Es la soledad como un sueño
que desciende hasta el tuétano y te invoca,
en esa ambigüedad de las pertenencias
grabadas en la piel
si te pienso inevitable.
Solo soy, entonces,
esa nube que retiene la sombra de la lluvia
para derramarse sobre ti,
la tormenta que anhela tu paz,
búsqueda incesante,
dimensión de tus labios roca,
de tu insoportable encanto,
sombría perdición de palabras.
Anhelante, apareces
y vuelvo a ser
la razón de un infinito desorden.