Software libre: estándares abiertos y sostenibilidad.

Publicado el 17 febrero 2010 por Rocio

Mira este tornillo. Desde luego, no es uno de los cuatro tornillos de ensamblado de una tostadora de la marca Moulinex. Si vieras uno de ellos, descubrirías que es del tipo de cabeza de estrella de 6 puntas, sin embargo, un pequeño saliente en el centro impide que pueda ser accionado por un destornillador común.

Ahora piensa en un documento de MS Word y recuerda el tornillo de Moulinex. ¿En qué se parecen?. Los dos requieren de una herramienta especial para su uso que sólo se puede conseguir de un único fabricante. No puedes abrir la tostadora estropeada si no tienes ese destornillador y tampoco puedes trabajar con un documento de Word, sin haber instalado un programa específico (MS Word), propiedad de un único fabricante (Microsoft) y haber cumplido con todos los términos de su restrictiva licencia.

El formato del documento de Word está tan extendido que suele considerarse como un estándar de facto, pero eso no lo convierte en un verdadero estándar. Sólo una empresa conoce sus interioridades. Sólo una empresa puede desarrollar una implementación (programa) que permita trabajar con ese tipo de archivo. Esto, que ya es un engorro a nivel particular, se agrava y se convierte en un problema de dimensiones sociales cuando se traslada a una escala colectiva, como una empresa o la Administración de un país (imagina a un país requiriendo, para el ejercicio de su gobierno, de un destornillador que no le acaba de pertenecer del todo). En el terreno del software, la solución a esta feroz dependencia pasa por la existencia de los estándares abiertos y el uso de software libre.

Un estándar abierto es algo:

  • adoptado y mantenido por una entidad sin ánimo de lucro, abierta a todas las partes interesadas,
  • publicado y cuya especificación está disponible de forma gratuita o a precio simbólico,
  • cuya propiedad intelectual se ofrece de forma irrevocable libre de regalías,
  • no hay restricciones en cuanto a la reutilización del estándar.

A diferencia del software tradicional, el software libre puede redistribuirse, modificarse y mejorarse sin limitaciones, lo que tiene muchas implicaciones en prácticamente todos los aspectos de los negocios relacionados con el software (diseño, formación, mantenimiento,…). La existencia de estándares abiertos facilita y promueve el desarrollo del software libre. Si existen especificaciones abiertas, tendremos la posibilidad de implementarlas a través de un programa. Siguiendo el ejemplo, todos podremos tener el destornillador.

Llegados a este punto, merece la pena comentar la fuerte relación entre desarrollo sostenible y el uso del software libre.

El software libre puede satisfacer las necesidades de todos, tanto ahora como en el futuro. Cada persona en el mundo tiene derecho a usar el software, modificarlo y copiarlo de la misma manera que los autores del mismo. Además, suele ser gratuito (aunque libre no significa gratis). De esta forma, el SL puede verse como un recurso o un legado que pertenece a toda la Humanidad. Incluso podemos decir que es reciclable, al permitirnos adaptar un programa a nuestras necesidades sin obligarnos a reinventar la rueda (con el consiguiente ahorro de esfuerzos y recursos).

En contraposición, el software privativo, con su modelo de licencias y código cerrado, priva de todas estas libertades a quien lo utiliza, hipotecando el futuro de muchos usuarios, empresas y paises que quedan cautivos de las estrategias de marketing y precios de las grandes corporaciones del software.

Fuente: sunshine