La papa en Cuba: al borde de la extinción. Foto tomada de Progreso Semanal
Por Yohan González
Son las 11 y 37 de la noche del jueves 20 de marzo de 2014. Mientras La Habana se prepara para zambullirse en el sueño, hay movimiento y ruido en la intercepción de las calles Dragones y Rayo, en el municipio capitalino de Centro Habana. A las puertas del punto de venta de productos agroalimentarios ubicado en esa esquina, decenas de personas continúan haciendo fila para poder comprar. El panorama está así desde las seis de la tarde, hora en que llegó el camión desde una cooperativa en Mayabeque.
Algunos no se han quitado la ropa del trabajo, otros se lamentan haberse perdiendo el partido de béisbol entre Industriales y Pinar del Río. Es casi medianoche, pero el descanso y mucho menos el sueño no entiende a la hora de pensar en la comida para la casa.
Dos policías controlan el orden evitando que la mezcla de cansancio y el apuro por salir de varios de los presentes en la fila no les juegue una mala pasada. Es la fila para comprar la papa, una vianda casi sagrada para todos nosotros que desde hace años comienza a mermar su presencia en los agromercados y mucho menos en la cocina de los cubanos.
El panorama del aquel jueves es una escena que poco a poco se va repitiendo en varias partes de Cuba. Alejado de las cifras del año 2000 cuando su producción alcanzó las cifras más altas desde 1946 (348,5 millones de toneladas), las alarmas han pasado de naranja a rojo pues la Solanum tuberosum –nombre científico del tubérculo- amenaza con pasar a la lista de productos en peligro de extinción.
La advertencia fue lanzada oportunamente días antes del inicio de la temporada de venta del alimento en un artículo en el diario Juventud Rebelde el cual nos anunciaba el panorama al que nos someteríamos los cubanos para el presente año. “Las hectáreas cultivadas de papa en la campaña actual representan el 57,3 por ciento de lo plantado en la de 2012-2013”, así expresó un funcionario del Ministerio de Agricultura (MINAG). Dicha cifra (57,3%) representa aproximadamente uno cosecha de alrededor de 65,7 millones de toneladas, una cifra muy alejada de aquel récord del año 2000. Resignados a lo que parece ser una tendencia que se irá manteniendo, directivos anuncian que “en las próximas cosechas se prevé sembrar los mismos niveles plantados en 2013 y que se garantizará cultivar otras viandas —fundamentalmente malanga y boniato— en las áreas que se destinaban para la producción de papa”.
Producción en años anteriores. Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y La agricultura en Cuba. Evolución y trayectoria (1959-2005), de Armando Nova González. Gráfico tomado de Progreso Semanal
En un país como Cuba donde la papa ocupa un espacio casi primordial en la dieta nacional esto no significa una irresponsabilidad de los directivos y funcionarios encargados de planificar y controlar el cultivo y cosecha del tubérculo. ¿Las causas? Una mala planificación en el manejo de las tierras –pues cada año estas son reducidas-, una sobredependencia a la importación de semillas debido a la falta de rendimiento de la variedad Romano –desarrollada en Cuba-, la obsolescencia de los equipos tecnológicos, la falta de inversión en ese sector así como el impacto del cambio climático. Por todo ello, sería responsable y hasta justo que el ministro Gustavo Rodríguez Rollero y todo su equipo ministerial y de funcionarios intermedios dieran una respuesta clara y pública sobre ello, acompañada además de una disculpa por la ineficiencia realizada.
La ausencia da paso a la carencia, la carencia da paso a la necesidad y la necesidad da paso a la especulación y el acaparamiento. A solo unos pasos de establecimientos como el de Dragones y Rayo se comercializa de manera ilegal 4 libras (algo aproximado a 8 papas) por 1 CUC; un precio que bien puede ir aumentando a medida que la demanda aumente y el producto vaya escaseando. Y entonces me pregunto: ¿dónde están los inspectores y los agentes de protección al consumidor?
Mientras ese panorama a través del sistema de ventas de productos del agro, en las tiendas de recaudación de divisas (TRD) se venden bolsas papas prefritas (algunas de producción nacional) a precios irrisibles y lógicamente insostenibles para un salario promedio. Lo más interesante de eso es que mientras se dice que disminuye la papa para la venta a la población, ni el suministro a las plantas de producción de papas prefitas como también a los hoteles no sufre ni las más mínima alteración.
El pasado domingo, mientras disfrutaba del Clásico Real Madrid-Barcelona, en mi casa se comió papas fritas. Cuando poco a poco el plato iba quedando vacío, no podía dejar de temer que fuera una de las pocas ocasiones en que este año pueda permitirme semejante placer. Todo parece indicar que al ritmo actual, en los próximos cuatro años, debido a la progresiva reducción del cultivo y cosecha, la papa se sumará junto a cítricos como la naranja o la toronja a la muy exclusiva lista de productos de la agricultura cubana que se encuentran en peligro de extinción.
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