No les cuento nada. Si han leído las anteriores y les han gustado no les desvelo nada. Y si quieren probar, pues empiecen por el principio (y éste no es).
A estas alturas, uno ya no entra en los valores literarios ni siquiera en los casos que plantean, porque estamos ya rendidos a Rocco Schiavone, a su mala leche , a su canuto diario de supervivencia y hasta a la -en otras circunstancias discutible- honradez.
Quiero más.