concluye sobre Platón: “Había de latir en Platón, como en todo pederasta, ese instinto de aniquilación de la especie humana que lleva en sí la impronta satánica de aniquilar, si no le es posible al Dios Creador, a su imagen y semejanza, la criatura humana.”
A Mauricio las conspiraciones le ponen cachondo y enseguida descubre una en contra del naciente cristianismo: la Kábala judía, aliada al racionalismo occidental, al misticismo oriental y al neoplatonismo. Por decirlo en una frase inspirada de Mauricio: “Y no tardará la semilla comunista-sodomítica del “divino” Platón de brotar en Italia, pues si con Plotino y el judío Porfirio el Neoplatonismo quiere ser Comunismo, fundando una ciudad que se regirá por “La República”, con Juliano el Apóstata estarán también los discípulos de Plotino, Jámblico y Porfirio, que, al pretender resucitar el Paganismo, también pretenden sodomizar la sociedad del Imperio.” Vamos que Juliano vino a dar por culo, sobre todo a la naciente Iglesia.
Afortunadamente, las invasiones bárbaras se cargaron la sodomía y en los siglos siguientes los sodomitas fueron considerados herejes y arrojados a la hoguera. Aun así, los sodomitas consiguieron sobrevivir en la clandestinidad y Mauricio, posiblemente fruto de alguna tarde pasada con algún sodomita en los sótanos de la DGS, es capaz de revelarnos algunos de los nombres envueltos en esa conjura: Federico II Hohenstaufen, Marsilio Ficino y toda la Academia Platónica de Florencia, Pico della Mirandola, los cátaros, los protestantes, Guillermo de Orange, Federico II de Prusia, Enrique III de Francia, Robespierre, Azaña… Leyendo entre líneas empiezo a sospechar que todos en la Historia son sodomitas quitándonos a Mauricio, a mí y a ti, aunque tú mejor deja de mirarme con esos ojitos, que me haces sospechar.
En todo lo anterior he procurado resumir la parte más coherente del libro, porque si me meto con la incoherente, cuando a Mauricio realmente se le va la olla…
· * *El año pasado despedí el año deseando que en la fiesta de Nochevieja os pilláseis un pedal cuyas consecuencias os durasen hasta el 31 de diciembre de 2011, para que no os enteráseis del año que se nos avecinaba. Lo reconozco. Me quedé corto. Tenía que haberos deseado un pedal que os dejase inconscientes hasta el 31 de diciembre de 2012. Y esto es lo que os deseo este año, esperando que el 31 de diciembre de 2012 no tenga que volver a reconocer que me quedé corto.